Recuerdo cuando lo vi por primera vez.
Siempre me advirtieron cuan peligroso podría ser entrar sola al bosque, sobre todo las advertencias de grandes osos, lobos y otros animales que lo habitan; pero jamás me hicieron mención de las personas que viven ahí, que albergan a sus alrededores en buscar a de atraerte a su interior y que por más que intentes buscar una salida con desesperación jamás la podrás encontrar porque o no existe o solo debes morir antes de poderla encontrar.
Existen miles de forma de poder romper un corazón, pero estoy segura de que no existe dolor más desgarrador que la perdida de un ser querido que te consume desde el interior, son de esas clases de heridas que por más que intentes cerraras se vuelve abrir con cualquier recuerdo o mención de algo que no recuerde que ya se han marchado. Todos a mi alrededor creyeron que por esa razón entre al bosque, que me sentí tentada a entrar por no saber manejar bien mi dolor, que reprimía mis sentimientos, pero existen muchas cosas dentro de mi cabeza que jamás les podre revelar, aunque muriese por hacerlo, pero debo ser una buena chica para que nadie más me vuelva a romper el corazón.
Los monstruos existen, y vaya que son profesionales en pasar desapercibidos ante los ojos de las personas normales, por muchos años creía que esas pesadillas solo eran eso sueños malos que me proporcionada mi subconsciente siempre que intentada dormir; pero después de un tiempo comprendí que no eran sueños, no, claro que no podían ser solo sueños cuando siempre en todos podía sentir su respiración, podía sentirlo a él. Y cuando abría los ojos de golpe exaltada y gritando frenéticamente alguien en alguna parte del mundo desaparecía y jamás se volvía a saber nada de esa persona y daban los casos por cerrados. Tenía que abrazarme a mí misma y después tuve que abrazar a un peluche para poder controlar mi respiración y la ansiedad que estos episodios que producían.
Monstruos de carne y hueso.
Monstruos capaces de entrar en tu mente y hacerte cometer locuras inconscientemente.
Monstruos capaces de arrancarte el alma y el sentido común de la vida una vez que entrar en sus sucios, macabros y sangrientos juegos en donde no existe una salida.
Aun cuando recuerdo su voz mis manos me tiemblan.
Sus ojos negros como la oscuridad me atormentan cada que cierro mis ojos.
Su sonrisa particularmente manipuladora y atrayente me sigue llamando hacía la oscuridad.
Todo dentro de él gritaba peligro, pero aun así yo…
Yo me deje llevar.
Me volví vulnerable a él.
O mejor dicho a todos ellos…
Nadie sale vivo del juego.
Nadie conoce la libertad solo la esclavitud.
Todo marchaba mal, pero eso no los iba a detener, ellos no conocen el límite y eso yo lo tuve que ver…
«El enemigo no te atacaría si no tuvieras algo muy valioso dentro de ti. Un ladrón no se mete a una casa vacía.»
Fabio Andrés Legarda.
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Editado: 04.04.2023