De París, con amor

Capítulo 16

Dicho y hecho, Gabe me acompañó hasta mi puerta toda la semana, excepto el sábado, que le tocó trabajar, y Bruno ocupó su lugar. No fue mala compañía, pero he de admitir que Gabe sí me hizo falta un poco.

En uno de esos días de la semana que él tuvo libre, y aún era demasiado temprano para ir al restaurante, vi algo en las noticias que llamó mi atención, y trajo a mí una pequeña sensación de culpa.

 

Deslizaba el dedo sobre la pantalla del teléfono y de vez en cuando echaba un vistazo a la televisión, todo para matar un poco de tiempo para luego irme al Allexia. Presté más atención cuando en la pantalla del televisor apareció la imagen de un hombre que había sido detenido, pero no fue precisamente el tipo lo que llamó mi atención, sino un auto detrás de él que me resultaba muy familiar.

—... se había visto involucrado en negocios sospechosos —dijo la reportera—, lo que conllevó a que casi fuese asesinado. La policía logró capturarlo antes que todo se complicara y los resultados hubiesen sido peores...

Miré la placa del auto en cuestión para despejar mis sospechas; el auto era de color gris plomo, exactamente el mismo color que el auto de André y el mismo modelo, solo el numeral de la placa me confirmó que no se trataba del mismo auto.

Mi mente me llevó a aquel día cuando Gabe y yo fuimos arrollados en el auto de André, y él había asegurado que se podía tratar de una confusión, que él no había tenido nada que ver... y que yo verdaderamente me estaba volviendo loca por la situación. Eso último no lo dijo, pero recordé cómo me puse y lo que pensé, y casi sentí compasión por Gabe.

Seguramente esos «negocios sospechosos» habían ido detrás de nosotros ese día pensando que el auto era del tipo que ellos estaban buscando. Y cuando vieron que era Gabe quien conducía, decidieron dejarlo en paz. Él logró controlar sus emociones a pesar de la situación, y el recuerdo de él sacándome del apartamento en llamas aparece en mi mente...

Fui el doble de tonta al pensar que estaba calmado porque él se lo esperaba. Estaba calmado porque sabe controlar sus emociones en situaciones riesgosas, eso hizo cuando me sacó del incendio, en ningún momento se vio alterado por el miedo.

Después de todo, él tuvo razón y yo solo me dejé llevar por mis sentimientos.

Tomé mi teléfono y busqué su número en mis contactos, dándole a la opción de llamada. Los pitidos se repetían una y otra vez y, cuando creí que la llamada se cortaría por demasiado tiempo de espera, escuché su voz.

—Lo siento, me hiciste salir corriendo del baño. Casi no llego a tiempo —no pude evitar que una sonrisa escapara de mi boca la imaginármelo.

—Acabo de ver algo que me hizo sentir como una tonta —contraje las piernas, apoyando los pies en el sofá y acercando mis rodillas a mi torso, acurrucándome en la esquina del asiento.

—Debió haberte hecho sentir muy tonta si me llamas para desahogar tus penas —por su forma de hablar, pude notar que estaba sonriendo con burla y lo disimulaba, o se estaba conteniendo.

—Mejor hablo antes que me arrepienta de ofrecerte mis disculpas —refunfuñé a modo de broma.

—¿Disculparte? —eso sí lo pronunció totalmente en serio—. ¿Por qué?

—Por cómo reaccioné con lo sucedido con el auto de André...

—Bee —me interrumpió—, ya eso está superado, no hace falta que te disculpes.

—Acabo de ver en las noticias que han capturado a un hombre que hacía cosas sospechosas y varias personas estaban detrás de él. El auto es exactamente igual al de André, y deduzco que nos arrollaron pensando que éramos el tipo que ellos buscaban... me dejé llevar ese día y te eché la culpa un montón de veces... lo siento —la línea quedó muerta del otro lado, casi haciéndome pensar que se había cortado la llamada si no fuese por su exhalación—. ¿Gabe?

—No pasa nada, Bee, en serio. Tu reacción es comprensible.

 

Luego de esa llamada, haberle dicho lo que vi me hizo sentir mejor.

Justo ahora, estamos a domingo, y no veo la hora de que Gabe llegue. Mi lado malicioso ansía su presencia. Solo espero poder disimular cuando él esté aquí.

Todas las mujeres estamos en la habitación de Blair, terminándonos de alistar para luego comer y salir, mientras que los hombres están en mi cuarto.

Convencí a Amanda y Adrienne —aunque no me costó mucho, la verdad— de llevar el mismo estilo en el cabello, aprovechando que tenemos el mismo largo, y prendas con tonalidades similares; todo con el objetivo de confundir a Gabe cuando se lleve la sorpresa de que somos tres mujeres prácticamente iguales.

—¿Qué opinan si pedimos algo? —propone mamá. Blair y yo nos miramos; pedir comida no es lo nuestro—. Vamos, niñas —nos anima—. Ustedes viven en la cocina, olvídense de cocinar solo por hoy, ¿sí?

Mi fiel confidente se encoge de hombros y sigue con lo suyo, dejándome sola contra mi madre en una batalla que ya he perdido. Puede que haya parecido una sugerencia lo de no cocinar, pero es una orden. No me permitirá rechistar, así que me cruzo de brazos.



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En el texto hay: pasion, romance, proteccion

Editado: 13.07.2023

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