De amores y mentiras.

7| Los Hermanos Kinnaird.

K A I R A

— Deberías ir a visitarlo si tanto lo extrañas –decía Lau al teléfono.

— ¿No crees que es demasiado pronto? Es decir, solo han pasado unas semanas y ni siquiera hemos formalizado, me vería como una intensa.

— Kai, nunca te había escuchado tan ilusionada por alguien y por lo que me has comentado, creo que él también te quiere mucho.

— ¿Pero y si mi presencia no es grata allá?

— Entonces, por lo menos te habrás paseado por Canadá –me quedo en silencio, Canadá es precioso, pero con el corazón roto no creo poder disfrutar tanto –Kai has ido sola a otros países, ¿por qué ahora dudas tanto?

— No lo sé, Lau. Es la primera vez que alguien me gusta tanto y, aunque se ha portado de lo más lindo conmigo, tengo miedo de llevarme un chasco por ir a verlo de sorpresa.

— Una vida con miedo no es vida.

Aunque sé que mi mejor amiga tiene razón, la duda no abandona mi sistema. Suspiro y una idea llega a mi mente: si en un mes me siento igual de ilusionada con él y veo que él también conmigo, tomaré un vuelo directo a Quebec para verlo.

— ¿Por qué tienes que estar tan lejos tú también? -digo después de analizarlo.

— La editorial me está presionando con las correcciones del final de La Venganza de Sadkiel, me recuerdan a ti cuando me pedias más sobre él.

— En mi defensa, es inevitable querer saber más sobre ese precioso ex militar de ojos grises.

— Meh, a mí no me cae tan bien.

Decir que estoy muy orgullosa de mi mejor amiga es poco, pues después de varios intentos por fin pudo publicar sus historias, especialmente la antes mencionada que era mi favorita; sin embargo, eso también la había separado aún más físicamente, pues justo ahora se encontraba en la Toscana italiana disfrutando de su soledad. Ella nunca ha creído en el amor, pero tengo la firme creencia de que ella algún día lo va a experimentar y tragarse todas sus palabras anti romances.

...

Agito la botella de pintura blanca antes de dar comienzo a mi labor, siempre me ha gustado que las bases sean en colores neutros o muy claros, pero el que mejor se ve es el blanco, siento que las decoraciones resaltan más con este color.

— Buenas tardes -hablan a mi espalda y de inmediato detengo mi trabajo para ir hacia donde el muchacho que me mira sonriente y le devuelvo el saludo.

Sus ojos azules automáticamente hacen que mi mente vuele a miles de kilómetros al norte, aunque no son del mismo tono, algo en él me recuerda a Kaelum. Sin embargo, dejo pasar ese pensamiento, creo que ya me estoy obsesionando con el tema y eso no me agrada. El joven me informa que viene por un presupuesto y de inmediato lo invito a pasar para hablar sobre el tema.

— Me gustaría que fuera con tema de Playboy –elevo mis cejas y suelto una leve risa, esperaba algo más como motos y cosas por el estilo –ya sabes, conejitas, moñitos –me sonríe coquetamente.

— Muy bien, –tomo mi cuaderno haciendo caso omiso a su gesto y comienzo a dibujar –entonces supongo que los colores principales serán el blanco y el negro, ¿gustas que el incluya rojo o quizá rosa?

— Rojo está bien, ya sabes el color del amor.

— Ok, se me ocurre que de fondo principal iría la imagen del conejo que distingue a la marca, colgar telas blancas y negras, así como tarjetas con el logo, podríamos poner moños en los vasos...

— ¿Puedo agregar imágenes de chicas? -me interrumpe y en sus ojos veo un deje de diversión y algo me dice que quiere ponerme nerviosa.

— Por supuesto, –digo de forma neutra y continúo dibujando en mi cuaderno –si quieres enviármelas y yo las mando imprimir, ¿las quieres a tamaño natural?

— Eso estaría genial –asiento y le devuelvo la sonrisa, no ha dejado de mirarme, pero finjo que no le presto atención, me parece un poco extraña su actitud, sin embargo, me concentro en lo que hago.

Agrego las preferencias del cliente en el boceto y comienzo a colocar en una esquina el material que voy a necesitar. Finalmente le muestro el diseño de la distribución porque en realidad no soy una gran dibujante, le muestro donde va cada cosa y él sonríe satisfecho. Insisto en que algo en su rostro me parece familiar.

— También puedes contratar al Show Funxpres, ellos se dedican a ambientar fiestas y si les hablas de tu temática seguro preparan un show bastante entretenido –le entrego la tarjeta, es el mejor grupo de bailarines y ambientadores de la región, por ello siempre busco recomendarlos, es una inversión que vale la pena hacer.

— Excelente, muchas gracias –me guiña un ojo.

— Entonces, déjame pasar todo esto a computadora y te lo envío al correo. También cuando apartes el lugar me pasas la información para preguntar desde a qué hora podré ir a decorar para organizar mis tiempos.

— ¿Y si mejor te lo digo en una cita? -su pregunta me deja estática unos segundos y con una sonrisa respondo:

— Eres muy amable, pero no, gracias.

— ¿Por qué? ¿Alguien se me adelanto?

— Pues, en realidad sí –me sincera –y la verdad me interesa bastante esa persona.

— Lo siento no creí que tuvieras novio.

— Pues no es oficialmente mi novio, pero sí es alguien muy especial para mí –sonríe, aunque sus ojos muestran un deje de frustración.

— Debe ser muy afortunado, aunque algo tonto si me lo preguntas, no puedo creer que aún no se te haya declarado.

— Bueno, sí lo hizo, pero no me ha pedido formalmente ser su novia -me encojo de hombros, pedirlo es lo más natural o eso creía hasta que continuó hablando.

— ¿Cómo? –ahora su rostro estaba cargado de confusión.

— Bueno, es que se supone que los hombres les piden a las mujeres ser sus novias para hacerlo oficial, si no, simplemente son ligues o coqueteos sin compromiso.

— Ah ya, bueno de donde soy no es necesario tanto formalismo, cuando una chica acepta salir con nosotros constantemente ya lo tomamos como un noviazgo.




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