De amor, cliches y otros desastres

||DEL COMO UNA ESCRITORA EGOCENTRICA TERMINA REGRESANDO A LA REALIDAD||

CAPITULO UNO

2 MESES DESPUES

ERIKA

Odio los inicios.

No me malentiendas, amo la sensación de iniciar una nueva historia fresca y vívida que me lleve a un nuevo lugar.

Pero…

El gran punto aquí es cuando nos toca iniciar a nosotros, ¿quién dice que es fácil comenzar de cero? Es más simple cuando algo ya está hecho, tienes donde retomar y seguir, pero cuando no existe nada, debes crear tu propio camino de cero.

Y eso es lo más difícil.

Sobretodo cuando eres el elegido para comenzar un torturoso viaje, sí, soy la lamentable alma en desgracia que tuvo el desafortunado destino de ser la protagonista de este relato. No llevo los hilos ni el control de lo que sucede en estos instantes y eso me asusta. Por primera vez, no soy quién escribe el orden de la historia, mis dedos no son los que están tecleando la computadora en este momento, ni mis ojos fruncidos porque no me convence lo que está sucediendo en la pantalla y mi espalda no es la que está sufriendo por pasar horas sentada reflexionando como continuar esta historia.

Bien merecido que se lo tiene esa persona. ¡SUFRE ESPALDA, SUFRE!

Escribo sobre la hoja del cuaderno como si fuera a surtir efecto las palabras que estoy manifestando en el trozo de papel y eso pudiera afectar a mi destino. No lo hace, las palabras son borradas de la hoja y una carita sacándome la lengua se dibuja entre las líneas.

Gruño, usando el gráfico con fuerza tratando que desaparezca. No funciona. Sigue ahí, presente, observándome con sus ojos burlones sabiendo que soy esclava de sus decisiones.

¿Cómo fue que terminé aquí? Te estarás preguntando eso, yo también, tengo una vaga idea del como y el por qué llegue aquí, pero nada a ciencia cierta puede explicar los acontecimientos de las últimas horas por lo que estoy recapitulando los sucesos que me han traído a este lugar para hallar una solución o pueda conseguir ayuda que me libere de esta pesadilla.

¿Habrá algún lugar donde estas palabras sean transcritas y vistas?

Ojalá que sí, así podría alguien ayudarme a escapar de los hilos del escritor detrás de esta trama.

Todo empezó la mañana del 13 de septiembre.

Mi mente era un caos y mi cuerpo un revoltijo como mi cocina en ese momento, platos apilados, los restos de verduras dispersos a un costado de la mesa y la comida lista siendo almacenada en los tuppers para el resto de la semana. Un malestar devoraba mis entrañas como augurando lo que se avecinaba, algo no me dejaba en paz.

¿No estás exagerando?

Taché las palabras del invasor de mi diario.

ES MI HISTORIA Y LA CONTARE COMO SE ME DÉ LA GANA

Esa mañana no dejaba de pensar en cómo acabé metida en el negocio editorial, como casi todos los escritores, empecé a escribir porque era mi manera de vivir a través de mi imaginación, mis sueños cobraban vida por medio de mis escritos, nadie me juzgaba ni interfería en ello… al menos al principio, lo que muchos ignoramos al inicio es que detrás de cada libro publicado hay un negocio. Dejamos de tomar del todo las decisiones, nos volvemos presos de lo que escribimos buscando captar la atención del público por pensar en números, cifras y gráficas que nos ata el contrato editorial.

Vendemos parte de nuestra alma sin darnos cuenta.

Y escribir va perdiendo la magia después de esos sucesos, soñamos y vivimos escribiendo hasta el hechizo llega a su fin como en los cuentos de hadas, al marcar las doce, después de volar con Peter Pan, recorrer Narnia y participar en los juegos del hambre, llega el momento de pisar tierra firme. El momento donde debemos editar, corregir y arreglar cualquier detalle que sobre en lo que acabamos de escribir. Y eso… Son cosas inevitables, como lavar platos o cepillarse los dientes, siempre hay que regresar al mundo real, y tocar esos temas aburridos pero importantes— de los libros que tanto el escritor y la editorial necesitaban hablar—. Ya no solo se trata de vivir a través de letras, alguien más te vigila, te da órdenes que poner y que no, te hacen pensar en llenar cifras y eso genera ansiedad.

Hoy llegaba ese día que más nervios le daba a cualquier escritor y era dejar salir su creación al mundo, de probar si esos meses de trabajo valían la pena o habían sido una pérdida total. Estaba caminando en una cuerda floja de la que podría caer y olvidarme de publicar otra novela con esa editorial si fracasaba.

Después de años sin hacerlo, mi estómago estaba igual de revuelto que la ensalada que estaba preparando, moviéndose de un extremo a otro como si estuviera mezclándose varias emociones en una receta peligrosa.

No estaba segura de lograr el monto de ventas que la editorial me exigía para evaluar si publicar la secuela de mi novela o, siquiera si podría publicar otra novela bajo ese sello.

—Recuerda nuestro trato, confíe en tu opinión sobre no cambiar el slow burn y dejarlo como deseabas. —fueron duras las palabras de mi editor.

—No te preocupes, lo haré. —traté de sonar segura.

—Eso espero, si no se acabó. —hubo un dejé de burla tras esas palabras y colgó.

Un sabor agrio quedo en mi boca tras eso. No tenía idea si podía lograr cumplir las expectativas del contrato, por primera vez, tenía dudas sobre el resultado final de mi libro. Muchas personas habían interferido en el proceso, no estaba satisfecha y eso no dejaba de rodar en mi mente.

Mi teléfono vibró en mi mano, sonreí leyendo el nombre.

"Amor<3"

Deslicé el botón en la pantalla, pegándome el teléfono a la oreja

—Feliz día de publicación, ojitos bonitos. —Oír su leve respiración al otro lado fue suficiente para calmar el nudo que llevaba minutos formándose en mi garganta, un cálido sentimiento me envolvió casi como si él estuviera aquí.

—Hey, no pensé que fueras a llamar tan temprano.




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