Escribo en mi computadora desde la cafetería del hotel, es agradable poder despejar mi mente con lo que más amo hacer y que sea, precisamente para mí. Sin presión ni agenda de publicación, simplemente lo que vivo en este momento. Canalizar lo que siento con palabras que pareciera que salen por sí solas y mi cabeza las genera más rápido de lo que mis manos pueden capturar.
A pesar de que hay varias personas alrededor, es un ambiente tranquilo. Con música relajante, luce como un café galería y me encanta ese hecho. Cuadros por doquier, muebles en colores caoba, terracota, brillantes.
Los ventanales me permiten admirar los colores azulados y rosados del atardecer que están frente a mí, me acompaña un plato de fruta y un matcha latte frío, junto con un cansancio mezclado con emoción, nervios y dudas sobre el día de mañana.
Apagué mi celular para evitar la interrupción de Kieran en su caótica histeria cuando descubra que estará desnudo en la habitación, eso si es que decide usar la misma ropa con la que llegó.
Es una pequeña venganza que sí, gozo con cada sorbo de mi dulce bebida.
Respondo algunos correos y comentarios de mi contenido, en un pequeño descanso de la escritura. Aunque es liberador, llega el punto en que tu cerebro ya no puede carburar más.
Me pongo mis audífonos y reproduzco mi playlist de confianza. Ya estoy lista para seguir con mi labor como influencer.
Lo que roba mi atención es la colaboración con la marca Gamma, que es muy reconocida sobre perfumes y en específico, una propuesta de colaboración para la creación de una colección de gloss a mi elección.
La increíble noticia me deja anonadada, un asombro épico que casi me provoca levantarme de la silla, ante tal posibilidad de convertir realidad mi acercamiento al mundo del maquillaje.
¡No puede ser! Cubro mi boca y contengo las lágrimas, mis ojos están brillosos ante tal oportunidad. Mi pequeña yo estaría tan orgullosa y entusiasmada de ello.
¿Y si este es solo el empuje hacia ese sueño de poder dedicarme también al maquillaje? A mi paso, mi estilo.
Aún recuerdo cuando era niña y me pintaba toda la cara con el maquillaje de mi abuela, la extraño tanto. Sus abrazos cálidos, el sazón con amor en su comida, sus consejos y voz, todo de sí.
Después de este evento, definitivamente iré a visitarla y llevarle mi libro con su especial dedicatoria. A ella no le gustan las multitudes y no tiene idea de toda esta “farsa”, quisiera volver a mis raíces, fuera de todo el ruido, rutina y ajetreo.
Respiro hondo, me acomodo en mi asiento y leo la información necesaria antes de aceptar, reviso el contrato legal con detenimiento y todo luce verídico, oficial. Es cuando decido aceptar para llegar a un acuerdo en agendar las reuniones necesarias para hacer ese sueño realidad.
Siento que estoy flotando, mis preocupaciones por el día de mañana, se esfuman por un instante y en lo único que me puedo concentrar, es en los colores y detalles de “Mi futuro gloss”. La expresión de orgullo, alegría y ese abrazo cálido que solo mi abuela puede reconfortarme.
Mi corazón se llena de dicha y tecleo sin parar, la música pop de fondo que escuchaba, interrumpe con la sensación de unas pequeñas gotas que caen en mi hombro derecho.
No estoy llorando, no soy yo, ¿Qué diablos?
Por lo que, volteo y me encuentro nada menos que a Kieran ante mí, con el cabello empapado, sus ondas escurriendo lucen más oscuras. Viste una bata de baño y está cruzado de brazos con una expresión y pose de indignación que jamás había presenciado.
Debo admitir que es divertido, ahogo una risa y su rostro luce severo, con la quijada tensa y el ceño fruncido. Un pseudo novio totalmente furioso.
¿Estará realmente desnudo? Ahora sí, parece que la humillación pública es su estilo.
—¿Vienes a hacerme compañía? Justamente iba a pedir un refill —bebo de mi matcha y él no dice palabra alguna, debe arder por dentro.
—Te agradecería que a la próxima, contestes mis mensajes y llamadas, antes de proclamar hacer un escándalo que estoy seguro… Nuestros seguidores amarán —sonríe como si ese fuera su plan después de todo. Ponerse en ridículo para causar vergüenza, lástima y detonar furia hacia mí en internet.
Miro a los lados, efectivamente, las personas están mirando, y cuando sacan sus celulares, no puedo evitar guardar mis pertenencias como puedo y llevármelo de la mano de ese peligroso lugar. Todo puede salir de contexto y ser una catapulta para una estúpida e innecesaria bomba.
Al llegar a nuestro piso, entra primero a la habitación con su maleta y para colmo de mis males, me deja afuera con la mía.
—¡Kieran, abre la puerta! Deja de ser tan insoportablemente infantil —toco sin parar y elevo la voz a propósito.
Busco a la vista a algún encargado y no hay ni rastro.
Se está haciendo de noche y necesito hacer mi rutina completa antes del gran día de mañana. Un largo baño con agua tibia, mi tratamiento de cabello, mi skincare completo para lucir y sentirme radiante ante tantas cámaras y atención.
Organizar mi outfit, admirar una vez el maquillaje deseado, tener una gran noche de sueño que con este monigote, lo dudo mucho.