De mi propiedad

Capítulo 3.

Rose Lewis :

- Podrías dejar de ver tú teléfono y trabajar - entrecierro mis ojos -, cuándo llegué el agente Morris dile que no estoy, que me llamé a mi teléfono fijo. Vete cuándo lo hayas hecho.

Ignoró completamente la respuesta de Olivia y entró al ascensor.

Tonta, tonta, tonta.

Ese niño no puede dejar de meterse en problemas. ¡Hace dos semanas lo iban a secuestrar y de nuevo se va de fiesta!

Maldita fiesta.

Marcó el número de el guardaespaldas de Izan. En segundo tono contesta.

- Dígame señorita. - Se escucho la música del fondo.

- ¿Qué está haciendo?

- Se ha tomado más de cuatro vasos de votka. -  Suspiró estresada.

- ¿Estas seguro que es vodka?

- Es lo único que hay en la fiesta.

- ¿Nada sospechoso?

- Nada, señorita. - Su voz se hizo más grave.

- Voy para allá. Mándame la dirección y no despegues tus ojos de el, se precavido y no levantes sospechas.- Cuelgo.

Dolor de cabeza. Todos estos días lo he tenido, cuidar a Izan y trabajar no es tan fácil.

Doy un asentimiento de cabeza hacia el recepcionista, el ajetreo de la ciudad es lo que me recibe al salir del edificio. Mi mano se alza parando un taxi algo descuidado. Mi celular vibra y una nueva notificación de mensaje brilla en la pantalla, la dirección a la fiesta.

- Buenas tardes. - Subo en los asientos de atrás.

Le dictó la dirección al señor quien sólo asiente con la cabeza y se dispone a manejar.

Mi nariz se frunce al terrible olor que hay dentro del taxi. Con disimulo adentro mi mano a mi cartera y hecho perfume en mi mano.

Lo que pareció un martirio por fin llegamos a la jodida casa donde está la fiesta. Le pagó al señor y salgo del taxi.

No tomaré más el transporte público. 

La música alta y adolecentes gritando es lo único que hay alrededor.

Miró a mi alrededor buscando la cabellera de Izan.

Recorro toda la entrada ignorando a las personas que me ofrecen vasos, suspirando entró a la casa, chocando con personas y con unas cuentas maldiciones llegó hasta lo que parece la cocina. Unas personas me miran con curiosidad al dar un pisoton al piso enojada.

¿Dónde está ese niño?

Un chico se me pega a mi costado intentado restregarse conmigo con fuerza logró que se separé de mi me grita algo que no escucho.

Ruedo mis ojos y le enseñó mi dedo del medio y doy la vuelta retomando mi búsqueda.

Ladeo un poco mi cabeza y entrecierro mi ojos al ver a lo lejos a uno de los amigos de mi Lindura.

Cole, con una chica.

Empujó a gente quien se encuentra bailando y por fin llegó hasta el. Tocó su hombro, me mira algo sorprendido le da una mirada a la chica quien me ve de pies a cabeza.

- ¡Roseta! - Grita abrazandome.

- Rose. Es Rose. - Corregí.

- Lo sé. - Sonríe - .¿Qué haces por aquí?

Agarra mi brazo y me lleva a una esquina de la casa.

- Izan me dijo que viniera.- Miento.

- ¿No lo encuentras?  - Niego.

- No, llevo aquí creo que más de diez minutos buscándolo.

- El debe estar afuera. - Mueve su cabeza de un lado a otro al ritmo de la canción -.Sí creo que está ahí... Tiene una playera azul con un pantalón negro. Lo reconoceras mejor porque tiene una gorra negra.

De su chamarra saca una cajetilla de cigarrillos, alzó ambas cejas.

- Niñito no deberías fumar.

Una risa muy escandalosa sale de sus labios.

- Tengo dieciocho.

- Todavía no eres mayor de edad.

- No importa. - Rueda sus ojos, me ofrece  un cigarrillo quien lo tomó gustosa.

- Vaya, gracias - Río, poniendo el cigarrillo en mis labios con su ayuda lo prendí -.Iré a buscar a Izan y por favor dile a tú  novia que dejé de mirarme.

- Le diré, suerte con Izan.

Con asentimiento de cabeza se va hacia donde su novia quien me ve de mala manera. Inalo el humo y lo exalo, le sonrió poniendo el cigarrillo de nuevo en mis labios.

Niña tonta.

Con un poco de ayuda llegó hacia la parte de atrás de la casa, a lo lejos puedo ver a Michael quien toma de un vaso azul, está rodeado entre chicos y unas cuentas chicas. El al verme se me acerca.

- Está en el juego de sillones de madera, señorita.

- Prepara el auto, Michael.

- Cómo ordene.

Pasó por un grupo de chicos quines gritan al verme, frunzo mi ceño al ver al chico quien intentó manosearme. Un líquido cayó en mi brazo, miró hacia el grupo y les sacó el dedo del medio.

Estúpidos niños.

Veo a Izan quien habla con una chica muy cerca, mi Lindura parece muy borracho.

Una botella de votka está en su mano y su celular en la otra, parece muy entretenido en su plactica con la desconocida.

Niego con mi cabeza mientras me acercó. Con mi dedo sacudo el cigarrillo quitándole la ceniza.

Con mi mejor sonrisa me siento al frente de Izan a su derecha está la niñita esa y a su izquierda un chico usando su teléfono.

- ¡Rose! - Grita.

Alzó ambas cejas por la emoción de mi Lindura.

- Dulzura. - Le sonrió.

- Román quítate de ahí. - Empuja al chico. 


- ¿Por qué? - Lo mira confundido.

- Hablaré con mi amiga .- Me señala.

El chico me miras unos segundos para después reír he irse.

Raro.

- Ven siéntate al lado mío.

- Veo que es malo darte alcohol. - Río levantándome para después sentarme al lado suyo.

- Ella es mi otra amiga que acabó de conocer, se llama Lotty.

Señala a la chica que está al lado suyo.

- Eh, hola. - Muevo mi mano a su dirección.

Izan toma un trago largo de la botella que está en su mano.

- Dulzura deberías parar.

Con cuidado le quitó la botella y la dejó en la mesa de madera. Un puchero se apodera de sus labios.

- ¡No!  - Frunce el ceño mirándome.

- Izan buscaré a mi hermano en un momento vengo.- La chica toca el hombro de Izan antes de perderse entre la gente.




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