Decidí perderte (corrigiendo)

Capítulo 13: Caos

Hola, hola! Regresamos con un nuevo capítulo. Espero que les guste. Este episodio trae el drama que tanto nos gusta de esta familia.

 

Espero sus bonitos comentarios. Besos para todos.

 

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—Está muy rico —dijo para armonizar el ambiente, mientras Blake, que se rehusaba a tener un choque de miradas con su padre, encogió aún más sus hombros.

 

—Sí, está delicioso —intenté seguir el ritmo de Blake para tomar, sin embargo, la pequeña mostró una gran experiencia.

 

 —Blake —le dije e intenté reprenderla; pero la joven, aprovechándose de mis inseguridades como madre y como mujer, me miró decepcionada y mi corazón, que a toda costa buscaba la aprobación de Blake y desechaba la idea del rechazo, tambaleó al ver su gesto de enojo —, solo toma con cuidado, ¿sí? No quiero que te pases, porque ya sabes como se pondrá tu padre —adjudiqué la culpa de mi preocupado comportaniento al temperamento de Doran y, en ese instante, Blake recuperó la sonrisa. 

 

—Holly, Olivia aún no ha aparecido y hace más de media hora que se marchó al baño —Doran, que intentaba quitarle tiempo al tiempo, miró la hora en su reloj de mano y con preocupación me explicó que desde hacia cuánto se había ido Olivia —. Deberíamos ir a buscarla.

Antes de mi intervención, Blake, que resguardaba los secretos de su hermana, se opuso a la intención de su padre para ir a buscar a Olivia. Así que para restarle importancia a sus preocupaciones, dijo:

 

—Papá, no tienes de qué preocuparte. Tú mismo has dicho que Olivia sabe cuidarse muy bien sola, incluso sabe cuidarme a mí.

 

Las palabras de Blake no tranquilizaron los nervios de Doran, al contrario, potenciaron sus ansias de ir en busca de la mayor de las mellizas.

 

—Conozco a Olivia y sé que es responsable cuando ella lo desea y sé que te puede cuidar muy bien, siempre y cuando tus necesidades no intervengan en sus deseos.

 

Sin dedicarle una mirada a Blake, Doran se colocó de pie y, con un escueto gesto, se despidió de mí; mientras que Blake, que poco a poco perdía la conciencia, con gritos de súplica intentó detener a su padre.

 

—Carajo... —murmuró.

 

—¿Qué sucede? ¿Olivia te ha dicho algo que nosotros no conozcamos?

 

Los sentimientos y la furia dominaron las palabras de Blake que, tras su pequeño choque con Doran, reveló más información de la esperada.

 

—Mamá, no, no pasa nada. No desconfien así de Olivia —su inocencia, adherente a su juventud la delató. Sin embargo, ella intentó ahogar la carga de sus palabras con dos tragos seguidos.

 

—Blake, mírame —ella me miró por un par de segundos, después, volvió a beber —, no estamos desconfiando de Olivia. ¿Tendríamos algo por lo que desconfiar? Tu papá solo está preocupado, porque hace un rato no la vemos. ¿Sabes algo?

 

Blake evadió mi pregunta con enojo.

 

—¿Cómo voy a saber yo sobre lo que hace mi hermana? Ella tiene su vida, y yo tengo la mía. Somos personas separadas, no porque hayamos nacido el mismo día y casi a la misma hora quiere decir que tengo saber todo lo que hace o deja de hacer. Mejor... —Ella tomó una copa y me la entregó —, sigamos. Seguro que mi padre la encuentra y no pasa nada.

 

Aún cuando sabía que mi actitud, poco adecuada para el carácter de una madre, no era la mejor, accedí a las peticiones de Blake y con su elevado ánimo, ambas nos embriagamos.

 

—Quiero más —dije ya sin consciencia. 

 

Desde la marcha de Doran, la voz de la conciencia y la mesura desapareció y tanto Blake como yo nos dejamos guiar por el ritmo del camarero que nos traía copa tras copa.

 

—Yo también, necesito más y ese inútil no viene — el alcohol aumentaba la agresividad de Blake y, al percatarse de las copas vacías, su furia se intensificó.

 

—Tranquila, hija. Creo que ya hemos bebido mucho, yo diría que ya lo dejemos. Es más, tu padre se fue hace una hora y aún no regresa.

 

—Dios mío, sigue con el tema de Olivia. Relájate, mamá, seguro que andan comprado. ¡Camarero, camarero! —exclamó Blake para llamar al joven y el hombre, que ya estaba hastiado del imprudente comportamiento de Blake, se acercó hasta nosotros con un mal genio.

 

—Dígame, señorita. ¿Qué necesita?

 

—Necesitamos más copas; ¡pero ya! —ordenó la pelinegra y el hombre se sorprendió por el estado de embriaguez de Blake. Así que, antes de darle una respuesta, buscó acertivida de mi parte.

 

Mi madurez, que disfrutaba tanto de la juventud de Blake y el escape de mi rutina, optó por seguir el carácter desenfrenado de la chica y, comportandome como una chiquilla más, respondí:

 

—Puede traernos más copas.

 

—¿E-esta segura, señora? —El hombre intentó debatir contra mis frágiles argumentos. Sin embargo, con una sola respuesta, lo callé:

 

—Estoy pagando para que me atiendan de lo mejor en este bar, no para que me den consejos de crianza —la embriaguez también tomaba efecto en mí y el camarero, que no se inmiscuyó más en nuestro estado, caminó hacia la estanteria.

 

Blake, quien gozaba de mi rebeldía, empezó a reír y dijo:

 

—Jajajaja, pobre idiota. Cree que nos puede venir a mandar.

 

El alcohol desató los sentimientos de Blake y mientras unió su voz con la riqueza musical del bar, ella se levantó y rodeó mi espalda con su mano. Sentí la calidez de mi hija y del alcohol...

 

—Mamá, ¿por qué no habíamos hecho salidas así antes? Eres genial, incluso eres más divertida que mi... que mi padre —ella forzó su garganta, pues el hipo le ganaba la batalla a sus palabras.

 

Ambas empezamos a mover nuestros cuerpos y, mientras nuestras manos se entrelazaron, nos dejamos guiar solo por el movimiento de los demás.




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