Capitulo 35. Más secretos revelados.
JADE.
Aren se aferra a mi cintura como si fuera un niño pequeño, su rostro se encuentra escondido en mi cuello y de vez en cuando un suspiro sale de sus labios, mi rubio se encuentra sumido en un profundo sueño. Estamos en su habitación, ambos sobre su cama, la noche ha caído hace horas, pero ambos hemos estado encerrados en su habitación aferrandonos el uno al otro diciéndonos que nos amamos a cada rato.
Miro el reloj digital en la mesita de luz, son las dos de la mañana, no me sorprende que mis ojos no quieran cerrarse, no he dormido lo suficiente los últimos días, pero es comprensible pues no han dejado de lloverme los problemas desde que Yrena apareció en mi vida. En una semana me enteré que mi vida era una completa mentira y que había estado viviendo en una burbuja de cristal los últimos dieciocho años, simplemente era demasiado.
Acaricio suavemente el cabello de mi amado, beso su frente dejando mis labios en ese lugar unos minutos, Aren suelta un suspiro que me hace sonreír y abrazarlo con cuidado de no despertarlo.
— Te amo.—susurro recargando mis mejilla sobre su cabeza, sus brazos aprietan mas su agarre sobre mi cintura pero sigue durmiendo.
Está agotado.
Unos minutos después finalmente acepto que es inútil intentar dormir, así que beso con cuidado los labios de Aren y me suelto suavemente de su agarre. Me coloco unas pantuflas de Ellie y camino hacia la puerta, sin hacer ruido salgo de la habitación y me encamino hacia la de las gemelas, al entrar les echo un vistazo, siguen dormidas, suelto un suspiro antes de tomar mi libro y sentarme en la cama de Jane para leer un poco.
"Allí estaba, Apolo no podía apartar los ojos de su amada Jadelaide, era imposible hacerlo. Él sabía que desde el momento en que la vio por primera vez su alma se había entrelazado con la de ella, pero en realidad era más complicado que eso. El hada lo había elegido para ser su amor eterno, y lo que en realidad había entrelazado había sido sus corazones y esa unidad era inquebrantable, una vez el lazo se formaba... nadie sobre la faz de la tierra podía romperlo.
Jadelaide miró a su amado a lo lejos, observándola con adoración y no pudo evitar pensar que su corazón había elegido bien a su otra mitad. Se sentía afortunada por haber encontrado a un verdadero hombre que no hacía nada más que enseñarle lo que era ese sentimiento mágico y dulce llamado amor.
La muchacha no lo pensó dos veces y corrió hacia los brazos de su amor, habían pasado varios días desde la última vez que lo vio, el haber vuelto al bosque para evitar que sus padres se dieran cuenta de que se escapaba a cada rato para ver a su querido Apolo había sido duro porque para su mala suerte había tenido que quedarse más tiempo del que imaginó y eso causó que no pudiera verlo durante ocho tortuosos días en los que no hizo nada más que pensar en él y en la última noche que estuvieron juntos.
Esa noche en la que no solo entregó su cuerpo y su alma, sino que también hizo un pacto con él, en el que juró que después de esa noche... ella sería suya por siempre y él juró que sería suyo por siempre.
Los brazos de Apolo la rodearon con ternura, sus ojos se encontraron y Apolo quedó atrapado por el violeta brillante de los ojos de Jadelaide.
— Eres hermosa Jadelaide.—susurró él tomando el rostro de su amada entre sus manos y..."
— ¿No puedes dormir, hija?.
Dejo de leer para alzar la mirada, mi madre se encuentra bajo el marco de la puerta con los brazos cruzados.
— No.—le sonrio apenada, ella suspira sonriendo de lado y se acerca a mi. Se sienta a mi lado y acaricia mi cabello haciéndome cerrar los ojos.
— Tienes los ojos rojos e hinchados hija, ¿has estado llorando?.—pregunta preocupada, su mano se posa sobre mi mejilla.
— Tal vez.—susurro mirando el libro sobre mi regazo.
— ¿Quieres contarme? Sabes que puedes confiar en tu mamá, Jade Adelaide.
— Solo... ha sido un día muy complicado mamá, no es nada tranquila.—le sonrío tratando de convencerla, ella parece no creerme pero respeta mi decisión de guardarmelo.
No puedo contarle, por más que sea mi mamá es algo que solo Aren puede contar si así lo quiere. Mis ojos vuelven a bajar hasta mi libro y miro el nombre de la autora.
— Mamá, ¿quien es Madeline Falls de Castleland? ¿es algún familiar de Brandon?.—le pregunto a mamá volteandola a ver confundida.
Ella sonríe mirándome con cariño.
— Me preguntaba cuándo ibas a preguntarme.—se ríe bajito—. Madeline era la madre de Brandon, tu abuela.
— ¿Mi abuela?.—pregunto sientiendo mi corazón acelerarse—. Me estás diciendo que mi abuela escribió mi libro favorito.
Ella asiente sin borrar la sonrisa.
— La señora Madeline era una escritora espectacular, escribía historias estupendas pero la única historia que logró publicar en papel fue El Amor del Hada, ella la escribió cuando Freya estaba embarazada de ti, está inspirada en la historia de tus padres Jade, obviamente no es exactamente la misma historia, pero es muy similar porque el amor de tus padres fue lo que inspiró a tu abuela a escribirla.
— Eso es... Wow, quiere decir que todo éste tiempo estuve leyendo la historia de mis padres escrita por mi abuela.—susurro soltando una risita, mi madre tiene conmigo y asiente—. Supongo que mi amor por la literatura la heredé de mi abuela Madeline.
Mamá asiente.
— ¿Qué pasó con ella?.
— Tus abuelos murieron en un accidente aéreo, estaban viajando a Australia y el avión tuvo una falla, Brandon sufrió mucho su perdida porque ni siquiera pudo despedirse de ellos, en esos momentos él y Freya estaban escondidos con una pequeña bebé de pocos meses.
Mi sonrisa se borra al pensar todo el dolor que debió sentir mi papá, mi corazón arde al recordar que fue el primero en morir, su amor por nosotras era inmenso, tan inmenso que se sacrifico por nosotras sin pensarlo dos veces.