Deathly Prince.

Capítulo 18.

El castillo era más grande de lo que pensé. Las torres que vi al principio no fueron nada, ya que se alzaban más en la parte de atrás. La piedra de las paredes era de aspecto antiguo, pero fuerte y sólido. El castillo estaba bien vigilado por un montón de guardias que iban vestidos con armaduras doradas y con lanzas filudas. Los jardines también eran grandes y amplios, con un montón de arbustos uniformemente recortados, y algunos con formas intrigantes.

Los guardias abrieron las puertas al unísono y no repararon en Lena: al parecer ya la conocían muy bien como para saber que podía ir y venir a su antojo. En cambio yo era una forastera para ellos, pero no me encogí ante las miradas dubitativas que recibí.

Supongo que debí sentirme incómoda porque algunos me miraban como si fuese una extraña, o alguna criatura mística a la que no reconocieran. Sin embargo mientras cruzábamos los pasillos, me percaté que Lena no me miraba así; esto me reconfortó un poco.

—¡Ah! ¡Ahí están! —la voz de Stefan hizo eco en los pasillos y nos obligó a detenernos, volteándonos a él—. Comenzaba a creer que Alek nos enviaría a Denis y a mí a buscarlas en caso que estuvieran desaparecidas o huyendo...

—Si quisiera huir, ya lo habría hecho —replicó Lena, haciendo un gesto de desdén con la mano—. Además, tú jamás podrías encontrarme.

Stefan sonrió ladino y con arrogancia. —¿Estás retándome, Lenochka?

Lena rodó los ojos y se cruzó de brazos, apoyando su peso en un pie. —Ya quisieras, Stepka.

—¡Consíganse una habitación! —se burló otra voz, aproximándose. Denis. Su túnica era de un azul profundo y llevaba dos botones de oro en el cuello, abrochándola. De su cinturón sobresalía la empuñadura de una espada larga y fuerte, que probablemente había quitado muchas vidas.

—Tú cállate, Slovinsky —Lena le dirigió una mirada glacial, pero encontré algo de mentira en sus ojos oscuros—. De todas formas, ¿qué haces aquí? Pensé que seguirías en esa aburrida reunión.

—Ya concluyó —Denis chasqueó la lengua cuando terminó de acercarse.

—¿Y? ¿Alguna declaración de guerra por parte de algún reino vecino? ¿Algún ejército de muertos alzándose de la tierra por el enojo de Sasha? —instó Lena, en tono burlón, pero eso último no me pareció que fuese algo bueno—. ¿No asesinó a nadie?

—Asombrosamente, no —informó Denis, riendo entre dientes—. Creí que presenciaría una masacre o algo similar, pero Su Majestad consiguió comportarse de forma educada y política, llegando a un acuerdo con las otras cortes.

Eso pareció sorprender a Lena, ya que frunció el ceño, asombrada. —¿Ah, sí? ¿A qué clase de acuerdo?

—Un baile.

El silencio se estableció entre los cuatro y me mantuve callada como un ratón. Ni siquiera sabía de qué estaban hablando, y podía ser importante como para que yo interviniera.

—¿Un baile? —repitió Lena, incrédula y luego soltó una carcajada—. Estás bromeando, ¿no?

—Oh, no. Ya quisiera yo bromear sobre algo como eso. Nuestro querido rey decidió organizar un baile... Bajo la influencia de Irina.

—Ah, eso tiene más sentido —reflexionó Lena, ahora restándole importancia al caso—. ¿Con qué fin?

—Bueno, es sabido que los límites de la Corte de la Muerte son letales y que sin invitación propia, no se entra... Así que, Irina propuso un baile con fines diplomáticos, políticos y pacíficos, de esa forma, Alek y los demás líderes de las otras cortes podrán llegar a un acuerdo para mantener la seguridad de las hadas y por fin poder congeniar.

—El baile en sí estará organizado por Irinka —añadió Stefan—, lo que significa que no hay que meternos en su camino ni protestar ante sus reclamos de niña de cinco años, o sufriremos su ira y luego la de Sasha.

—Esa niña mimada... —Lena gruñó y resopló, sacudiendo la cabeza—. Por cierto, Denis, ¿puedes llevar a Dasha a la biblioteca? Es mi hora de entrenar con los novatos.

Denis me miró y sonrió. Le devolví la sonrisa.

Él se veía amigable por alguna razón y ya había demostrado que no podía ni iba a lastimarme. Podía dar fe que era confiable.

—Claro, sígueme —inclinó su cabeza hacia mí y se echó a andar, sin reparar si lo seguía o no.

—Te veo luego, Darya —dijo Lena, sonriendo y se volvió a Stefan, con quien se enzarzó en una conversación que no oí y salieron de ahí.

Me apresuré a seguir los pasos largos de Denis, notando cómo los músculos de sus hombros y espalda se tensaban con cada paso que daba, aunque sus hombros estaban relajados. Conseguí seguirle el paso y me coloqué junto a él.

Nos mantuvimos caminando en silencio y ninguno dijo nada. El silencio que se instaló en medio de ambos no fue incómodo, sino familiar: casi como cuando estuvo en su forma de lobo y se acercó a mí, sin temor. Yo de igual forma me acerqué a él y no temí.

—¿Ya estás mejor? —me preguntó Denis y lo miré.

Era más alto que yo y muy fornido. Denis lucía como la clase de tipo que podía romperle a otro el cráneo y matarlo de manera instantánea. Noté cómo los demás guardias se erguían al ver a Denis y cómo asentían en su dirección, agregando un "Capitán" cuando pasamos frente a ellos.

—Sí, ya estoy mejor. Gracias —contesté, sonriendo levemente.

Los pasillos eran extensos y con paredes de aspecto antiguo, bien solidificadas y no se veían arruinadas o con polvo. Este lugar me daba la sensación de que parecía tener vida propia, pero eso era imposible, ¿no? ¿Se debía a toda la magia que fluía en este lugar?

Doblamos dos esquinas más y encontramos unas enormes puertas de roble pintadas de azul con decoraciones doradas que se imponían frente a nosotros. Dos guardias estaban flanqueando la entrada.

—Capitán —saludaron los dos, irguiéndose de inmediato al acercarnos y luego me miraron de reojo—. Señorita.

—Caballeros —el tono de voz que Denis empleó fue un poco diferente al que usó con Lena y Stefan. Esta vez, sonó formal y autoritario, pero no pesado ni grosero—, ella es Lady Daryana. Tendrá acceso a la biblioteca y su deber será el de vigilarla, ¿entendido? Estoy confiando en que serán capaces de proteger a la invitada especial de Su Majestad.



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En el texto hay: fantasia, hadas, faes

Editado: 26.09.2020

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