Capitulo 61. Abuela.
JADE.
Poco a poco voy recuperando la consciencia, los párpados de mis ojos se sienten sumamente pesados y mi cuerpo duele por haber estado en la misma posición durante no sé cuánto tiempo. Trago fuerte pero mi garganta arde al hacerlo debido a que se encuentra bastante seca, intento moverme pero mis manos y mis pies se encuentran sujetados, sé que se trata de cadenas porque al moverme escucho el sonido del hierro chocar entre si.
Lentamente comienzo a abrir los ojos, me encuentro sobre el frío suelo en lo que parece ser un sótano oscuro y sucio. Recorro el lugar de punta a punta y siento un vuelco en el estomago al ver a Aren frente a mi atado también de manos y pies, pero con cadenas de plata que lastiman su piel.
— Aren.—susurro su nombre y él abre los ojos. Se encuentra demasiado débil—. Tranquilo, voy a romper las cadenas, tal vez si las congelo pueda quebrarlas...
Sujeto la cadena que se encuentra enredada en mis tobillos. Pero nada pasa, junto mis cejas sin saber por qué no siento mi energía.
— No va a funcionar.
La voz de Frey se escucha en una esquina de la habitación, dirijo mi mirada hacia él.
A pasos cortos y lentos sale de la oscuridad y se acerca a mi.
— ¿Qué estas haciendo Frey?—murmuro mirándolo sin poder creer lo que ocurre—. Se supone que eras mi amigo... nuestro amigo.
— De él no.—señala con la quijada hacia Aren quien se mueve bruscamente intentando liberarse pero solo provoca que su piel se queme más y Frey ría emocionado al ver su dolor.
— ¡No te muevas, Aren, no te muevas!.—chillo preocupada.
Dirijo mi mirada hacia Frey.
— Suéltalo Frey, por favor.—ruego suavemente tratando de persuadirlo, el pelinegro sonríe y se acuclilla cerca de mi para mirarme con burla.
— ¿Ahora si me hablas bonito? Hasta hace unas horas me estabas gritando y humillando enfrente de tu gente.
— Sabes por qué lo hice, armaste un escándalo en mi casa y me faltaste el respeto. Suéltanos antes de que me hagas enojar y acabe contigo en un chasquido.
— Bueno, me temo que eso no va a ser posible bonita. Las cadenas que te rodean contienen un hechizo que está bloqueando tus poderes, no hay nada que puedas hacer, y... ¡Oh! ¿Ves esto?.—él saca una pequeña ampolla vacbolsillo-bolsillo—. Esto contenía una fórmula especial la cual a su vez contenía veneno de Bestia, esto está corriendo por las venas de tu querido Aren, va debilitándolo poco a poco por lo que ahora tengo su vida en mis manos. Si intentas algo tu compañero va a morir.
Se acerca mucho más a mi, intento alejarme pero su mano libre sostiene con mucha fuerza mi mentón y me obliga a acercarme a él.
Gruño furiosa, siento tanto odio hacia él que las ansias por asfixiarlo hasta la muerte me invaden pero no puedo hacerlo, no cuando sé que si lo hago también es posible que muera Aren.
— No perdieron el tiempo al parecer, hueles a él.—escupe con rencor alejándose un poco—. ¿Sabes? Tenía pensado protegerte de todo esto, realmente me gustaste, pero lastimosamente no puedo olvidar que tu madre asesinó a la mía hace dieciocho años. Freya debe pagar por lo que hizo.
— ¿De qué hablas?.
— Mi madre era Alaina Blair.—murmura desviando la mirada—. Ella era buena, pero desgraciadamente se fijó en tu padre, se enamoró tanto de Brandon Castleland que renunció a la tribu, traicionó a su gente por él y él simplemente la rechazó cuando esa mujer llegó a sus vidas. Pero mi madre nunca quiso darse por vencida, luchó por su jodido amor y ¿cómo acabó?
Él me mira con rabia.
— Muerta a manos de tu detestable madre quien la mató por celos.
— ¡Ella no era así!.—exclamo.
— No me interesa lo que digas, la muerte no fue suficiente castigo para ella. Freya va a pagar por haber matado a la que era mi todo, y lo va a hacer con lo que más le duele; su adorada hija.
Se pone de pie y toma un bate de metal que descansa sobre una mesa de madera podrida a unos metros de mi, mi respiración se agita cuando lo veo caminar hacia Aren quien parece estar agonizando.
— No...—susurro presintiendo lo que va a hacer a continuación—. No Frey, ¡por favor!
Pero él me ignora y alza el bate para después estrellarlo con fuerza sobre la cabeza de Aren, grito con todas mis fuerza, el rubio intenta levantarse pero el golpe lo ha dejado desorientado.
Frey vuelve a golpearlo con el bate, ésta vez el golpe es en la cara, y Aren se deja caer sobre el frío suelo.
Los golpes no se detienen, Frey golpea todo su cuerpo una y otra vez sin descanso, la sangre de Aren salpica todos lados mientras que yo intento con todas mis fuerzas hacer algo, lucho contra las cadenas, grito, chillo, maldigo, rechino mis dientes, intento sentir o atraer el poder de vuelta a mi pero no pasa nada.
— ¡Por favor, basta! ¡te lo ruego! ¡déjalo en paz!.
Grito llorando a mares mientras veo con dolor como el amor de mi vida es torturado salvajemente frente a mi. Las lágrimas salen de mis ojos y mi pecho se retuerce de dolor.
Si él fuera un humano común ya habría muerto.
Aren tose y de su boca sale un poco de sangre, todo su rostro se encuentra golpeado y sangra mucho, la desesperación y la importancia me atacan con fuerza.
— ¡Frey, por favor!.—grito logrando ponerme de rodillas—. ¡Déjalo en paz, te lo ruego! ¡haré lo que quieras, déjalo!
Eso lo hace parar de golpe, mira el bate ensangrentado unos segundos hasta que me voltea a ver a mi.
— Lo único que quiero es que mueras.—murmura—. Y eso va a pasar en un rato, mientras tanto, hay alguien que quiere verte.
Frey camina hacia la oxidada puerta del lugar y la abre despacio. Es entonces cuando la veo. Yrena se adentra a la habitación lentamente, mira a Frey con cariño y acaricia su mejilla casi con ternura.
— ¿Hiciste todo lo que te dije, Khail?.