Decidí perderte (corrigiendo)

Capítulo 9: Disyuntiva

Nota de autora: Hola, hola, mis lectores. Espero se encuentren muy bien. Hoy se subirán dos episodios, con el objetivo, de que la historia avance rápido. 

 

Quiero decirles que, debido al tiempo, estos dos episodios no están corregidos. Por lo que, pueden tener ciertos errores de ortografía que corregiré más tarde.

 

Muchas gracias, espero disfruten la lectura. Espero sus bonitos comentarios y sus estrellitas.

 

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Cuando Blake y Olivia se marcharon de la playa, los sentimientos, muy bien reprimidos de mi esposo, salieron a la luz y, con delicadeza, tomó asiento a mi lado. Mientras que mis brazos, protectores de mis pechos, creaban cierta incomodidad en nuestro tacto.

 

Antes de hablar, Doran observó a los chicos de la playa y sus curiosidad despertó a la mía y, al observar las miradas de burla de los demás, me sentí el hazme reír. 

 

—¿Por qué has aceptado todo esto? —preguntó entre molesto y conmovido.

 

El viento, más fuerte de lo usual por esas temporadas, acariciaba los brazos de Doran que estaban cubiertos por un suéter. 

 

Mi silencio incentivó a Doran a seguir con la conversación.

 

—Holly, te estoy haciendo una pregunta. ¿Podrías responderme? —demandó, mientras se despojaba de su chaqueta.

 

Y con las palabras que mis emociones me permitían pronunciar pude darke una respuesta a Doran.

 

—Quería acercarme a ellas. Son mi hijas, Doran y las he dejado solas por mucho tiempo. Hasta cierto punto, es normal su reacción.

 

Doran, que no deseaba adjudicarme toda la culpa, con su silencio y con sus movimientos que transmitían más que su discurso aceptó mi culpabilidad.

 

—Quizá; pero tampoco debes justificar lo que Blake ha hecho. Es una niña demasiado terrible pata su edad...

 

Mi piel erizada y mis temblores conmovieron a mi marido, quien no dudó en darme su suéter para cubrirme del frío y de las risas.

 

—La ropa quedó muy lejos —dijo y observó el mar.

 

—No vayas a ir por esa ropa —le sugerí pensando lo peor que podía pasar.

 

—No, no iré por ellas.

 

Su abrupto cambió de conversación me indicó que Doran intentaba alejar el temas de mis hijas, pues quizá sus emociones no lo dejaban preparar respuestas adaptables a mis demandas.

 

Sin embargo, mi mente, que ya había sido golpeado por la maldad y venganza de Blake, no se conformó con el confort del silencio y la sutileza de nuestra conversación. Por lo que, sin pensar en el estado emocional de Doran, le dije:

 

—No sé nada de ellas. Parece que nos la conociera. Doran yo necesito hacer algo...

 

Antes de que mis labios estallaran que quejas y lamentos, Doran, sin importarle la presión de las miradas burlonas, calló todas mis inseguridades con un beso; mientras mi piel, que antes había reaccionado al frío del lugar, ahora reaccionaba a los sentimientos que Doran despertaba en mí.

 

—Holly, no puedo decir que no tienes la culpa de esto; pero no haces nada quejándote de lo que ha pasado —antes de romper todo contacto conmigo, éll acarició mi rostros y en sus ojos pude observar parte de la brillantez que los ojos de Blake perdieron debido a mi ausencia.

 

—Entonces... ¿Qué me sugieres? —pregunté aún bajo los efectos de nuestro acercamiento.

 

—Olivia, ella es menos brusca que Blake, podrías hablar con ella primero. Porque si intentas hacerlo con Blake, ya ves las consecuencias.

 

Doran, quien se sentía culpable por mi estado, tomó su cabellera castaña mientras maldecía su inutilidad como progenitor.

 

—¿Qué pasa? —pregunté para corroborar mis sospechas.

 

—Yo debí detener todo esto. No debí dejar que Blake te hiciera esto —Doran acomodó su suéter para taparme más. Y aunque las risas molestaban, no lograron ahuyentarnos de la playa.

 

Ese día, no solo desconocía las respuestas de mi hija, sino también los gestos de Doran, pues aunque reconocía sus facciones, su forma de tratarme y el sabor de sus labios eran diferentes a los que recordaba.  Por lo que, confiando en que aún quedaba algo de la persona que había conocido, lo abracé e intenté consolar al Doran de antes y no al actual.

 

****

 

La oscuridad de la noche logró que lis pensamientos se aclararan y el sanidad de las olas del mar calmaron mis nervios que, pocoa a poco, se recuperaban de la intensidad del juego, mientras que mi cama sufría los bruscos movimientos causados por mi ansiedad.

 

—¿Qué sucede? —preguntó Doran asustado. Mis movimientos lo despertaron.

 

—Mañana, es mañana.

 

—¿Es mañana qué? 

 

El sueño le impedía hablar con claridad y no le dejaba recordar nuestra conversación. Por lo que, me vi obligado a responder con consisas palabras.

 

—Mañana hablaré con Olivia.

 

—Holly —pronunció ya más despierto —, creo que debes tener calma. Tu pie aún no ha sanado del todo. Mañana podrás hablar con Olivia. Puedes estar tranquila.

 

Las palabras de Doran me hicieron recuperar la cordura; me di cuenta que mi dolor emocion había anulado mi dolor físico pues el pie apenas me dolía.

 

Así qué, para obedecer al mandat8 de Doran y a las demandas de reposo de mi pie, cerré los ojos, mientras el silencio de las habitaciones de mis hijas no hacían más que fastidiar mi sueño.

 

En cuanto la luz del sol logró traspasar las finas cortinas de nuestra habitación, mis ojos, que ya habían anhelado esa hora, se abrieron dispuestos a enfrentar el día.




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