Dos días habían pasado desde aquel incidente con ese chico tan peculiar. Después de todo lo que había pasado, fui con Jess a comprar las cosas que usaríamos para ir a la feria. Justo había llegado el día; esta noche iríamos. Íbamos todos los años desde que nos conocimos. La feria solo estaba en el lugar de abril a principios de junio, pero solo íbamos por una noche.
Salí de mi habitación y fui hasta donde se encontraba mi tía, me paré en el umbral de la puerta observándola. Me perdí en mis pensamientos. Todos eran acerca de ese muchacho. Llevaba el uniforme de mi instituto. ¿Cómo es que no lo había visto antes? ¿Me habrá visto él? ¿Se acordará de mí? Millones de preguntas abordaban mi mente, sin darme cuenta de los llamados de mi tía.
—Ava, ¿me estás escuchando? —preguntó mi tía, con un deje de impaciencia en su tono.
Seguía sin prestarle atención, hasta que sentí cómo me estremecían bruscamente.
—¿Qué... qué pasa? —pregunté desconcertada.
—Llevo hablándote desde hace 10 minutos, ¿en qué tanto piensas? —replicó, con evidente molestia.
—Lo siento, tía. He tenido muchas cosas en la cabeza. ¿Qué me decías?
—Preguntaba si saldrías esta noche con Jess.
—Ah, sí. Iremos a la feria. —respondí, posándome a su lado.
—Vale, no llegues tarde.
Varios minutos después, me encontraba en mi habitación con Jess al teléfono. Me encontraba preparándome.
—Ese no me gusta, ¿por qué no pruebas con el azul? —dijo Jess, mirando con desaprobación el vestido que llevaba puesto.
—Pero a mí me gusta este, el azul no me sienta muy bien —. Pegó un grito preguntando si estaba loca— está bien, está bien. Me pondré el azul, ¿vendrás por mí?
—Claro, cariño. En una hora estaré ahí.
Me cambié de vestido, dejando atrás el que tanto me gustaba, pero complaciendo a Jess. Aunque en el fondo, la idea de encontrarme con aquel chico peculiar en la feria me emocionaba y me asustaba al mismo tiempo. ¿Qué pasaría si nos encontrábamos de nuevo? ¿Y si cruzábamos palabras? La incertidumbre me invadía, pero no podía evitar sentir un cosquilleo de emoción ante la posibilidad de un nuevo encuentro.
Es la primera vez que me ocurre algo parecido; no es la primera vez que me llama la atención un chico, no. Es algo difícil de explicar; no creo ser capaz de conseguir las palabras correctas. Hay algo en este chico que simplemente te atrae con solo mirarlo y eso que solo lo he visto una vez, desde su cabello tan oscuro como la noche hasta sus finos y muy rosados labios. Su aura emana poder y seguridad.
Necesitaba conocerlo, hablarle.
Salí de mis pensamientos los cuales me habían consumido otra vez.
Terminé de alistarme y bajé a la cocina a esperar a Jess. No encontraba a mi tía por ningún lado así que la llamé. Había salido a la casa de una amiga suya; no hablamos mucho, solo me pidió que no llegara tarde.
Escuché unos toques en la puerta; Jess estaba aquí.
Abrí y me encontré con mi amiga muy feliz.
—Pero mira qué guapa estás, ¿dónde tenías escondido ese cuerpazo? —preguntó sin entrar.
—¿Y tú por qué estás tan feliz?
—Es obvio; porque iremos a la feria. ¿Quién sabe cuántos chicos lindos nos encontraremos? —miró su reloj— venga vamos, se nos hará tarde.
Sin decir más me arrastró hasta la calle; desde ahí caminamos hasta la estación de tren. No tuvimos que esperar mucho puesto que el tren llegó enseguida.
La emoción crecía mientras nos acercábamos al lugar donde se celebraba la feria anualmente. El bullicio y las luces brillantes inundaban el ambiente nocturno mientras nos adentrábamos entre los puestos y atracciones coloridas. Cada paso aumentaba mi nerviosismo ante la posibilidad de volver a cruzarme con aquel chico misterioso que había ocupado mis pensamientos durante días.
Jess y yo recorrimos juntas cada rincón del lugar, disfrutando de los juegos y del ambiente festivo que rodeaba la feria. Entre risas y conversaciones animadas, intentaba apartar mi mente del encuentro potencialmente inminente con aquel joven desconocido que había despertado una curiosidad inusual en mí.
El tiempo pasaba rápido entre carruseles giratorios y puestos de comida tentadora. De repente, mientras nos deteníamos frente a un puesto de algodón de azúcar brillante bajo las luces parpadeantes, sentí una presencia familiar cerca de mí. Al girar lentamente para confirmar mis sospechas, mis ojos se encontraron con los suyos: aquel chico peculiar cuya imagen había ocupado mis pensamientos desde nuestro fugaz encuentro en la estación de tren.
Un escalofrío recorrió mi espalda mientras nuestras miradas se cruzaban en medio del bullicio festivo. El destino parecía conspirar para reunirnos nuevamente en este lugar mágico y lleno de posibilidades. Sin saber qué decir ni cómo reaccionar ante esta inesperada coincidencia, me quedé paralizada por un instante antes de sentir cómo Jess tiraba suavemente de mi brazo para continuar explorando la feria nocturna.
El corazón latía con fuerza en mi pecho mientras seguía a delante junto a Jess, dejando atrás al chico misterioso.