Capitulo 40. Operativo: Clara Vikram.
ALICE.
— No me gusta lo que piensa hacer Jade.—susurro mirando los jardines de la mansión a través de la oscuridad de la noche.
Dominic se acerca a donde estoy y me mira con esos ojos que me matan cada vez que me miran.
— La protegeremos, Alice.
— Estará desprotegida hasta que a Yrena se le de la gana de aparecer, Dom.—exclamo mirándolo con angustia—. No quiero que se exponga de esa manera, debe haber alguna otra forma de rescatar a nuestra hija...
— No la hay.—susura intentando hacerme entender—. Debemos confiar en Jade, ella es la única que puede engañar a Yrena y lo sabes.
Aprieto mis labios con fuerza, mi corazón duele al pensar que puedo perder una hija intentando salvar a otra, me encuentro en una encrucijada, entre la espada y la pared. He protegido a Jade toda su vida y me niego a dejarla sola con esa perra, me duele que tenga que ser como una carnada para salvar a Clara, las amo a las dos y si alguna no vuelve a mi... nunca podré volver a vivir en paz.
— Oye.
Las grandes manos de Dominic sostienen mi rostro con cuidado, como si fuera de cristal. Alzo la mirada para verlo a los ojos, él me mira con tanto cariño que mi estomago da un vuelco y el recuerdo de nuestra corta relación llega a mi mente.
Recuerdo sus besos y sus ardientes caricias como si hubiera sido ayer, yo era muy joven, aún así ya había tenido una historia intensa antes de él. Pero cuando llegó Dominic a mi vida experimenté un amor dolorosamente eterno, y es que la palabra "amor" no era suficiente para describir lo que construimos en pocos meses. Las noches junto a él fueron tan mágicas que aún guardaba el recuerdo de su toque en mi piel, sus besos en mis labios y la poderosa sensación que gobernada en mi cada vez que nos uníamos tan mágicamente.
— Te prometo que no dejaré que nada les pase, a ninguna de las dos, recuerda que yo estaré cerca... sabes que mi lobo es poderoso, cualquier cosa rara que vea atacaré, las protegeré con mi vida y todo estará bien mi amor.
Mi labio inferior tiembla al escucharlo.
— ¿Lo prometes?.—susurro sintiéndome una joven indefensa de nuevo. Él asiente con seriedad.
— Lo prometo.
Lo abrazo con fuerza sorprendiéndolo en el acto, Dominic rodea mi cuerpo tal y como lo hacía hace años, reposo mi mentón sobre su hombro y suspiro con fuerza, han pasado años desde que estuvimos así de cerca, sonrió con tristeza al recordar que de no ser por su padre ahora mismo estaríamos casados, con nuestra hija con nosotros.
En el poco tiempo que estuvimos juntos incluso habíamos planeado tener una familia cuando terminara mis estudios, ambos queríamos estar juntos por siempre y darle muchos hermanitos al pequeño Aren... nunca pudimos.
Nuestro amor no fue tan fuerte en ese entonces como para luchar contra el odio y la mente calculadora de su padre, pero el amor aún seguia allí; dentro de nosotros y no es solo por el lazo que nos une.
— Mi padre cree que estoy haciendo un trato con la manada de Londres, piensa que todo está bien... no sospecha nada de nuestro plan.—susurra acariciando mi cabello, me aferro con más fuerza a él.
— Quiero que pague todo lo que nos hizo, Dom.
— Lo hará, deseará no haberse metido conmigo. George Vikram ni siquiera se puede imaginar que si él es una bestia, yo soy mucho peor, lo haré pagar cariño. Pero lo haré cuando Clara esté a salvo con nosotros.
— Yo quiero estar contigo, quiero verlo todo.—murmuro llena de resentimiento, su mano acaricia mi espalda relajándome un poco.
— De acuerdo.
Separo mi mentón de su cuello y con mis manos lo obligo a mirarme, trago fuerte al encontrarme con sus ojos grises, mi piel se eriza y ésta vez la ansiedad es grande, y no la contengo, después de más de veinte años vuelvo a besar su boca, vuelvo a probar su sabor, vuelvo a sentir su calor.
Puedo sentir el lazo fortaleciéndose de nuevo, la conexión que nos une vuelve mucho más fuerte que antes.
Acaricio sus labios con hambre de él, mis manos acarician su cuello con pasión, mis labios se abren dejando que invada mi boca y eso parece despertar su lado más salvaje. Dominic toma mi trasero con fuerza haciéndome enredar mis piernas en su cintura, jadeo excitada y él comienza a caminar hacia su habitación, pocos segundos después siento la suavidad de la cama sobre mi espalda, gimo vergonzosamente cuando sus manos rompen mi camisa dejando mis pechos al aire y comienza a besarme.
La noche transcurre entre gemidos, jadeos y gritos contenidos, me aferro a él como si mi vida dependiera de eso, disfruto de sus caricias, sus besos y de su pasión.
Y así, después de tantos años... Vuelvo a sentir otra vez.
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JADE.
El día del operativo llegó en un abrir y cerrar de ojos. Las clases en Kingston habían sido canceladas y había toque de queda en el pueblo por temor a que todo terminara saliéndose de control. En pocos minutos mi madre me llevaría al lugar donde permanecería sola hasta que Yrena apareciera, no tenía miedo, tampoco estaba nerviosa, de hecho estaba confiada y muy segura de mi misma.
Estaba ansiosa por ponerme a prueba y probarme a mi misma que podía hacer todo lo que me propusiera teniendo fe en mi.
Ajusté bien los cordones de mis zapatos y solté la trenza de mi cabello dejándolo caer libre sobre mis hombros y espalda, miré mi reflejo en el espejo y lo que vi me gustó demasiado.
Vi a una chica valiente, con ganas de luchar y acabar con todo de una vez por todas. Vi a una Jade segura de si misma y supe que la niña temerosa que llegó a Darkwood ya no existía más.
Aren entra a la habitación, está preocupado, lo notaba por la expresión de su rostro, el día anterior no se había despegado de mi, ni siquiera fuimos a la universidad porque queríamos pasar todo el tiempo que pudiéramos juntos. Hablamos de todo, de nada, nos abrazamos, nos acariciamos y besamos como si fuera la última vez. Pero yo sabía que teníamos mucho por vivir, tendríamos mucho tiempo para disfrutar juntos.