De amores y mentiras.

3| De tormentas y recuerdos.

 

Apenas pongo un pie en mi Niraki después de tanto y el alboroto habitual se hace más grande, me preguntan cosas, me muestran bocetos, adornos, etc. He aprovechado estos días para apoyar esta sucursal, se supone que Serena, mi prima, es la encargada aquí; pero ahora, me ha dejado nuevamente la toma de decisiones mientras estoy en México y no puedo estar más agradecida porque esto me ayuda como distracción, aunque debo confesar que me llena de nostalgia porque así era mi vida anterior al matrimonio. 

Entre tantos rostros conocidos resaltan un par de ojos azul que me observan acompañados de una sonrisa esperando pacientemente a que me desocupe, sonriendo me acerco a ella para abrazarla.

— Kai, que alegría verte.

— ¡Qué bonita sorpresa!, ¿Cómo has estado?

— Estresada por la fiesta de este fin de semana -deja escapar un suspiro, pero lo sonrisa no abandona su rostro -¿vendrás verdad? –me mira ilusionada por una respuesta afirmativa.

— Por supuesto, quiero conocer a Leila –comenzamos a encaminarnos a mi oficina –además, Aiden llega el viernes –puedo notar que, por un momento, se desvanece la sonrisa de Amanda, pero logra recomponerse. Es natural y comprensiblemente dejo pasar el gesto.

— Genial, desde tu boda no lo veo -no es que Amanda deteste a Aiden, simplemente no se siente cómoda cuando él esta presente.

— Muy bien, supongo que estas aquí para ver lo de los centros de mesa.

— Así es, y esta vez no traigo a mi primo metiche –se ríe y yo sonrío tratando de seguirle el chiste.



 

Cinco años atrás...

Unos años atrás en otro lugar y en otro tiempo, un par de ojiazules esperaban en la estancia de mi casa, una más ansiosa que el otro -al menos eso creía yo; -después del incidente en la carretera y de quedar mudo ante mis últimas palabras, resultó que Kaelum estaba bastante intrigado.

— Te digo que es de tu edad, –habla Amanda – solo que tú te ves más viejo.

— Dices eso para burlarte de mí, estoy seguro que a lo mucho tiene veintiuno.

— Hola, chicos, buenas tardes –solo saludos con mi voz ya que mis manos están ocupadas cargando dos cajas que, aunque eran grandes, no pesaban mucho; sin embargo el caballero Kaelum se levantó inmediatamente para ir a auxiliarme y agradeciendo me acomodé para iniciar con mi presentación, sin embargo, Amanda me ganó el mando. 

— Kai, ¿Cuántos años tienes?

— Veinticinco –sonrío, pero la extrañeza no deja mi rostro –ya te había dicho, ¿no? –la rubia  sonríe triunfal.

— ¿Y cuántos crees que tenga él? –señala al hombre a su derecha.

— Mmm... unos 27, 28... más o menos –suelto una risa nerviosa, no me gusta mucho adivinar edades porque casi siempre meto la pata.

— Ok, es todo, me voy –el ojiazul hace ademán de pararse sin embargo no lo hace –y luego dice que soy yo el que no debe ir sacando conclusiones con las edades -me acusa con su prima.

— Lo siento, pero ¿a qué viene todo esto?

— Él no me creía que tienes 25, igual que él, decía que a lo mucho tenías 21.

— ¿Tienes 25? –mi voz sale más fuerte de lo que quiero dejando ver mi sorpresa, hubiese jurado que era mayor que yo.

— Ya no –cruza los brazos como niño pequeño.

— Ya deja el drama, prometiste portarte bien -su prima rueda los ojos.

— ¡Pero si ustedes son las que se están portando mal conmigo! –Amanda le lanza una mirada amenazante –está bien, continúen -mueve su mano y solo logro soltar una pequeña risa, parece un niño caprichoso aunque en el fondo todo lo dice y hace en broma, al menos esa sensación me da.

— Muy bien, –comienzo a acomodar los arreglos frente a ellos y comienzo a explicar:  –estaba pensando que estos grandes podríamos ponerlos en las mesas cercanas a la pista, estos otros en las mesas más escondidas y este en su mesa principal. Sé que suena de locos, pero ahí te va. Cuando Kike y tú estén en la pista y les tomen fotos, estos arreglos resaltarán como parte de la decoración, ya ves que antes se usaban unas enormes bases alrededor de la pista con flores –veo al frente confirmando que la rubia me escucha atenta, asiente junto a su primo y continuo sin parar  –bueno, además de la decoración de la pista estos arreglos serán un plus a la decoración. Ahora, en la mesa principal sugiero unos centros más pequeños para que ustedes estén visibles en todo momento, ya que ustedes son el centro de atención – termino y ellos me miran atentos, pero al ver que siguen sin decir una sola palabra, nerviosa agrego: – ¿hablé muy rápido? –ambos niegan.

— ¡Me encanta! –por fin habla la rubia y suspiro aliviada.

— En serio tenías razón –retira su mirada de mí y se dirige a su prima –esta mujer es una máquina de ideas –suelto un ligera risa nerviosa sintiendo mi mejillas arder, pero no digo nada.

Continuamos hablando sobre los detalles de la boda, mientras el ojiazul nos veía atento, era evidente que le encantaba ver la cara de felicidad que tenía su prima. Hasta donde entendí, solo se veían unas cuantas veces al año, ya que ella vivía en Alemania y él en Canadá, pero aun así se tenían un cariño muy grande. Amanda y Enrique no eran el primer caso de amor internacional en su familia, lo mismo pasó con los papás de Kaelum, él era alemán y ella canadiense, es por eso que para ellos no fue imposible seguir luchando por su amor a pesar de la distancia que los separaba.

— Oye, Kai, te he querido preguntar esto desde hace mucho –asiento con la cabeza indicándole a que realice la pregunta – ¿cómo sería tu boda ideal? –me toma por sorpresa y se me escapa una pequeña risa, curiosamente es la primera vez que me hacen esa pregunta.

— Pues... no lo sé –busco en el fondo de mi alma una respuesta y digo lo esencial  –mmm... me gustaría que fuera en un bosque, definitivamente y en otoño... no sé, nunca lo había pensado, –río nerviosa –pero el azul debe estar presente y algo mexicano.

— ¿Y cómo te gustaría que se te propusieran? –se notaba a leguas la emoción de la novia.




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