Daydream

Prólogo

El melifluo ulular del viento se deslizaba con gracia y soltura entre las hojas doradas de los abedules, mientras la luna plateada iluminaba los tejados y el paisaje adquiría un brillo flébil del que hacía tanto tiempo no era protagonista.

El puente antiquísimo se levantaba sobre el pequeño caudal, y era el principal espectador de la visión inefable que lo rodeaba. Un millar de suspiros, la suave exhalación de aquel bosque que se mantenía intacto, ajeno a todo lo que sucedía en el exterior; ajeno a la gestación de un romance que tendría lugar en el pequeño pueblo del que era guardián.

Luces esporádicas de tonalidad verdosa como notas irascibles de la más pura canción de amor. El eco de voces entonadas por aquellos que son portadores de mensajes, que con sus más variados plumajes adornar la imponente existencia de la floresta que se muestra orgullosa de ser dueña de todo.

Un bosque inmarcesible, que se niega a morir, que siempre permanece otoñal; que con su áureo color tapiza todo cuanto toca, dándole un aspecto tostado y esplendoroso al tono nostálgico que ya lo envolvía.

El estruendoso golpetear de las olas del mar del norte contra el alto precipicio de piedra blanca moldeado por el pasar de los años, y tras el horizonte el cielo cubierto de estrellas llegaba para quedarse.

En aquel pequeño pueblo de un halo espectral nebuloso, tan solo iluminado por el claro de luna y el ámbar de los faroles de la plazuela donde el ruiseñor canta una serenata a las estrellas, se puede observar el telón alzarse.

Y en Endless Fall la única señal de vida es el humo espeso salir de las chimeneas de piedra.

Un pequeño pueblo donde el exterior lo es todo.

Pero el trémulo murmullo del viento, que gusta de hacer sonar los ganchos del letrero donde se lee con una caligrafía bellísima "Take a peek", se mantenía ajeno a lo que estaba a punto de suceder. Una afortunada serendipia la cual iba a ser acto de presencia.

De todos modos, ¿qué se puede esperar del viento? ¿Acaso podemos describir su movimiento errático? El viento tiene su manera de ser, así siempre ha sido. No le interesa en lo más mínimo los problemas humanos.

...Pero le encanta contar historias, susurrarlas y adueñarse de ellas...




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