Bebo otro cóctel alejada de los demás, ahora entiendo la sensación de estar en un rincón en este tipo de eventos. Ha pasado cerca de una hora y me la he pasado en el barandal, admirando la vista nocturna de la ciudad, bebiendo sin parar para poder relajarme y evitar pensar en lo que acabo de presenciar.
Intento ignorarlo, distraerme, pero no funciona, empeora con los minutos y lucho intensamente por no romper en lágrimas como una ridícula dramática y borracha.
A pesar de mis intentos, el hecho de revisar un correo electrónico que tenía sin ver, con una invitación de ensueño… Empeora todo.
Leo por consecutiva vez la invitación de la “Editorial Universo”, para asistir a la “Feria del Libro”, que se realiza cada año consecutivo en donde al enterarse de la próxima publicación de mi libro que he promocionado en mis redes sociales, me han ofrecido la oportunidad de hacer la presentación como invitada especial.
Las lágrimas caen por la emotividad que esto significa, ya que desde que comencé a escribir de niña, mi ilusión era publicar en físico con esa editorial, y asimismo, algún día tener mi propio espacio en la “Feria del Libro”. Y ahora que la oportunidad está en mis manos, que estoy en la mira de lo que puede ser lo más grande de mi carrera, es mejor de lo que hubiera pensado. Estoy tan cerca del éxito y reconocimiento del cual tanto me he esforzado y sacrificado, no me lo creo.
Y no es como me lo hubiera imaginado, en este escenario caótico y ruidoso, me lo imaginaba en mi hogar, gritando y llorando en los brazos de Elira. No aquí, así.
En completa soledad, confundida, aturdida y cansada de mis propias emociones. De mí misma.
¿En verdad merezco esto que es tan bueno para ser verdad? Siento que la cabeza me da vueltas.
Y de manera inesperada, siento una extraña calidez cubrirme los hombros.
Giro la cabeza y es Kieran quien me pone encima su chaqueta.
—Estás temblando, Rhia —me cubre y acomoda su chaqueta sobre mi piel desnuda.
Me trago las ganas de querer aventarle mi bebida y reclamarle el dejarme plantada en medio de desconocidos. Hacer un espectáculo como él lo quería, a mi manera.
Dejo la copa al lado y me cruzo de brazos al darme la vuelta. El viento mueve mi cabello y a pesar del frío, las emociones no me permitían sentirme helada. Sentí más helado el verlo a él con esa chica, se sintió como un balde con hielos en invierno, en cueros.
—Lamento tanto tardarme tanto, sé que no lo justifica, pero lo que pasó es que me encontré con algunos amigos y con mi… —habla tan rápido aunque no termina de decir lo último.
—¿Con tu? —ladeo la cabeza, deseando que siga.
Se rasca la cabeza y ríe nervioso.
—Vanya Velquinn, mi ex… Es una famosa “Beauty gurú”, debes conocerla. Recientemente lanzó su propia marca de maquillaje y tiene una tienda de ropa en línea —su explicación cada vez entierra más mi sentir, es como una encrucijada a mi ser, empeora con cada palabra que dice.
Y el idiota sigue hablando. Hombres.
—Sí, la conozco. Veía sus tutoriales cuando recién empezó, pero hace mucho que no sabía de ella y menos que… Tú y ella fueron pareja —intento decirlo con la mayor neutralidad aunque en el fondo me cueste.
—Fue hace mucho, lo nuestro no funcionó por el trabajo y terminamos en buenos términos. Hacía mucho que no la veía, me agarró desprevenido. Nos pusimos al día y demás —mira al lado y se rasca el rostro.
No la había reconocido, cambió bastante desde sus inicios. Y debo admitirlo, ella es todo lo que quería llegar a ser. Me es inevitable compararme y sentirme insuficiente.
Ella seguramente logró todo por su propio mérito y yo… Solamente usando a alguien. Es gracias a Kieran que estoy aquí y he llegado más lejos de lo que yo sola hubiera podido lograr.
Al no haber respuesta de mi parte debido a mi lucha interna, sonríe como si se estuviera forzando y después su sonrisa se esfuma al mirar mis ojos vidriosos.
—¿Te sientes bien? —se acerca y lo evito, cierro los ojos con fuerza y después los abro.
—Solamente estoy cansada. Creo que ya tuve suficiente de “mi primera fiesta influencer” —asiento con una media sonrisa y le resto importancia para que no me cuestione ni se preocupe.
—Vámonos. Te llevaré a tu hogar —me agarra de la espalda y al pensar en sus últimas palabras, no puedo evitar caer en llanto.
La imagen de estar en la oscuridad en soledad después de lo sucedido y la noticia de mi vida, me genera una mezcla de sentimientos encontrados que ya no puedo sostener con el nivel de ebriedad que tengo. No puedo seguir haciéndome la fuerte.
—Perdón, estoy borracha, no sé lo que digo ni hago. Seguramente debo verme ridícula en este momento —me limpio las lágrimas con rapidez.
Y de repente, me abraza sin preguntarme ni decirme nada más. Me estrecha consigo y es como si todo lo contenido, estallara en lágrimas que caen y caen. Era justo lo que necesitaba.
Me acaricia la espalda de arriba hacia abajo y dejo salir todo lo que siento. Por unos largos minutos en donde mi llanto es lo único que se escucha y él sigue reconfortando con su tacto, como si estuviera bien el sentirme vulnerable y mostrarme así ante su presencia. Y sobretodo, que no estoy sola, porque ya no me siento así.