Capitulo 45. Se acabó.
JADE.
Los siguientes tres días pasaron volando, el lunes treinta de Noviembre empezaba apenas cuando abrí mis ojos a eso de las seis y quince de la mañana. Todo parecía normal afuera, pero mi pecho se sentía oprimido, algo no se sentía bien... unas tremendas ganas de llorar y refugiarme en mi cama me invadieron, me llevé una mano al corazón intentando tranquilizarme un poco pero la angustia seguía allí.
En contra de mi voluntad me obligué a levantarme de la cama y me fui a bañar, hice toda mi rutina mañanera como si fuera un robot, terminé haciéndome una media cola desordenada y tomé mi pesada mochila para después salir de mi habitación. Como ya era costumbre antes de bajar a desayunar pasé a la habitación de las gemelas, mamá ya estaba allí y no lucía para nada feliz, al contrario parecía muy preocupada.
— Buenos días ma, ¿todo bien?.
— Hola hija.—ella se acerca para besar mi frente—. Yo... debo hablar algo muy serio contigo cariño.
Asiento poniéndome seria, su preocupación me aterra porque se supone que todo está bien, es decir, todos estamos a salvo, ella está feliz con el hecho de tener a Dominic cerca y todo marcha bien, ¿qué podría preocuparla ahora?.
— Hace unos días, cuando estaba limpiando el cuerpo de Julie me pareció ver una marca en su espalda, pero era diminuta así que pensé que quizas no era algo grave pero...—la voz de mamá se entrecorta y sus ojos se humedecen preocupandome cada vez más—... La limpié hace unos momentos y su cuerpo... tienes que verlo tú misma hija, debes ser fuerte.
La miro confundida y miedosa, pero aún así tomo coraje y camino lentamente hacia la cama donde se encuentra Julie, ahogo un grito cuando lo primero que veo son sus brazos, los cuales están llenos de cicatrices recientes que parecen ser cortes de navaja, pero lo que me saca las lágrimas es ver su frágil mano derecha, le falta su dedo anular.
Mis ojos recorren el resto de su cuerpo, en su cuello se asoman pequeñas quemaduras, como si fueran de cigarrillos.
Mamá se acerca y alza su camisa, sobre su abdomen hay unas pocas cicatrices que no logro diferenciar con qué han sido hechas.
— ¿Cómo no vimos esto antes, mamá?.—susurro con los ojos llenos de lágrimas.
— Creo que ella cubrió sus cicatrices de alguna forma, debió usar magia, quizás no quería que las viéramos.—murmura—. Pero esto no es lo peor, Jade.
Mamá me pide que le ayude a poner a mi hermana boca abajo y alza la camisa nuevamente, ésta vez no puedo reprimir el llanto, su espalda se encuentra llena de cicatrices, cicatrices largas y gruesas.
— La azotaron.
Alzo la mirada hacia mamá, ella me mira conteniendo las lágrimas y asiente.
— Lo hicieron, hay cicatriz sobre cicatriz, eso solo indica que no fue una sola vez, fueron demasiadas veces.—suspira dejando caer dos gruesas lágrimas—. Sus uñas estan quebradizas, creo que ella luchó contra la persona que la torturaba, por eso saqué pequeños pedazos de piel de sus uñas la primera vez que la bañé.
— ¿Sus piernas tienen más?.
— Solo unas cuantas, la mayoría están en la parte superior de su cuerpo. Esos hombres eran unos monstruos, ella debió sufrir demasiado todos éstos años y yo... me siento tan culpable por no haber hecho algo, debí buscarlas con más empeño, debí quedarme y...
— Mamá.—la interrumpo cuando empieza a sollozar—. Hiciste lo que pudiste, aunque nos duela, ya pasó. Ya no hay vuelta atrás, cuando ella despierte va a vivir con eso y lo único que podemos hacer por ella es no dejarla sola y darle todo el amor, el cariño y el apoyo que podamos. Sé que será fuerte, pero nos necesitará para poder seguir adelante.
Ella limpia su rostro y asiente.
— Tienes razón.—susurra y luego mira a mi hermana—. Te prometo... les prometo que estaré para ustedes, en todo momento, seré como su segunda madre y las cuidaré, con todo el amor que una madre les puede ofrecer.
Le sonrío en medio de lágrimas y me acerco a ella para abrazarla con fuerza.
Alice Miller es la mujer más dulce, especial y valiente que pude haber conocido en mi vida, y lo mejor de todo es que es mi mamá.
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Unos minutos más tarde ambas bajamos al comedor para poder desayunar, la sensación extraña que he sentido desde que desperté no se ha ido, sigue allí presente, punzando en mi pecho con insistencia, sentía que intentaba advertirme algo pero no podía siquiera imaginar lo que podría ser.
— Buenos días.
Mamá y yo saludamos a todos los que ya se encuentran en la mesa, todos a excepción de Clara ya están allí, inevitablemente miro a Aren, reprimo el impulso de correr hacia él para refugiarme entre sus brazos. El rubio no se pierde mi mirada y me ofrece una sonrisa discreta que logra tranquilizarme solo un poco, es como si él supiera exactamente lo que siento.
Todos comienzan a entablar conversaciones mientras nos sirven el desayuno más delicioso del mundo, no soy capaz de integrarme porque mi cabeza no dejar de pensar en miles de cosas, principalmente en Julie, mi corazón ardía dentro de mi pecho al recordar la imagen de su cuerpo lleno de tantas marcas. Me duele no haber estado allí para ella cuando más me necesitaba, quisiera poder cambiar de lugar con ella y cargar todos sus demonios, ojala hubiera sido yo, y no ella.
— ¿Jade?.
Parpadeo desorientada al volver a la realidad, Aren y Ellie ya están de pie en la entrada del comedor, ambos hermanos me miran con confusión.
— Ya nos vamos a Kingston, ¿vienes?.—Ellie alza una ceja.
— Oh, si... claro.
Me reincorporo de la silla y me despido de mamá con un beso, Dominic se despide de mi pues él no asistirá a Kingston hoy ya que debe ir con mamá y con Clara a arreglar algunos papeles para reconocer a su hija. Tomo mi mochila y alcanzo a los chicos, los tres comenzamos a caminar hacia la salida de la mansión, pero nos encontramos con Clara y la pequeña Annelise al pie de las escaleras.