Es la tercera vez en la semana que rechazo una invitación de último minuto, justamente cuando estoy trabajando.
—Ya te dije que estoy ocupada, Kieran. ¿Por qué sigues creyendo que es buena idea? —niego y me retoco el maquillaje, ya que estoy a mitad de grabación de mi nuevo video semanal sobre un libro que ganó en las encuestas de mis seguidores. Antes de haber sido interrumpida por sus llamadas consecutivas, y a pesar de haber puesto mi celular en “no molestar”, la vibración y su insistencia son a prueba de ello.
—¡Somos buen equipo! ¿Ya viste las visualizaciones y comentarios de las personas? ¡Les gusta vernos juntos! —grita con emoción a través del altavoz, hago un gesto al escucharlo ser tan ruidoso. Ahora es él quien está detrás mío para conseguir algo, quiere que grabemos más contenido juntos ya que sus seguidores parecen tener otra presa fácil, carne fresca, yo.
—Les gustas tú, pronto se aburrirán de mí, ya verás. No creo que sea buena idea, sinceramente. ¿Y por qué Aeron te dio mi número? Eso no acordamos —me aplico más blush de color coral, encima de mis pecas, me peino el flequillo y acomodo mi cabello color caramelo.
—¡Por favor! No tiene que ser contenido muy elaborado, será rápido. Podemos grabar un en vivo mientras paseamos por el parque o vamos a comer lo que gustes, vayamos a donde quieras. ¡Yo pago!
Su desesperación en su tono me da gracia y su oferta me hace considerarlo. ¿Pagar por mi compañía? Aparte de ir donde quiera, parece un trabajo de ensueño.
—Sabes que es de mala educación jugar con el tiempo y disposición de las personas, pero revisaré mi agenda para ver si puedo hacer una excepción —me aplico gloss con brillos rosas y su respiración de frustración me hace ahogar una risa.
—O puedo ir a tu departamento, tengo tiempo libre, puedo esperar.
Mi corazón late más rápido ante sus palabras, ¿Y dejar que espere mientras me escucha trabajar? ¡Ni loca! Me sentiré presionada y nerviosa. Necesito mi privacidad al grabar, para poder inspirarme sin equivocarme.
—¿Tan ansioso estás por verme? Espera que termine de grabar, ya casi termino. ¡Te regreso la llamada! —se lo digo rápido y cuelgo.
Y así es como terminamos aquí, en su auto deportivo de color negro brillante, en donde llegó a recogerme fuera de mi edificio. Su estilo contiene la misma estética, todo de color negro con unas gafas de sol.
No sabía que los influencers de su nivel ganarían tanto dinero, ¿Hará algo ilegal? Sospechoso.
Con el dinero de ese auto, terminaría de pagar mi departamento y podría remodelar la cafetería. Incluso, podría comprar un nuevo sofá para la sala, sí, mentalidad de señora.
Suena el claxon y me asusta.
—La luz natural se acabará si sigues juzgando mi existencia, ¿Puedes subirte ya? Ah, disculpa. Se me olvidó que estaba frente a una escritora que idólatra los actos de servicio —se sale del auto y va directo a abrirme la puerta, al notarlo, me doy prisa para evitarlo y termino golpeándome la cabeza a la par que me dejo caer en el asiento de piel.
Me quejo y me sobo el área donde me golpeé. Soy una ridícula que no sabe interactuar con el género opuesto. Típico.
—¡¿Estás bien?! —se quita las gafas para analizarme e intentar ayudarme.
Niego y después asiento rápido para terminar por enseñarle el pulgar en señal de aprobación.
Una sonrisa se dibuja en su rostro, cierra la puerta y regresa a su asiento.
—Pensé que Aeron sería tu chófer en una camioneta o algo así —bajo un poco la ventana y escucho su risa. El aroma artificial de su aromatizante me causa un poco de náuseas. Y todo luce pulcro, intacto.
—No necesito niñera, aparte, no soy uno de tus idols coreanos que tanto te gustan.
—¿Cómo sabes eso? —respondo de inmediato, viéndolo con sorpresa. No es que solamente las personas cercanas lo sepan, sin embargo, nunca se lo comenté.
¿Es tan evidente mis gustos asiáticos? Vaya.
—Digamos que “analicé tu perfil” —da la vuelta a la calle y pone el GPS en la pantalla.
—Un stalker, clásico. O es que, simplemente Aeron hizo la tarea, porque creí que no lo necesitabas —sonrío al pensarlo y él se queda serio.
—¿A dónde quieres ir? —cambia el tema y nos miramos un instante.
—Tengo hambre. ¿Podemos ir a comer y después grabamos? No me gustaría que me vean en internet comiendo desprevenida y saquen nuevo material para molestar.
Accede al asentir.
—Hecho, ahora elige el lugar —me apunta con la barbilla al GPS.
Sonrío al saber perfectamente dónde quiero ir.
Pongo la dirección de mi lugar favorito de ramen y él al darse cuenta, intenta protestar.
—Tú me diste libertad para escoger y yo utilicé mi libre albedrío. Si no eres alérgico, no debe haber problema, y hay más platillos si no te gusta. Lo tomas o lo dejas —lo apunto y al quedarse callado ante mi argumento, levanta las manos como si se rindiera.
—Tan mandona… —susurra y tose.
—¿Qué dijiste? —me acerco para mirarlo.
—Lo que pida la reina —sonríe falsamente y elevo una ceja.
#4907 en Novela romántica
#1465 en Chick lit
#1812 en Otros
#426 en Relatos cortos
Editado: 17.05.2025