No sabía qué hacer, por varios minutos me quedé paralizada. ¿Por qué había reaccionado así? ¿Por qué se fue? No era capaz de procesar lo sucedido. Tras unos segundos, mi cuerpo empezó a moverse sin rumbo alguno, pasaba por las atracciones con la mirada perdida. Recordé los paseos en globo, era la primera vez que se veía esa atracción aquí, desde que lo supe quise hacerlo. Sin dudas. Para nadie era un secreto mi miedo a las alturas, por eso cuando le dije a Jess y a la tía Mary que quería pasear en globo, estas simplemente se rieron en mi cara. A lo lejos divisaba los globos en el cielo, sin pensarlo dos veces emprendí camino.
Distraída por la vista de los globos, avanzaba sin rumbo fijo, hasta que choqué con alguien. Al levantar la mirada, lo vi: Klaus. La sorpresa me invadió, pero rápidamente reaccioné tomando distancia, sin apartar la mirada de él.
—Ya es la segunda vez —habló con un deje de diversión en su voz.
Parpadee un par de veces para luego responder:
—Tú siempre estás en mi camino.
—Tú siempre vas distraída —replicó él con una sonrisa.
Tiene razón.
—Lo siento, iba viendo los globos.
Sonrió un poco.
—¿Nunca habías visto uno o qué?
La noche había caído y la feria se iluminaba con luces de colores. El cielo estaba despejado y las estrellas brillaban intensamente. Las risas y los gritos de los niños se mezclaban con el ruido de las atracciones. La feria era un lugar mágico, donde todo era posible.
—No, nunca había visto uno —respondí, sin apartar la mirada de los globos que flotaban en el cielo.
—¿Te gustaría subir? —preguntó Klaus, con una sonrisa en los labios.
—No, gracias. Tengo miedo a las alturas —respondí, con una sonrisa forzada.
—No te preocupes, estarás segura. Te acompaño —dijo, acercándose un poco más a mí.
No sabía qué hacer. Por un lado, quería subir en el globo y vivir la experiencia, pero por otro lado, tenía miedo. Pero algo en mí me dijo que Klaus no me haría daño. Así que decidí aceptar su ofrecimiento.
—Está bien, acompáñame —dije, con una sonrisa sincera.
Klaus me tomó de la mano y juntos nos dirigimos hacia el globo. Tuvimos que esperar un par de minutos por la cantidad de personas queriendo subir, por fin subimos y el mundo se veía diferente desde allí arriba. Era increíble ver todo desde una perspectiva diferente.
Estaba tan centrada en el paisaje que olvidé por completo la presencia de Klaus.
No paraba de sonreír. Era increíble todo lo que veía, todo era tan hermoso.
En medio de tantas sonrisas, miré a Klaus de reojo, pude darme cuenta que me estaba mirando.
Reí levemente.
—Es hermoso, ¿no? —pregunté mirándolo.
—Muy hermoso —dijo volteando hacia mí.
Nuestro viaje por los aires duró aproximadamente diez minutos. Los cuales se pasaron entre risas y comentarios sobre la hermosa vista.
Klaus me mantuvo a salvo y me hizo sentir segura. Fue una experiencia inolvidable.
Cuando bajamos, me sentí diferente. Klaus me miró y sonrió.
—Gracias por acompañarme —dije, con una sonrisa en los labios.
—No hay de qué, siempre estaré aquí para acompañarte —respondió, con una sonrisa.
La noche continuó y la feria siguió iluminando el cielo con sus luces de colores. Pero para mí, esa noche sería inolvidable. Había superado un miedo y había vivido una experiencia única con Klaus. Y eso era algo que nunca olvidaría.