Capitulo 37. Mentes calculadoras PT 1.
JADE.
Ha pasado una semana desde que ese chico oscuro llegó a Kingston. Una semana desde que mis hermanas y yo volvimos a estar juntas gracias a la manada Blood Moon. Aren y yo ya llevamos dos semanas juntos y para mi sorpresa he sobrellevado muy bien el hecho de que lo nuestro tenga que ser un secreto y él deba fingir estar con Tamara. Ella ha cambiado demasiado desde que nos reveló lo de su embarazo, ya no hay más tregua y me ha quedado más que claro, quizás nunca la hubo.
No puedo evitar mis sospechas de que todo es una farsa, puedo ver su angustia, su inquietud... es como si estuviera ocultando algo y eso solo alimenta más mis dudas. El rubio al contrario, ni siquiera tiene cabeza para pensar en si Tamara dice la verdad o no, él ha estado viajando con su padre, ambos han estado buscando pistas sobre el paradero de Yrena, por esa misma razón no lo he visto mucho en lo que va de la semana. Él obviamente se encarga de dejarme protegida antes de irse, aunque ambos sabemos que quizá no lo necesite.
Frey no ha intentado acercarse a mi en toda la semana, pero su mirada oscura me persigue en todas mis clases. No fue una sorpresa enterarme de que él estudiaba la misma carrera que yo, lo supuse pues toma las mismas clases que yo, pero es escalofriante ser consciente de que eligió lo mismo que yo para acosarme como un maldito loco.
— ¿Qué haces?.
Mamá entra a la cocina de pronto, dejo la bandeja de galletas que acabo de hornear sobre el mesón y me quito los guantes.
— Hice galletas de vainilla, voy a llevárselas a nuestros antiguos vecinos, su hijo me agrada y no lo he visto en mucho tiempo...
— Aguarda Jade... ¿vecinos? ¿cuáles vecinos?.—pregunta completamente confundida.
Junto mis cejas y la miro con burla.
— Mamá, no sé si sepas pero sí había gente viviendo en la casa de al lado, quizás nunca te diste cuenta porque pasabas todo el tiempo en tu trabajo...
— ¡Jade, nadie ha vivido en esa casa desde hace más de diez años!.—exclama mirándome como si estuviera loca.
— ¿Pero y Owen...?—susurro mirando las galletas. Entonces recuerdo que nunca vi a sus padres, ni una sola vez. Solo lo miré a él, pero él nunca salió de su casa, y no podía hablar conmigo más de diez minutos.
— Creo que Owen está muerto.—susurro, ella se acerca a mi lentamente.
— ¿Quién es Owen?.
— Se suponía que era nuestro vecino.—contesto mirándola con ironía—. Pero ahora creo que él en realidad está muerto...
— No te equivocas.
Mama y yo volteamos a ver a Sasha quien aparece de repente detrás de nosotras con un libro enorme y viejo.
— Él al igual que Teza usaba tu energía para poder hacer que los miraras, eso solo lo pueden hacer espíritus que en su tiempo de vida eran cercanos a ti o a alguien de tu familia, y ahora pueden contactarse contigo, seguramente él quería decirte algo importante, de otra forma no creo que se haya podido contactar contigo porque cuando los espíritus no tienen más cuentas pendientes cruzan a Paradise. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?.—me pregunta la pelinegra.
— Fue cuando Yrena quemó nuestra casa, él me ayudó a calmarme y así poder utilizar el grito para acabar con una bestia. Él estaba allí, me ayudó... solo es un niño.
Los ojos verdes de mamá me miran con cariño y pena.
— Creo que debes ir a hablar con él, tal vez no cruza al otro lado porque necesita hacer o decirte algo.—me aconseja.
Suspiro sintiendo la tristeza envolver mi alma y asiento, ellas me acompañan a la casa de Owen un rato después. Miro la que era mi casa, ahora está en ruinas, no puedo olvidar esa noche del ataque... casi muero, casi pierdo a mi madre, perdí mi hogar. Pero esa noche también perdí el miedo, desde esa noche ya no temo más, ahora que sé lo que puedo hacer el miedo ya no tiene lugar en mi.
Mamá me lanza una mirada alentadora, aprieto mis labios un poco ansiosa y salgo del auto, camino lentamente hacia la casa. Para mi buena suerte logro abrir la puerta sin problema alguno, me adentro en la casa con decisión, mis botas de combate negras pisan el suelo lleno de polvo y la madera cruge bajo mis pies.
Un ruido se escucha a lo lejos y comienzo a caminar hacia él sin dudarlo, llego hacia una habitación que parece ser más bien un salón de juegos, sonrió de lado al verlo. Owen se encuentra sentado en una esquina del salón jugando cartas él solo.
Al escuchar el sonido de mis pasos el niño se voltea y abre los ojos de par en par al mirarme. Le sonrío con ternura, siento una opresión en mi pecho al pensar en cuánto tiempo estuvo solo y aburrido en éste lugar.
— Así que... pequeño mentiroso, dime qué pasa contigo.—exclamo sentándome enfrente de él.
— No sé de qué hablas.
El chico de encoge de hombros y vuelve a lo suyo ignorándome
— Owen, sé que ésta casa ha estado abandonada desde hace mucho tiempo, tú no vivías aquí, tampoco tus padres. ¿Estás muerto, verdad?.—susurro insistiendo, él alza la mirada y aprieta sus labios en una linea fina.
— Si.—murmura.
El me mira en silencio, asiento invitándolo a seguir, Owen suspira profundamente.
— Morí hace cuatro años, cuando estaba con mis padres en nuestra casa, cerca del lago. Lo único que recuerdo es que esas horribles criaturas que atacaron tu casa hace días invadieron la nuestra, mataron a mis padres y luego yo fui el siguiente.
— Cuánto lo siento.—susurro con un nudo en la garganta—. Tendríamos la misma edad, ¿no?.
— Eso creo.—sonríe de lado.
— ¿Cómo sabías que podía hacer... lo del grito?.
— Porque te vi hacerlo en el bosque, yo... estuve cerca cuando te fuiste a la mansión Vikram, solo intentaba protegerte, por eso estoy aquí, mi madre me enseñó a hacer hechizos para cubrir la esencia hace mucho tiempo, he estado aquí ocultando tu esencia mientras estabas en tu casa. ¡Pero esa noche no pude hacerlo! No me imaginé que volverían esa noche así que me fui a recorrer el bosque al rededor de la mansión Vikram, cuando volví esas cosas ya las estaban atacando.