Pasó lo inevitable, cuando creí que mi reflexión nocturna con insomnio frente a esta decisión me llevaría a rechazarla… Estoy aquí, en el departamento de Kieran, el cual es bastante amplio, lleno de cuadros artísticos, colores oscuros en sus muebles y tiene un acabado lujoso, como me lo imaginaba. Firmo el contrato después de negociar los términos y condiciones de manera minuciosa.
—Está hecho, chicos. La estrategia es la siguiente: Jugaremos con la narrativa de su público. Al principio, no confirmarán su relación, es más, la negarán y actuarán como “amigos cercanos”. Debe lucir creíble, natural, orgánica y empezarán por colaborar juntos, salir a lugares públicos en donde publiquen fotos del mismo lugar en sus historias, comentarse y responderse en sus redes sociales, compartir indirectas ya sea en canciones, frases, conversaciones, descripciones en sus publicaciones o incluso, memes. Eso incrementará el interés, deben dejar pistas que van subiendo de intensidad para generar hype —Aeron nos deja una copia del contrato a cada uno y veo las anotaciones en la esquina sobre lo que estoy y no de acuerdo en hacer.
Como “fan service” explícito, polémicas, exceso en las demostraciones de afecto, apodos ridículos, control sobre la creación de mi contenido y mis cuentas, libertad creativa y flexibilidad en las ideas a realizar, respeto a mis decisiones sin importar el momento, contar con una palabra clave para detenernos, evitar relacionarnos románticamente en público con otras personas, lo que sea innecesario añadir a esta farsa.
Nos comparte un cronograma conforme semanas en los últimos meses del año en lo que dura el acuerdo. Viene detallado desde ideas para las salidas semanales, recomendaciones en temas para nuestras colaboraciones, eventos en los cuales podemos aparecer juntos, ejemplos de frases y fotos que podemos utilizar o recrear, lo cual no es muy original aunque nos da una guía creativa sobre lo que podemos hacer.
—Está todo muy bien organizado, Aeron. Acaso, ¿no es la primera vez que hacen esto? —los miro a ambos y Kieran rodea los ojos, ofendido.
—Eres la décimasexta. Siéntete especial, Rhia —sonríe y bebe de su té helado por el horrible calor que está haciendo en este día soleado.
Al instante, entiendo la referencia.
—Oh, no puede ser. ¿Ahora me dirás que tienes Cincuenta sombras que te atormentan? No sabía que tu máscara era tan pesada —finjo sorpresa con exageración y me sigue el juego, al oscurecer su semblante.
—Para el “cuarto rojo”, necesitamos una palabra clave en caso de emergencia, ¿Qué tal “poesía”? Podemos hacer poesía ahí dentro, señorita Moirath.
Su respuesta aunque al principio me causa gracia, después escala a un entorno más comprometedor y encima con ese tono serio, me hace sonrojarme con vergüenza y molestia por sentirlo como una falta de respeto. Le pego en el hombro al estar al lado suyo, dándole entender que es suficiente.
Se queja y Aeron nos mira a ambos, tal vez intentando entendernos.
—¡Basta, Kieran! No empieces un juego absurdo de quién pone más incómodo al otro que por si no lo sabías, desgraciadamente tengo experiencia en lecturas bastante cuestionables a mi apariencia inocente.
—¿Inocente tú? Já —se queja y se pasa su enorme mano por el hombro. —¡Pongo la regla de que dejes de tocarme! Te la pasas atentando contra mi integridad personal, no es justo. Solamente porque eres mujer.
—¿Ahora te quejarás como si fueras un señor casado? Si quieres golpearme, ¡Atrévete!
—¿Nunca tuviste lecciones de artes marciales? ¡Ahí te enseñan que primero es el diálogo! —se altera, se levanta de la silla de su enorme y redondo comedor de cristal y yo hago lo mismo.
Aeron en medio de nuestra discusión, cansado, pone un sonido horrible a todo volumen, que casi siento mis tímpanos sangrar. Nos cubrimos los oídos como reacción natural.
—¡Suficiente los dos! Parecen un matrimonio de treinta años, por favor. Si quieren tener una razón para tocarse, pónganse a grabar y ya —Aeron se levanta, con frustración se rasca el cabello y se dirige hacia la cocina a beber un enorme vaso de agua.
—Al menos hay un adulto aquí —bebo de mi té verde helado y miro a Aeron tomarse un instante para recuperare de nosotros. Debe ser estresante ser mánager. Y en especial, en esta situación.
—¿Qué tal “Poesía”? —suelta Kieran y mira los papeles sobre la mesa.
—¿Era en serio?
Asiente.
—Puede ser muy simple, aunque es “natural”, en vez de alguna palabra rara y más elaborada. Aparte, el primer libro que vi en tu cafetería era de ese género.
Niego con una sonrisa, pienso en más posibilidades aunque mi cerebro está seco, tal vez algo relacionado con el café.
—¿Y “Espresso”? —propongo.
Sonreímos ante el recuerdo.
—Algo más dulce, ¿Qué te parece “Latte”? —juega con el bolígrafo con el que firmamos y niego al instante.
—¡Así se llamaba mi hámster!
Me mira con extrañes.
—¿Quién le pone así a un hámster?
—¡Yo! Era de color blanco con café, era tan lindo, pequeño y esponjoso —ante el recuerdo de mi fallecido hámster, sonrío con nostalgia y elevo las manos como si aún quisiera apachurrarlo inevitablemente de la ternura.