Capitulo 41. Nace un ángel.
CLARA
El enorme lobo gris corre tan veloz que debo entrecerrar mis ojos por el viento frío que choca bruscamente contra mi cara. No sé ni siquiera por qué le hice caso a esa chica, tal vez fue porque ya estaba desesperada, ya no soportaba más estar con esa vieja maldita que disfrutaba torturarme una y otra vez sin importarle que estuviera embarazada.
Ni siquiera sabía por qué éste bebé seguía vivo en mi vientre después de haber pasado por tanto dolor, no importaba lo que ella hiciera él seguía luchando por vivir. Seguía aferrándose a la vida.
La chica me había llamado Clara y eso me había sacado totalmente de balance, ¿por qué me llamaba así? ¿quién era Clara?. Me aferro al pelaje del lobo temiendo a caerme. Si no hubiese estado tan embarazada perfectamente me hubiese podido transformar y hubiese huido yo sola, pero con mi estado lo único que lograría haciendo eso sería lastimarnos a los dos, así que no me quedó otra opción más que confiar en esa chica.
Admito que su poder me asombró demasiado. Nunca había visto algo así, ella lanzó un grito estremecedor y toda la casa tembló, me había dejado sin palabras, ella era peligrosa. Unos fuertes gruñidos a mis espaldas me sacan de mis pensamientos, volteo a ver sobre mi hombro y el miedo me cala hasta los huesos.
Grandes criaturas de aspecto demoniaco nos siguen de cerca, sus ojos completamente blancos se ven escalofriantes a traves de la oscuridad del bosque, suelto un grito de miedo cuando ellos aceleran la velocidad y se acercan tanto que casi logran tocarnos, son tres enormes criaturas, ¡nos harán pedazos!.
Pero cuando todo parecía estar perdido, varios lobos interceptan de golpe a las bestias y comienzan a luchar contra ellas, el lobo que me lleva en su espalda se detiene cuando estamos lo suficiente alejados de ellos y se agacha, me bajo lentamente de él.
Con sus colmillos logra romper la cuerda que mantenía mis manos inmóviles, me quito la mordaza de la boca y miro al lobo enfrente de mi sin saber qué hacer.
"¡Corre, Clara! Se acercan más bestias, no podremos llegar los dos, debes correr, trata de llegar a la carretera, te alcanzaré allá."
La voz de un hombre se escucha en mi cabeza, ahogo un grito y doy un paso atrás completamente asustada, el lobo señala el camino frente a nosotros con el osico y sus ojos azules se clavan intensamente en los míos.
"CORRE"
Asiento, el lobo da media vuelta y se echa a correr para atacar a una de las bestias, sin esperar más me doy vuelta y comenzo a correr, el peso de mi barriga me complica más las cosas.
Corro y corro al menos unos quince minutos, pero el cansancio se hace presente, mis pies duelen, y todo a mi alrededor comienza a verse borroso. La oscuridad de la noche me rodea, respiro con dificultad y entonces sin poder verlo venir tropiezo con la raiz de un árbol. Caigo sobre mis rodillas y mis manos, afortunadamente evito el golpe en mi vientre pero aún así siento un fuerte dolor en mi parte intima y entonces pasa...
Un liquido parecido al orine comienza a bajar entre mis piernas y otra punzada me ataca sin piedad haciéndome soltar un grito, mis lágrimas de dolor comienzan a salir, pero me niego a dar a luz sola en medio de un bosque, así que saco fuerzas y me levanto, trato de correr pero lo único que puedo hacer es caminar a trompicones, me ayudo sosteniendome de los troncos de los árboles pero las cosas se complican cuando las punzadas de dolor se hacen cada vez más fuertes.
Cubro mi boca con mi mano libre para evitar soltar gritos que puedan llamar la atención de esas cosas. Sigo caminando pero el dolor es intenso, el bebé empuja cada vez con mas fuerza queriendo salir, muerdo mi lengua una y otra vez, no puedo tenerlo aquí. Suelto un sollozo lleno de impotencia, un ruido a mis espaldas me hace quedarme en silencio, un fuerte gruñido le sigue y es entonces cuando le ruego a mi loba que me ayude, y a pesar de que ella también está cansada me da energía y solo así puedo comenzar a correr de nuevo.
Lloro, grito, me quejo, sufro.
Todo parece estar perdido, entonces una vez más tropiezo, pero ésta vez no es con una rama.
Mi cuerpo se estrella contra un pecho duro, de la nada un fuerte olor a menta y manzanas llega a mis fosas nasales, unas fuertes manos me toman de la cintura, intento mirarle la cara pero el cansancio es tanto que lo único que puedo hacer es recargarme en él, lloro asustada sobre su pecho.
No sé quien es, pero sé que puedo confiar en él, porque es mi compañero.
— Ayudame, por favor.—sollozo sobre su pecho.
— ¿Clara?.—pregunta sobre mi oído.
Recuerdo que la chica que me salvó me llamó así y asiento desesperada.
— Si...
Grito de dolor y cierro mis piernas con fuerza.
— Mierda.—susurra asustado y me toma en brazos.
El chico desconocido comienza a correr conmigo en brazos como si no pesara nada, en pocos minutos llegamos a una carretera y él me ayuda a subir a un auto gris, sostengo mi vientre con mis manos mientras me retuerzo de dolor. Cierro mis ojos sintiéndome demasiado cansada, escucho al chico subir al auto, su mano toma la mía y le da un apretón.
— Clara, por favor despierta, no te duermas, ¡despierta!.
Su grito me hace abrir los ojos de golpe, mi aliento se detiene cuando por fin puedo ver su cara, su ojos son lo primero que veo, son verdes. Su piel es pálida y su cabello parece ser castaño, su mandibula se ve fuerte y sus labios muy rosados.
— Tranquila, voy a llevarte al hospital más cercano.—me sonríe logrando que me calme un poco, asiento despacio perdida en su mirada dulce—. ¿Todo bien?.
— Todo bien, creo que puedo llegar.—susurro, él asiente y arranca el auto. No sé cuánto tiempo pasa, solo sé que aún duele, el bebé sigue empujando, la mano del chico sigue aferrada a mi y su olor me mantiene tranquila.