De asistente a esposa

2. Tiempos desesperados, medidas desesperadas.

Mis pies fueron pateando una piedra que se cruzó por mí camino en mí trayecto a casa. Y debo admitir que me sentí un poco mal por el pobre objeto inanimado que fue víctima de la frustración que cargaba en mí pecho y que hundía a mí cabeza, posicionándola entre medio de mis hombros.

No podía creer que Damian hubiese avisado de su tiranía para dirigirse a mí de ese modo. Entendía que era el que mandaba dentro de ese enorme edificio de grandes ventanales donde todo el mundo pretendía ser feliz y no los juzgaba, a veces teníamos que engañar a nuestras mentes para poder sobrellevar la vida adulta, una que no se parecía ni cerca a la que nos habían querido vender las películas que veíamos durante nuestra adolescencia mientras engullimos toneladas de dulces.

Tengo que confesar que en ese entonces habría dado todo por ser como Jenna de "Como si tuviera treinta". Quería tener 30, ser coqueta y prospera. Y si, había llegado a esa edad sin embargo lo que desconocía es que habían ciertos aspectos que se dejaban de lado en la película, como que era sumamente complicado conservar un trabajo, o pagar la renta o tener lleno el refrigerador. Supongo que de eso se trataba la magia de la ficción. No sé revelaba la verdad para así no hundir en la miseria al público.

Y confíen en mí, me hubiese gustado seguir viviendo en ese universo de fantasía, no obstante debía salir de mí imaginación y hacerle frente a la realidad y a mí presente que no se veía para nada prometedor.

Y las cosas se pondrían incluso peor cuando pusiera la llave en la puerta del loft y la hiciera girar a la izquierda para que se abriera. Algo que no sucedió como debía ser dado que en la diminuta ranura que la separaba del piso había un sobre de papel madera que no esperaba en absoluto recibir.

Mí corazón se detuvo en su pecho cuando reconocí el sello que tenía en la esquina superior. Inmediatamente la voz de la reportera del canal 9 que se encargaba de dar las noticias a primera hora de la mañana.

—El gobierno se está encargando de revisar una por una las visas de los inmigrantes que han llegado aquí en los últimos cinco años y revocandolas, que quede claro esta es una forma elegante de decir que empujan sutilmente al interior del próximo avión, a los habitantes de Dublín que no hayan conseguido cumplir con las reglas para que la misma no quede nula. Si usted es uno de los posibles perjudicados se les recomienda que revisen su situación para así evitar cualquier inconveniente y su inminente expulsión del país.

Menee mí cabeza para sacarme de encima ese horrible pensamiento.  Yo no podía estar en esa lista de enemigos públicos. ¿O si?

Solo había una forma de saberlo. Tomé una profunda respiración y rasgué con mis uñas la estampa que lo sellaba en el centro.

—Se le comunica por medio de este medio que su vida no ha pasado la revisión general. Encontramos en sus datos personales algunos fallos que nos generan una profunda preocupación y somos conscientes de que usted está al tanto de las normas con las que nos regimos es por ello que le pedimos que las arregle para así no vernos en la obligación de firmar los papeles de su deportación. Tiene 30 días para solucionarlo, de otra manera su visa no podrá ser renovada y tendrá que regresar a su país de origen.

El comunicado se escapó de entre mis dedos y bajo hasta el suelo, volando por la brisa que ingresaba por la ventana.  Y de repente tuve.la sensación de que la habitación había empezado a girar a una velocidad vertiginosa.

Debía sentarme si no quería terminar desmayandome. Con la suerte que tenía posiblemente nadie se percataria de mí ausencia y encontrarían mí cuerpo semanas después. Cómo si fuese poco en mí epitafio se referían a mí como Sally y no como Lucy.

Podía verlo y no era gracioso. Aunque se a quien si le arrancaría una risotada descomunal. Samuels.

Me recosté contra el almohadón del sofá que había encontrado en una tienda de segunda mano, el cual resultó ser incluso más cómodo de lo que me habían prometido y cerré a mis ojos,tratando de hallar en mí cerebro un escenario que no fuese tan catastrófico.

En vano porque en cada uno de ellos me podía ver cruzando el pasillo hacia el avión a la vez que me despedía de mis sueños, de las metas por las que había luchado y de la oportunidad de cerrarle el pico al imbécil de mí jefe.

Diablos que le costaba a mis padres haberse instalado aquí los años necesarios para ser considerados parte de la población. Si hubiese sido así no me encontraría ante este problema. Desafortunadamente nunca se les cruzó visitar la soleada Irlanda por lo que la única que podía salvarme era…Yo.

Mí móvil sonó en mis pantalones sacándome por un instante de mí desolación.

La fotografía que había tomado de Polly durante una tarde en Coachella apareció en la pantalla.

—Estoy en el bar de abajo y me encuentro desesperadamente deprimida por estar con mí propia compañía bebiendo mí cerveza. ¿Te me unes?— pidió.

Tal vez tenía que ser madura y negarme a su invitación en especial porque tenía asuntos importantes y urgentes que atender. Aún así un poco de diversión no me haría mal.

—Estaré allí en diez— respondí y puse fin a la llamada.

✉️✉️✉️

—Me ha llegado la noticia de que te has visto envuelta en una disputa con Samuels— apresuró el contenido de su Corona en su garganta.

Era como si sus ansias por el chisme le ganasen a la lógica de que si seguía haciendo si terminaría ebria con su próxima botella.

—Vaya, si viajan rápido— masculle jugando con la aceituna de mí Martini. Y si se que piensan, debido a mí delicada situación tendría que estar siendo más cuidadosa con mí dinero pero había decidido que si me vendría abajo, al menos encontraría un sedante para soportar la tortura que conllevaba amigarme con el fracaso que esto representaba.

—No tienes nada de que preocuparte. Seguro que para mañana habrá quedado en el olvido, no es precisamente un hombre que guarde bajos rencores o que tenga el don de una memoria duradera, algunos dicen que se debe a la cantidad de sustancias que se ha metido por la nariz y se ha colocado abajo de la lengua— puso las manos en alto para defenderse al notar mí reacción — Conste que son rumores y no estoy afirmando que sean ciertos. En fin, si él reaccionó de ese modo es porque se tiene que haber sentido amenazado por ti. No está acostumbrado a que alguien le haga frente y mucho menos a una mujer. En varias ocasiones creí que nos temía y ese temor era lo que lo llevaba a menospreciarnos, a tratarnos como una raza inferior a él. No le des demasiadas vueltas al tema. Cuando el sol aparezca habrá quedado en el pasado— sentenció dándome una palmadita en la espalda, asumo que para tranquilizarme.




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