Decidí perderte (corrigiendo)

Capítulo 22: Denuncias II

El discurso de Blake finalizó y el sonido de la patrullas irrumpió en la tranquilidad de la menor de mis hijas. Ella intentaba mostrar un temple vacío de emociones frente a mí.

—Ya está —dijo desilusionada —, has conseguido lo que has querido. ¿Estás contenta? Por fin podrás deshacerte de mí.

—No pongas palabras en mi boca. Yo nunca he dicho eso.

—Tú recibirás a los oficiales —ordenó Doran muy poco contento con mi decisión —, yo ni siquiera puedo levantarme.

—No te preocupes, les diré que te lleven a una clínica.

Sin decir nada y para evitar una confrontación, les di la espalda y caminé hasta la puerta de la habitación. Estaba segura de que ellos habían llegado hasta ahí.

Los cuchicheos entre Doran y Blake me descontrolaron y me invitaron a una confrontación. No obstante, cedí ante el pensamiento de calma y la miraba abrumada de Lucas, quien intentaba hablar con los policías para encontrar una respuesta a lo sucedido.

—¿Es usted la señora Holly Stone? —mencionó como forma de saludo uno de los oficiales y yo asentí con la cabeza —, Hemos recibido una denuncia de su parte hacia la menor Blake Wayne, si no me equivoco, es su hija —dijo un tanto preocupado por la situación. Asimismo, lo había hecho para terminar de confirmar nuestro parentesco y a mí no me quedó más opción que asentir totalmente apenada.

—Ella me atacó y luego intentó matarme con un bate de béisbol. Pero mi esposo se interpuso entre ella y yo. Él está herido —toqué mi rostro y sentí los aruñones que Blake me había dado —. Necesito una ambulancia. Doran, mi esposo —mencioné para remarcar nuestra unión —, él está muy lastimado.

—La ambulancia está afuera. Ellos atenderán a su esposo de inmediato. Solo necesita su permiso para poder ingresar a la casa, aunque ese no es trabajo de nosotros. Nosotros solo hemos venido, porque necesitamos que usted y Blake testifiquen por lo sucedido. Y si es posible, también necesitaremos el testimonio de su marido.

El oficial, sin esperar una respuesta de mi parte, ingresó a la habitación y se encontró con la debilidad de Blake. La menor de mis hijas buscaba ganarse su inocencia a costa de sus lágrimas.

Mientras Doran, que se encontraba dividido entre su amor hacia Blake y testificar lo correcto, guardó silencio.

—Usted es Blake Wayne —afirmó el oficial —, soy el oficial Taylor. Hemos recibido una denuncia por parte de su madre. Por los momentos, tiene derecho a a permanecer callada y buscar su defensa.

La sentencia por parte del oficial desestabilizó la frialdad de Blake y sus pálidas mejillas se tiñeron de un rojo carmesí que afectó el estado anímico de su padre y a la vez, buscaba mi perdón.

Para evitar la tentación, aparté la mirada y me centré en Doran quien, en conjunto, buscaba la mejor solución. Doran no se opuso a la detención de Blake, pero tampoco aplaudió mi contra ataque.  Solo se reservó cualquier opinión.

—Papá, ellos no pueden hacerme esto. Diles que se detengan, dile a mamá que se detenga. No merezco nada de esto.

Con poca sutileza e ignorando los berrinches de Blake, la policía colocó las duras esposas en las bien cuidadas muñecas se Blake y por cada uno de sus movimientos, se ajustaban más sus manos.

Doran le respondió a Blake con indiferencia y frialdad.

Totalmentete vencida, Blake entregó sus esperanzas a la falsa justicia que ella esperaba que se cumpliera en mi contra y aunque sus labios no tenían permitido hablar, sus incómodos movimientos indicaban lo que ella sentía hacia mí.

—Todos iremos a la comisaría.

Doran intentó sumarse a las órdenes de los oficiales, pero uno de ellos lo detuvo.

—No es necesario que usted vaya. Lo mejor es que las enfermeras lo atiendan. Su brazo no se ve para nada bien.

El oficial observó el brazo de Doran y se compadeció de él; pero la insistencia de mi esposo logró su objetivo: acompañarnos a la comisaría

El ambiente envolvió el turbulento caracter de mi hija que, ante una mala situación, se mostraba sumisa y doblegada por las autoridades.

Las enfermeras, con el poco permiso de Doran, alcanzaron a darle los primeros auxilios a su brazo.

Los oficiales, dispuestos a seguir las leyes, no cayeron ante el chantaje emocional que las lágrimas de Blake tanto deseaban. Así que empezó a mencionar los cargos.

—Creo que no necesitamos más testigos, ya que todos los vecinos escucharon los ruidos y su sirviente también. Hay poco que hacer aquí. ¿Usted quiere añadir algo más? Señor Doran, después de todo, usted es él más perjudicado.

Con su silencio, Doran buscaba ayudar a Blake, sin embargo, mis ansias de justicias hacia Blake irrumpieron el monólogo del oficial.

—Yo tengo algo más qué decir —En ese instante, la agitada respiración de Doran hizo que su pecho se inflamara y yo me detuve. Mi falta de conclusión generó más preguntas en el oficial.

—¿Hay algo más que quiera agregar,  señora Stone?

Doran, que estaba justo a mi lado, apretó mi mano en busca de mi consideración hacia nuestra pequeña. Puesto que, los delitos por tener drogas podían castigarse con varios años de cárcel y no con una simple penitencia. Haciendo un llamado a la cordura, me callé y dejé que  Doran respondiera a la pregunta inicial.

—No hay nada más, sé que todo esto fue un caos...Y no busco la inocencia de mi hija, esto se salió de nuestras manos. No hubo nada más, es decir, somos familia. Se puede resolver de otra forma —Doran, que buscaba mi ayuda y mi cariño, me tomó de las manos y con una sutil carica intentó convencerme de lo contrario —¿No crees que hemos exagerado la situación? Podemos llevar a Blake a un centro de ayuda, al psicólogo por estos problemas de ira... Pero meses o incluso años de cárcel, por esto que ha sucedido, me parece una gran exageración. Mi hija ha tenido problemas de ira, oficial. No me he atrevido a llevarla a un profesional, pero soy consciente de que todo esto se salió de control.




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