De regreso ¿a quedarme? ..... (corrigiendo)

Cap. 15

💖💖Capítulo 15💖💖

Samantha

El día iba muy bien y pasa esto, continúo llamándolo para que se detenga, pero no me hace caso y sigue. Que hago, se van a matar, vuelvo y me le acerco, pero me arrepiento de inmediato, porque el codo de Cristian pego mi nariz bastante fuerte y grito de dolor agarrándomela, parece que Cristian se percató, se detiene y se acerca a mí.


—Sam cariño, estas bien, perdóname porfavor, no quise pegarte—me habla preocupado.


No le digo nada y me dirijo a la casa, escucho que le grita a su padre que se largue y que no vuelva más, entro y busco el baño, mierda donde esta, entro a la primera puerta no es, voy a la segunda y es, por fin, entro y le pongo el seguro a la puerta, busco papel, me miro al espejo, me duele con cojones, busco en el botiquín algún calmante, lo encuentro, pero veo algo que me llama la atención, es unas pastillas a nombre de Cristian para la depresion. 


Mi mente se paraliza, trato de pensar, porque él tiene ese medicamento, siento que sudo frio, siento ganas de llorar, no es posible, no resisto y lloro, me pregunto por qué.  Escucho a Cristian que me llama y que abra la puerta, yo no quiero moverme. 


Mi mente reacciona por el dolor, me tomo el calmante, me limpio la nariz, me miro y estoy fatal, mi pelo esta grifado, ojos rojos y nariz rota, me enjuago la cara. Ya no escucho a Cristian, decido salir, abro la puerta y él está sentado en el suelo, se para de una vez y me abraza.


—Perdóname por favor, yo no quería—  me dice y por el tono de voz está llorando.


—Suéltame porfavor, quiero irme— le digo, El me mira, tiene la cara toda golpeada, y los ojos rojos.


—No, porfavor, no te vayas, no vuelvas a dejarme, te lo suplico— me dice, el está llorando y me duele, nunca lo había visto así.


—Cristian cálmate no me voy, quiero que me dejes ir a descansar, todo esto no lo esperaba y me duele la nariz y hay que curarte esos golpes, vamos a tu habitación, si—  el asiente y siento que se me parte el alma, nunca en todo el tiempo que tuvimos junto lo había visto en ese estado.


Vuelvo al baño a buscar las cosas para curarle el rostro y a mí la nariz, creo que está rota. Con todo en mano el me dirige a su habitación, vamos en silencio.


Él se sienta en un sillón que tiene y yo acerco una silla, para poder curarlo.


—Podrías verificar si mi nariz está rota— el comienza a tocar, y me duele, me quejo.


—No, solo esta zafada, puedo enderezártela— me dice, me quedo unos segundos viéndolo, a pesar de los golpes se ve guapo.


—Eso va a doler, pero como quiera hay que hacerlo, dale— cierro los ojos, y solo escucho un crack y dolor inmediatamente. —Mierda, eso dolió—


—Lo siento, yo me siento fatal por eso, es que no soporte escuchar lo que te dijo Arturo, perdóname—


—Cállate, ven para curarte, además necesito comer algo, tengo hambre— le digo con una sonrisa. Desde cuando él llama a su padre por su nombre.


—Todo lo que tú quieras, mi reina— dice sonriendo y tratando de hacer una cara seductora.


Me encanta cuando me dice mi reina, empiezo a curarle, le limpio la sangre que tiene, le pongo alcohol, él no se queja. Estoy tan concentrada, que no sentí cuando el empezó a tocarme el muslo y va subiendo. Le miro.


—Que haces— no dice nada, y sigue.  —Para, necesito terminar y no me puedo concentrar— le digo, un poco agitada, como si me faltara la respiración. Él se detiene, continuo en mi labor. 


Termino de ponerle una vendita en la ceja que está cortada, después de haberlo limpiado, no tiene tantos golpes como yo pensaba, al parecer, por la sangre se veía más, su padre es el que seguro esta peor, fue bastante golpes que Cristian le dio. 


—Bien terminamos, tengo hambre, vamos a comer—


Lo agarro del brazo, antes de que él diga algo, lo siento en la mesa de la cocina, empiezo a buscar a ver que cocinar.


—Te puedo ayudar—me dice cerca del odio y mi piel se eriza, me doy la vuelta.


—No hace falta, puedo hacerlo sola, mejor siéntate y observa— antes de que se siente, lo agarro y lo beso. — Anda siéntate— y va todo obediente. Yo solo rio.

 

Encontré unas pechugas de pollo y vegetales y empiezo a cocinar, Cristian no habla y siento que me observa en todo momento, media hora después está todo listo, solo hace falta un buen vino y listo, busco por todo lado y no veo nada.


—La cena esta lista pero solo falta un buen vino, no tienes— le digo.


—No tengo, no bebo alcohol, pero tengo jugo, eso podria servir— me dice muy serio.


Yo me quedo viéndolo por un momento, desde cuando él no bebe, si con el me emborrache semanas antes de irme, solo para saber que se sentía y fue fatal. Continuo sirviendo la cena, preparo la mesa, mi mente tiene tantas preguntas que ni se por dónde comenzar, empezamos a comer.


—Mmm, esto esta delicioso, tienes unas manos mágicas, podria acostumbrarme a esto—  dice 


Sigo comiendo no digo nada, mis planes no eran esto, pero me encanta, después de terminar el me ayuda a recoger la mesa y lavarla, él se me acerca y me abraza.


—Podrías quedarte, porfavor—


—No lose, talvez, pero no tengo nada que ponerme—


—Tengo la solución perfecta para eso— me dice, besándome el cuello. 


—Anja, cu- cual es a-a ver—  le digo. Se siente bien.


—No usar nada, eres perfecta así— me dice con voz sensual, y como él lo dice hace que pase una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, aún sigue besándome el cuello, empieza a bajar.


—Tengo que avisarles a las chicas, no quiero que se preocupen, mi celular lo deje en tu camioneta, podrías escribirle por mi—  el asiente y sale a buscarlo.


Yo me dirijo a la habitación, apago las luces, que hago, me quito la ropa o dejo que él lo haga. Creo que dejare que sea el, tengo que calmarme, estoy actuando como una adolescente, aunque por el estoy así, como si estuviera necesitada, escucho que me llama.


—Entra, sin prender las luces— le digo, me pongo detrás de la puerta, la abre lentamente.


—Sam, donde estas, ya le escribí y dijeron que le cuentes todo mañana, Sam— 


Me le acerco por detrás, lo abrazo, empiezo a tocarlo, le desabrocho el pantalón, entro mi mano por la camisa, tocando todo su abdomen, él se voltea y me carga. 


—Que traviesa estas, me fascinas— me besa con pasión, sin prisa, comienza a caminar y me deposita en la cama despacio, como si me fuera a romper. —Te voy hacer el amor como nunca, mi reina hermosa— quiero decir algo, pero me lo impide y me besa.

 




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