De regreso ¿a quedarme? ..... (corrigiendo)

Capitulo 1.

💖💖Capítulo 1💖💖

Samantha.

Me despierto como de costumbre, a las seis de la mañana. Lo primero que hago es bañarme, darme una ducha relajante con agua caliente para quitarme todo el estrés del trabajo. Anoche llegué a casa tarde y muy cansada, no dormí mucho. Duro unos treinta y cinco minutos en el baño, si, suelo tardar en el baño.

Salgo y voy a vestirme. Hoy decido ponerme una falda tipo cuero por la rodilla ajustada con una pequeña abertura en la parte de atrás, una blusa formal, una chaqueta y unos zapatos de puntas altos, todos de color negro. Cabe aclarar, por las dudas, que el negro es mi color favorito. Me maquillo sencillo, pero con los labios color rojo. Ah, y el rojo también es mi favorito.

—Sam, date prisa, vamos a llegar tarde otra vez —me grita Rossy, una de mis mejores amigas, entrando a mi habitación. Es la más loca de las tres.

—Ya voy, casi termino. Denme un minuto —les digo mientras termino de arreglarme.

—Por favor, Samantha, date prisa. No nos van a regañar otra vez en el trabajo ¿Por qué siempre duras tanto arreglándote? ¿No puedes ser un poco más rápida? —me habla Alex molesta, entrando también a mi habitación como una fiera. Esa es mi otra mejor amiga.

—Ya estoy lista. Relájense, por favor, y ¿díganme cómo me veo? —les pregunto.

—Vaya, ¿vas a trabajar o a una fiesta? —me responde Alex de mal humor.

—¿Te soy honesta? —me dice Rossy muy seria. Yo asiento con la cabeza. —Te ves bella y sexy. El jefe va a babear por ti hoy, te lo aseguro. —Pongo los ojos en blanco por lo que acaba de decir. JA, Como si me importara.

—Muchas gracias, querida amiga, pero sabes que no me interesa el jefe. Y tú, Alex, tranquilízate por favor. Vamos a llegar a tiempo, no te preocupes. —respondo con una falsa sonrisa.

—Siempre es lo mismo. Nos van a correr. Van a ver, y tú serás la única culpable, Samantha —Alex sale molesta de mi habitación.

—Wow, espera, Alex, ¿qué te pasa? ¿No tienes que hablarme así? Veo que te despertaste del lado contrario de la cama. Hoy estás de un humor terrible. —hablo saliendo tambien de la habitación.

—Sí, Alex, ¿qué te pasa? Tú no eres así. No me digas que es por el imbécil de John. A ver, cuéntanos, ¿qué te hizo ese idiota? —le pregunta Rossy. Que vino detrás de mí.

Nuestra amiga nos mira por unos segundos. Se le suaviza el rostro que estaba molesto, y sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas. Se derrumba en el sillón de la sala y se pone a llorar. Inmediatamente nos acercamos y la abrazamos. No le preguntamos nada todavía, dejamos que salga de ella contarnos, la dejamos que llore.

Unos minutos más tarde, ya un poco más calmada, nos dice: —John me llamó hace unos minutos y terminó conmigo —dice entre lágrimas.

Nos quedamos paralizadas por unos segundos que parecieron minutos, sin poder creer lo que acaba de decir Alex.

—¿Ese imbécil qué? No lo puedo creer. Es un desgraciado. ¿Cómo se atreve a hacerte algo así? —le digo molesta, levantándome de golpe.

—No puede ser, a ese maldito lo voy a castrar. Deja que me lo encuentre —Alex ríe por la ocurrencia de Rossy.

Yo también me río de lo que acaba de decir nuestra amiga, pero poniéndome seria le digo:

—Oye, no quiero que te deprimas por ese idiota. No vale la pena y lo sabes. Eres una mujer bella, sexy e inteligente, capaz de conquistar a cualquier hombre que se te cruce en el camino. Así que arriba esos ánimos, ¿entendido? Sabes que siempre estaremos para ti, y si hay que castrarlo, lo haremos juntas. —Ella me mira y con una pequeña sonrisa asiente con la cabeza.

Siempre hemos sido muy unidas y nos apoyamos entre sí. Nos conocemos desde que estábamos en el vientre de nuestras madres, bueno, no tanto. Desde que tengo uso de razón, siempre hemos estado juntas en las buenas y en las malas, y nuestras madres eran mejores amigas también.

—Ya dejemos las cursilerías para otro día. Recuerden que hay que trabajar —nos dice Rossy para tranquilizar un poco el ambiente.

—Es verdad, vámonos, que vamos a llegar más tarde de lo normal —les digo y miro a Alex, que me mira con pena.

—Yo lo siento, Sam. Perdóname, por favor. No debí hablarte como lo hice. Estuvo muy mal de mi parte. Tú y Rossy son mis mejores amigas, y no quiero nunca perder su amistad. Además, ustedes no tienen la culpa de lo que me hizo el innombrable.

—A ver, no tienes que disculparte de nada. Te entiendo. No te preocupes y olvida todo lo que pasó, ¿sí? —le digo abrazándola.

—Gracias, son las mejores amigas. —nos dice mientras nos abrazamos.

—Lo sabemos —dice Rossy riendo.

—Bueno, vámonos ya —digo, riendo también.

Voy a mi habitación, recojo mi bolso rojo, salimos del apartamento donde vivimos las tres, nos montamos en mi coche, rumbo al trabajo. Dirán, ¿por qué solo un auto? Bueno, lo del auto es entendible. Vivimos juntas y trabajamos juntas. Decidimos tener uno solo para ahorrar en combustibles. Siempre salimos juntas a todos lados. Somos como hermanas.

Llegando al trabajo con 10 minutos de retraso, entramos. Cada una va a su lugar de trabajo corriendo. Subo al ascensor, presiono el piso que me corresponde, que es el último, el cuarto piso. Ni bien voy entrando a mi oficina, me llama el jefe. Hoy será un día largo.




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