Capitulo 16

Arnaldo se sentía inquieto mientras esperaba. Pusen llevaba demasiado tiempo lejos, y aunque había confiado en que podría manejar cualquier situación, la duda comenzó a invadir su mente. Decidió seguir sus pasos, convencido de que algo no estaba bien. Condujo su carro, aún lleno de personalidad y escombros de Trompenda, hasta el edificio imponente de Ruik Lekker.

Al llegar, el aroma embriagador de la ciudad parecía aún más intenso alrededor del edificio. Se bajó del carro y se acercó a la puerta con cautela. Antes de poder entrar, un estruendo ensordecedor sacudió el aire. El edificio explotó frente a él, lanzándolo al suelo mientras fragmentos de vidrio y metal se esparcían por todas partes. Arnaldo se cubrió con los brazos, tratando de protegerse de los escombros.

Cuando el polvo se disipó, lo que vio lo dejó completamente atónito. Una nube de humo negro surgía de los restos del edificio, flotando con una elegancia casi sobrenatural. Era la madre de Pusen, quien había tomado su forma de humo para liberarse de Ruik Lekker. Había decidido abandonar la empresa por completo y dedicarse a lo único que realmente le importaba: su hijo.

Pusen apareció a su lado, con una expresión que mezclaba alivio y tristeza. "Lo siento por todo esto, Arnaldo," dijo, ayudándolo a levantarse. "Mi madre tomó una decisión importante. Ha dejado atrás Ruik Lekker y quiere estar con nosotros. Pero... bueno, es complicado."

Arnaldo miró a la nube de humo con cautela. "¿Qué está pasando? ¿Cómo puede... eso ser tu madre?"

Pusen suspiró, con una mirada que reflejaba la profundidad de todo lo que había pasado. "Mi madre ahora es el diablo. Es capaz de hacer cualquier cosa, pero ha decidido mantenerse con nosotros y ayudarnos. Aunque nunca demostrará sus verdaderos poderes. Ese es su juramento."

La nube de humo, que parecía tener una presencia casi tangible, emitió un suave susurro. Era una voz que transmitía tranquilidad y determinación. Arnaldo, aunque seguía algo confundido, decidió confiar en Pusen y en su madre.

Más tarde, mientras intentaban planificar su próxima aventura, ocurrió algo que los dejó incómodos. La madre de Pusen, en su forma de humo, decidió demostrar un pequeño fragmento de lo que podía hacer. Convertió una pequeña parte de su forma en polvo, específicamente un hombro, y lo utilizó para poseer a una persona en la calle. Al hacerlo, obligó a la persona a darles todo su dinero.

Aunque el resultado fue efectivo, Arnaldo y Pusen no estaban contentos. "¡No vuelvas a hacer eso!" exclamó Pusen, mientras devolvía el dinero. "Eso no está bien. Y si posees a alguien completamente, se convierte en un monstruo. No podemos aceptar algo así."

La nube de humo pareció retroceder ligeramente, como si entendiera el impacto de sus acciones. Emitió un susurro de disculpa antes de volver a su forma completa. Pusen y Arnaldo decidieron dejar el incidente atrás y continuar con su viaje, sabiendo que tendrían que establecer límites claros con su nuevo acompañante.

Subieron al carro y se dirigieron hacia una nueva aventura, dejando las ruinas del edificio de Ruik Lekker detrás de ellos. El camino los llevó por paisajes desconocidos, llenos de oportunidades para explorar y descubrir. Pero, mientras avanzaban, la tranquilidad del viaje fue interrumpida.

Un misil, disparado desde la distancia, cayó directamente sobre su carro. La explosión los lanzó a ambos fuera del vehículo, que quedó completamente destruido. Al levantarse, entre el polvo y los escombros, vieron a Emilio de pie en la distancia, su figura imponente recortada contra el horizonte.

"¡Emilio!" gritó Pusen, lleno de ira. "¿Qué estás haciendo?"

"Es solo el comienzo," respondió Emilio, su voz resonando como un eco. "No puedes huir de mí. Esto es solo una advertencia."

Pusen y Arnaldo se miraron, sabiendo que no había tiempo para lamentarse por el carro destruido. Ahora tendrían que enfrentar un desafío mucho mayor, con la madre de Pusen como su única aliada en un mundo que parecía volverse cada vez más peligroso.