La ventaja de tener a tu mejor amiga como socia y mano derecha, tiene más desventajas en lugares donde no puedes darle órdenes como en este escenario.
Estamos cenando, en medio de la fogata y bebemos chocolate caliente. He estado un poco callada por la incomodidad al imaginar a Kieran y a mí, compartir tienda de campaña, dormir juntos.
Me aferro a la manta que me cubre del viento y escucho a los demás reír al contar anécdotas de su adolescencia en excursiones escolares y las aventuras de esa edad. Mientras yo, finjo beber y beber de mi taza sin parar, como si estuviera cansada, cuando lo menos que quiero, es que llegue la hora de dormir.
Incluso, me planteo la idea de dormir fuera o negociar el dormir junto a Elira. Odio parecer una adolescente tímida y nerviosa con el género opuesto.
¿Qué te pasa, Rhiannon? Luces ridícula y el sobrepensar no ayudará en nada, vas a desperdiciar esta salida por tus temores imaginarios. ¡Basta!
—¿No sabe buena la comida, Rhia? No has comido mucho —Kieran lo dice con atención y ternura.
Me quedo un instante admirando sus ojos que brillan con la luz de la luna, sus cabellos despeinados por el viento y su estilo más casual que de costumbre.
Toso y asiento, intento recuperar el juicio.
—Es solo que comí mucho durante el camino y sigo llena —sonrío e intento sonar convincente.
Parece analizar mi rostro con seriedad, como si sus ojos fueran un escáner.
—Compré tu ramen instantáneo favorito y café soluble por si recuperas el apetito. Debes comer para tener energía —saca de su mochila lo que compró para mí y se me enternece el corazón al sentir su atención en esos pequeños grandes detalles.
Se crea un breve silencio y siento las miradas de Elira y Aeron que están acurrucados, apreciando la escena como si fuera una telenovela.
—Muchas gracias por recordarlo, Kieran —mi sonrisa ahora es genuina, llena de gratitud y con esa calidez que te cubre ante las acciones de sentirte querida. Ese lenguaje del amor.
Intercambiamos una mirada y sonrisa cómplice, como si fuéramos los únicos en este momento.
—Es lo mismo que comíamos al ver tus series coreanas, ¿Cómo olvidarlo? Con el tiempo, no sabe tan mal si le pones todos esos menjurjes que ni puedo pronunciar, aunque me temo que no tenían todo eso en la tienda.
—Es perfecto, así —calmo su pesar porque parece que seguirá hablando y hablando.
Sonríe y algunas de sus ondas se mueven hacia su frente, hecho que capta mi atención por mi necesidad de mover sus mechones.
Intento agarrar el ramen, pero en cambio, se mueve y termino por acariciar su mano. Su cálida y suave piel.
El sonido de unos niños gritando de alegría interrumpe esa incómoda interacción y juro que por impulso, casi le arrebato el ramen o lo aviento al fuego, al estar tan cerca.
—¡Mira las luces, mi amor! —Elira grita con emoción al decírselo a Aeron y apunta detrás nuestro.
La escena es sumamente preciosa y única, el lago el cual solamente era iluminado por la luna, estrellas y luces de los campistas, ahora tiene linternas flotantes que cada vez se unen más y más, como si fuera un cuento de hadas.
Me quedo sin palabras al apreciar la belleza en frente nuestro, lo que juré solamente haber visto en películas y leído en novelas, parecía una bella y mágica realidad. De por sí, la naturaleza nocturna ya era una belleza, ahora este hecho como decoración, parecía digno de una pintura.
—¿Vamos a ver más de cerca? —Kieran propone y me mira al decirlo, como si fuera una invitación solamente para mí.
Asiento con una sonrisa, dejamos nuestras cosas y me ayuda a levantarme. Nuestras manos se unen y caminamos hasta la orilla del lago en donde las familias comparten las linternas y las encienden. Apuntan a algunas y escucho que piden deseos.
Nuestra cercanía es natural, la emoción y admiración es mayor que mis nervios al sentir nuestra cálida piel unida.
—¿Alguna vez creíste que vivirías la escena de “Enredados” a mi lado? Ventajas de estar cerca de una escritora —suelto con sarcasmo para crear nuestra usual burbuja.
Ríe y me mira sonriente, esa sonrisa divertida y con cierta coquetería.
—Seremos protagonistas más que personajes secundarios, espera aquí —me suelta y corre detrás de una familia quienes tienen un paquete de linternas.
—¡Oye, Kieran! ¿Qué? —me acerco unos pasos aunque lo dejo ser.
Niego sonriendo y lo observo de lejos, se sale con la suya, como siempre. Consigue un par de linternas, agradece, le entrega una a Elira y Aeron y después, regresa a mi lado.
—Ya podemos pedir un deseo —deja la linterna en mi mano y saca un encendedor. Es bastante ligera y temo que se pueda romper o incluso, incendiar, es la primera vez que veo una.
Miro a Kieran y su emoción es palpable, luce como los niños de las familias que nos rodean, y me siento feliz de verlo así, ese lado suyo que tengo la dicha de apreciar y compartir.
—Espera, ¿Debemos decirlo en voz alta?
Se queda pensando, como si fuera una buena pregunta.