Carlos lanzó en periódico frente a ella, furia era lo único que había en sus ojos Mariana lo vio y lágrimas corrían por sus mejillas ¿Qué podía decir? Él estaba demasiado absorto en su odio -Pensé que ibas a cambiar, pero me doy cuenta que es mucho pedirle a una cualquiera que deje su vida ¿te gusta? Yo estaba dispuesto a soportar todo lo que hiciste antes de conocerte.
-Carlos mi amor, escúchame.
-No tengo nada que escuchar, eres una maldita solo jugaste conmigo ¿dime por lo menos conoces a ese hombre o es uno de esos tantos con los que te vas a la cama? -Mariana no lo soportó más y le dio una bofetada, tenía todo el derecho de estar enojado, pero no de tratarla así. Desde que conoció a Carlos nunca había estado con otros hombres, hasta la noche anterior.
-Me pegas porque sabes que tengo la razón, que lastima me das. Yo deseaba hacerte una mujer con dignidad, pero tú vas y te revuelcas en el lodo. No voy a permitir que vayas ensuciando mi apellido.
-Yo no quiero tu apellido, tampoco me falta dignidad. He cometido muchos errores y si pudiera los cambiaría, pero quiero que sepas una cosa, yo te amo...
-Callate ramera, no tienes nada que decir.
-Te equivocas Carlos. Puedes enojarte todo lo que quieras pero a mí vas a escucharme. Tú me conociste en el teibol dance, sabías a lo que me dedicaba y dijiste que no te importaba, que te daba igual. Marcaste un antes y un después ¡si estuve con muchos hombres cuando no eramos novios! pero no cuando ya lo fuimos. No tengo idea de lo que pasó, estaba en mi trabajo y hoy amanecí en la cama de otro hombre...
-Y lo dices así sin pena ¿Qué clase de mujer eres? aunque no mereces ser llamada así. Tú eres una basura, la peor de las escorias, te odio -Carlos se dio la vuelta, no quería escuchar más, Mariana debía estar agradecida con él por quererse casar con ella a pesar de lo que hacía, pero no, a la chica no le gustaba que la tratarán como se lo merecía.
-Carlos por favor... -Intentó tomarle el brazo pero la madre de este se lo impidió -Deja en paz a mi hijo él es un buen hombre y no merece a alguien como tú que vas por el mundo buscando tipos que te calienten la cama. Eres una cualquiera sin remedio, mi Carlitos como siempre tan bueno quiso hacer una obra buena, pero bien dicen que las cabras siempre tiran al monte.
-Ni un insulto más o se me va a olvidar que es una persona adulta y voy a hacer que su cabello barra la calle ¿está feliz? Usted no quería que me casara con su hijo, pues bien déjeme felicitarla, usted ganó. Solo voy a decirle algo 《nadie va a querer tanto a su hijo como yo 》le aseguro que no va a poder olvidarme y que un día ustedes se van a arrepentir de tratarme de esta manera y agradezco no haber unido mi vida a su hijo porque hasta hoy lo conocí. Por supuesto que no lo merezco un hombre que le habla a una mujer así no es digno de nadie.
Con el corazón echo pedazos, salió de la iglesia con una mirada desafiante. La vida le enseñó a no dejarse de nadie. Si bien no tenía muy buena reputación no era porque todo lo que decía de ello fuese cierto, sino la gente observaba algo y se imaginaba otras cosas. Ella podía decir la cantidad de hombres con los que había estado, no era una santa, pero ¿quién lo era? A caso Carlos era virgen por supuesto que no. Ya no lloraba desolada, simplemente se sentía impotente.
La sociedad era así 《si una mujer tenía relaciones con muchos hombres sería una cualquiera toda su vida, pero si un hombre era quien llevaba esa vida le perdonaban las faltas》Cuando estaba pequeña no la dejaban jugar fútbol porque podía en un moviendo brusco perder su virginidad y eso tenía que guardarla para cuando tuviera a su esposo ella se pregunta ¿si a los niños también les pedían eso? O era solo para las niñas.
En realidad querían guardar su virginidad para venderla, por eso cuando el esposo de su tía la tocaba solo eran caricias superficiales. Él le decía que era muestra del cariño que le tenia, fue hasta que tenía doce años que entendió todo, el muy maldito disfrutaba manosearla. Uns noche escuchó como la hermana de su madre hacia negocios por ella decidió huir y nunca volver, el tiempo y los golpes de la vida le enseñaron a no dejarse de nadie. Amaba a Carlos, pero no iba a permitir más humillaciones en su vida.
Caminó con la vista al frente y un nudo en la garganta. Alguien entraba en ese momento estaba tan distraída que chocó contra él perdió el equilibrio y cayó sentada. Ignoró la mano extendida para ayudarla se levantó por sí sola, abrió el broche de su vestido y en plena iglesia se quedó sin nada excepto la lencería blanca escogida para la ocasión. Los presentes admiraron la valentía de la chica, muchos de ellos criticaron su comportamiento, pero uno en particular disfrutaba el espectáculo.
Mariana no quería ir a ni un lado, sentía la necesidad de huir, pero no sabía a donde. Al parecer la mala suerte nunca iba a dejarla, cuando todo marchaba bien siempre aparecía algo para enseñarle que no nació para ser feliz. Limpió las lágrimas que brotaban de sus ojos, se recriminaba por todo incluso por llorar, cruzó la calle sin darse cuenta que un vehículo iba pasando.
Daian observaba todo desde la entrada 《esa mujer tenia agallas》 sonrió complacido al escuchar como se defendió, esa imagen era la que necesitaba, tal vez solo un poco menos salvaje. Pensó por un momento en intervenir pero la chica demostró no necesitar ser salvada, ni siquiera aceptó su mano como apoyo cuando tropezó con él. No se dignó verlo solo se quitó el vestido frente a todos y salió 《sin duda le faltan muchos tornillos》
La siguió y cuando pensó que la había perdido de vista la chica aparece cruzando la calle. Daian frenó, pero todavía la golpeó, Mariana cayó frente a él y se levantó al mismo tiempo —¿Qué demonios pasa contigo? ¿ estás ciego o qué? Por poco me matas, vas por el mundo atropellando personas idiota.
—Oye cálmate. Tú fuiste quien se atravesó, yo venía conduciendo tranquilo. Sales como una loca y pasas la calle ¿Qué esparabas? Confeti al cruzar.