# De Fake A Date

¿Ahora qué ha pasado?

Despierto después de desvelarme releyendo mi libro que publicaré en físico, he estado dándole los últimos detalles. Miro la hora y cuando veo las doce y media, tengo un montón de notificaciones de mis redes sociales, llamadas perdidas de Kieran, así como textos suyos.

¿Hice algo y no lo recuerdo? ¿Compartí un meme que no debería? ¿Se filtraron mis fotos vergonzosas de la adolescencia? ¡No entiendo nada!

Mi corazón comienza a latir más y más rápido, pienso que ha ocurrido una emergencia, intento encontrarle explicación y siento el pánico inundarme. Para contactarme con esa desesperación debe tener una buena razón.

Le regreso la llamada, mis manos tiemblan, aún me siento adormilada. No tarda más que segundos en responderme y después me cuelga, me llama de nuevo y acepto, es una videollamada. ¡Maldición! ¡Debo de verme terrible con este cabello como nido de pájaros y ojeras como mapache!

Me intento acomodar el cabello, aclaro la garganta y toso al verlo en su ropa deportiva, sudado y en lo que parece un gimnasio.

—¡Por fin me respondes! Estaba preocupado —se acomoda sus audífonos y se quita el sudor de su frente con una pequeña toalla. Parece que está relativamente bien, solamente desesperado, me contagia su ánimo.

Voy por mi termo con agua que está en mi mesita de noche de mi habitación, y bebo un gran sorbo. Oh, ese ángulo es muy inapropiado y estoy muy dormida para esto.

—Estaba dormida, me desvelé editando. ¡Ahora, dime lo que pasa! Me dará un ataque al corazón a este paso —le exijo y las notificaciones siguen llegando, son muchos mensajes y comentarios. ¿Ahora qué ha pasado?

Tartamudea y alcanzo a leer palabras como “Declaración”, “En vivo”, “Friendzone”.

—¡¿Ahora qué hiciste, Kieran?! Voy a leer lo que está diciendo la gente, soy la única que no sabe nada.

—¡NO! —su grito me asusta y casi tiro el celular de mi mano. Lo miro y corre de donde estaba hasta el estacionamiento, entra en su auto como si su vida dependiera de ello, como si fuera parte de la saga de Rápidos y Furiosos. —Voy a tu departamento a decírtelo en persona, no leas nada todavía, por favor —a pesar de su voz agitada, escucho el tono de súplica.

—¿Ahora? —me levanto de mi cama, me veo en el espejo y soy un desastre andante, necesito tomar un baño urgentemente.

—¡Sí, ahora! Llego en diez minutos —me avisa antes de colgar, aviento mi celular a las sábanas, pongo mis manos en mi cabeza y corro a poner todo decente de manera exprés, incluyéndome.

¡Odio las visitas inesperadas! Sobre todo cuando son por parte de un escandaloso influencer al volante.




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