# De Fake A Date

Final inesperado

Las lágrimas caen sin parar al ver la televisión, creí que un maratón junto con montón de comida chatarra, me ayudaría a aumentar mi ánimo y en vez de eso, el alcohol hizo lo contrario.

Maldito vino rosado, y eso que no quisimos beber Soju para evitar terminar en llanto o con dolor de cabeza como la última vez que tuvimos nuestra “noche de chicas”, modernizada.

A comparación de las pijamadas universitarias que eran más de esclavitud, ahora han evolucionado como si fuéramos señoras dolidas de por vida, por algo somos escritoras.

—¡No puedes llorar mientras ves True Beauty, Rhiannon! —Elira me pasa servilletas y junto con su expresión de confusión, una sonrisa se forma en mi rostro.

—¿Por qué no regresamos a esos momentos en donde todo era más fácil? ¡Yo también quiero vivir un romance escolar sano! No las tragedias que viví en esos tiempos en donde nada se concretó, únicamente traumas para facturar —el sentimiento me gana y me seco las lágrimas, a la par que me paso la mano por la nariz para evitar moquear.

Elira niega sonriendo, trae el helado sabor napolitano y las mascarillas hidratantes. Nuestro combo para dejar de llorar.

—Sabes que es más divertido decorar la cafetería cuando no hay clientela o incluso, reparar las goteras en temporada de lluvia que aquellos años. Teníamos que correr todo el tiempo, no podíamos saborear el vivir como ahora. ¿Te imaginas regresar a esa época en donde uno se sentía acorralado en vez de libre? —me tranquiliza con hechos, aunque a veces es inevitable desear vivir un día más en el pasado, ya que lo pasas lo idealizas como si fuera realmente bueno.

—Toma, come todo lo que necesites. Suficiente vino —me pasa el helado, aleja las botellas del vino rosado, le agradezco y abre una mascarilla para ponérsela.

—Tienes razón, fue insufrible. Comer lo primero que veías, el transporte público matutino, apenas poder ir al baño, tener siempre el tiempo contado para existir —me acomodo en el sofá y junto mis piernas, relato mientras como más y más helado, los sabores se mezclan entre sí y siento un poco de sed por tanta azúcar. —Recuerdo que en el primer año, la vez que nos dejaron hacer el ensayo del tema que quisiéramos, elegí sobre la “libertad”. Para mí, en ese entonces, sentía que el simple hecho de dar una caminata nocturna, era mi escape perfecto de la rutina. El viento en mi rostro, correr o parar si lo deseaba y observar a los demás en su propia historia de vida, caminos paralelos y a la vez, en común, ese deseo de conseguir su propia paz.

Las lágrimas regresan al sentir mi pecho oprimirse al rememorar esa sensación, que sí, es muy miserable y puede sonar banal, aunque cuando tu vida es un piloto automático, el simple y poderoso hecho de saborear un café, es libertad.

Elira se levanta y con su mascarilla ya puesta, me da un ligero masaje en los hombros como si quisiera que dejara toda esa pesadez que traen los momentos del pasado.

Suspira y sé que comparte esa sensación, ya que recuerdo sus quejas sobre las prácticas profesionales en la editorial en donde estuvo y que no fue lo que esperaba.

—¿Sabes? Sé que seguiremos envidiando a los viejitos pensionados que pasean con tranquilidad en el parque. Sin embargo, con los años, esa sensación disminuirá y llegará el momento en que tendremos su edad y miraremos el ahora como si fuera un espejo, por lo que, debemos dar un paso a la vez para no arrepentirnos. Nunca es tarde para ser quienes queremos ser, o al menos, intentarlo. El empezar de cero —me pasa una mascarilla y la acomodo lo mejor que puedo, es un poco complicado al no verme en algún espejo y el estar a oscuras, no mejora la situación.

Sueno como una niña pequeña que no acepta el crecer y al mismo tiempo, desea ser grande. Tal vez, es la sensación de estabilidad y tranquilidad que anhelamos todos en algún punto de nuestras vidas. En mi caso, constantemente.

Sus palabras de aliento y comprensión, me aligeran el ser. Y al mismo tiempo, con la trama de ese K-drama que vemos por consecutiva vez, no puedo evitar pensar en Kieran.

El hecho que la protagonista deba obligarse a aparentar ser alguien más para obtener validación social y un trato digno que como ser humano, deberías ya tenerlo en vez de la superficialidad.

¿Así de pesado se sentirá el fingir ser alguien que no eres por esa “presión social”?

La imagen que tienen y esperan sobre ti, cuando lo que más deseas es que te quieran por quien eres en realidad en vez de quien aparentas ser. El poder de tener la libertad de “empezar de cero”.

Sin miedo ni consecuencias de por medio, lo que implica quitarte esa máscara que cada vez se hace más pesada. Obtener ese amor genuino con tu verdadera belleza, esencia.

Vaya, sí que los doramas saben cómo conmoverte.

—¿Hacemos chocolates con la música de ROSÉ de fondo como en San Valentín? O podemos ver otro estilo de romance escolar —se queda pensando y propone seguramente, al notarme callada de repente, inmersa en mi debate existencial. Podría estudiar una segunda carrera, filosofía. —¿Qué tal, Love Alarm?

Me quejo al instante, con total rechazo.

—Todo menos eso.

Ríe al intuir mi respuesta, aunque la primera temporada me encantó, odié la segunda, en cambio a ella sí que le gustó. Nunca compartiré su opinión.




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