Debe besar a la novia

Capítulo 5: Marido y mujer

Capítulo 5: Marido y mujer

Rodrigo: 

Abrí un ojo maldiciendo eternamente que aquel día hubiese llegado. Sin embargo, no le di muchas vueltas, recordaba lo que tenía que hacer. Una vez que me mentalizaba a pensar que aquello era un trabajo no podía ocurrir algo que pudiese asustarme, me sentía horrorizado, pero confiado.

Me estiré en la cama pensando en mi hijo, porque no había olvidado la idea de que iba a tener un hijo y de lo increíble que era aquel hecho.

El matrimonio civil iba a ser a las nueve de la mañana, nuestros padres habían organizado una celebración sencilla a la que solo asistirían 100 malditos invitados y luego le seguiría un "pequeño almuerzo" en el lujoso salón del hotel Hilton. A las ocho de la noche le iba a seguir una "sencilla" boda eclesiástica con la iglesia y todo lo demás. No era creyente de la iglesia, pero recordaba perfectamente que en la iglesia Católica el casarse significaba: para siempre.

No comprendía como si la madre de Isabella era muy creyente, permitía que nos casásemos por la iglesia. Se sobreentendía que no nos queríamos ni siquiera un poco y que si llegase a tocar a su hija sería solo para hacerle un favor.

Después de la boda seguía la fiesta en la cual el número de invitados se triplicaría y luego y ya por fin, nuestra salida como marido y mujer. Nos habían reservado la mejor suite en el mismo hotel y no podía esperar por estrenarla —solo—no malinterpreten.

Iba a ser un día sumamente largo y aburrido.

*-*-*-*-*-*-*-*

Isabella

Largo y aburrido, así iba a ser mi día al tener que verle la cara a ese raquítico de Rodrigo. Pero eso no era lo que me importaba, miraba mi reflejo en el espejo de la peluquería y noté que había un mechón fuera de lugar. Le hice una señal al estilista quien lo arregló y me sonrió con una sonrisa complacida.

Sabía que era una boda con un ser detestable, pero era mi boda y mis padres habían invitado a los medios de comunicación. Le sonreí al hombre simpático que me atendía y miré a Daniela a quien arreglaban a mi lado.

—Tenemos poco tiempo— susurró encantada, estaba emocionada porque iba a ser una de las testigos y era su primera vez. ¡Bravo Daniela, no te casarás con alguien que no amas!, pensé con una mueca.

Me hicieron los últimos ajustes del maquillaje y el peinado, el cual iba artísticamente trenzado. El vestido que tenía puesto era de color beige y en apariencia era sencillo.

 

Mis padres nos pasaron buscando por el establecimiento en un vehículo alquilado para la ocasión, nos llevaría directamente al hotel Hilton donde se efectuaría todo el proceso de la boda. Y, digo proceso porque técnicamente iba a tener una duración aproximada de un día; pero primero lo primero, el registro civil.

En el salón había varios invitados cuando llegamos, entré del brazo de Daniela y nos encaminamos ante el amplio mesón que nos esperaba al frente. La decoración era impecable, con rosas blancas y cortinas doradas, las rosas parecían recién cortadas. Había un grupo musical que tocaba una preciosa melodía, que transmitía cierta calma.

Reconocí pocas caras de los invitados, pero sabía que eran gente importante, esos a los que mis padres ayudaban a librarse de pasar sus vidas tras las rejas. Mis padres se sentaron en las sillas que estaban del lado izquierdo, los señores López estaban sentados del lado derecho; no entendía el porqué, pero me parecía muy estúpido.

Daniela se apartó para que me sentara en una de las sillas y lo hice torpemente por fijarme en la mirada atenta del concejal que asintió al verme.

Jugué con mis dedos para tranquilizar los nervios que de pronto me habían invadido. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Ni la yo más fuerte podía soportar aquel estado de estupor. Todos me observaban, sentía sus miradas en mi nuca.

De pronto escuché murmullos y me giré para ver la entrada de un Rodrigo que se veía pálido como el papel, a su lado iba su hermano quien parecía estar pasándosela en grande. Di un suspiro largo y sonreí aunque por dentro estuviese gritando.

Cuando Rodrigo estuvo a mi lado nos giramos hacía el concejal. El hombre leyó el contenido que tenía en una hoja, no sé cuánto tiempo llevaba leyendo, pero empezaba a marearme; no sabía si estaba paranoica o mi barriga empezaba a notarse, los dos meses y medio estaban haciendo efecto en mí.

—Rodrigo López. Isabella Arévalo. ¿Vienen a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente? —Preguntó el concejal haciendo que lo mirase de pronto con ojos aterrados. Rodrigo se encontraba de pie haciéndome muecas para que me levantara, cuando lo observé noté que estaba tan aterrado como yo.

—Sí venimos libremente— dije levantándome tratando de no titubear.

—Los dos por favor— dijo el hombre como si hubiese cometido una falta horrible.

—Rodrigo— susurré mirándolo con furia.

—No me esperaste idiota— respondió él en un murmuro.

Se suponía que él había practicado con sus padres, al igual que yo había practicado con los míos.

—Sí venimos libremente— dijimos casi al unísono.

—¿Están decididos a amarse y respetarse mutuamente durante toda la vida?



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En el texto hay: boda, romance, triangulo

Editado: 02.05.2021

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