Decidí perderte (corrigiendo)

Capítulo 34: Sacrificio II

Los lugares perdidos de California nos esperaban, luego del golpe y sabiendo que mi intento de persuación no convenció a Arthur, decidí adoptar una postura de indiferencia que me permitía mantenerme alejada de la confrontaciones con él.

—Ya estamos muy lejos —pensé en voz alta. Sin embargo, los demás compañeros mantenían alejado a Arthur —. Ya casi llegamos —mencioné con tristeza y olvidé todos los sentimientos de alegría que, tiempo atrás, mi plan de escape me había dado.

Para callara a Lena y mantener un silencio cordial entre nosotros, Arthur ordenó silenciarle los labios. Y los sujetos, que ansiaban que su jefe les dirigiera la palabra, captaron sus órdenes y ataron un pedazo de tela en su boca.

Los ojos analíticos de Arthur lo mantenían atengo a cada uno de mis movimientos y cuando mi indiferencia, que consistía en ignorar sus gritos y su dolor, no lo convencieron de mí lealtad hacia él, de inmediato, detuvo a cada uno de sus sirvientes y me convirtió en la burla pública.

Para buscar un poco de familiaridad en el descontrol, busqué los ojos entristecido de Lena. Y sus labios buscaban liberar su boca.

Los murmullos poco audibles de Lena, teníam un gran significado para mí.

Debía salvarla... Era mi madre.

—Necesito que todos me escuchen —ordenó con tono relajado y los demás, que carecían de una formación de criterio para contradcirlo, imitaron su tono de voz relajada y su actitud despreocupada.

—¿No les parece que Wayne ha estado muy callada durante todo el camino?

Él se acercó hasta mí. Para buscar intimidación e intimar conmigo tomó mi barbilla y la acarició con sis temas, mientras tanto, mi madre miraba impotente la escena.

Los demás, que no había ignorado mi comportamiento, con una serie de gritos, le dieron la razón a Arthur.

—Bueno, ebemos darle las gracias a Wayne.

Todos empezaron a aplaudir confundidos y, para sentirme parte de ellos, yo me autoaplaudí.

—Ya estamos cerca de llegar y cumplir nuestro objetivo. Por eso, antes de marcharnos, les tengo una gran sorprechaba todos, incluida a ti, Blake —Arthur disminuyo suntono de voz para que los demás no se dieran cuenta de mi "premiación".

Para no revelar mi debilidad ante él, me mordí mis labios para no dejar escapar palabras y, al mismo tiempo intentaba simular seriedad con expresiones fuertes en el rostro.

Pensé en dialogar con él, sin embargo, su hostilidad me detuvo y, posicionándose frente a mí, le habló a todos sus seguidores.

Arthur, ue no desaprovechaba oportunidad para tentar a mi tolerancia hacia sus cuestionables decisiones. Por ello, para que no descubriera más de mi, aparte mi mirada y me centré en el dolor de mi madre.

—Como hemos legado al remolque y me apetece descansar un poco —ironizó

Con temor de sus palabras y de las propias, con un nudo en mu garganta, detuve toda toda mi posibilidad de hablar y, centrando mis oídos en el, esperé atenta su declaración.

—Quiero que todos se diviertan, así que tienen permiso de coger a esta mujer.

Sentí que un grito desgarrador amenazaba a mis cuerdas bucales. Pero, con un suspiro cansado, lo dejé marchar.

Com si desafiante carácter y su decisión, Arthur esperó a que yo interviniera. No obstante, la calma logró mantenerme inmivil y, con un jugueteo de mana, intentaba matar el estrés.

Tenía que hacer algo rápido.

Con una voz seductora intenté conectar con Arthur de nuevo y, sin importar que las miradas de los demás invadieron nuestra privacidad, con un gran beso en sus labios capté toda su atención, mientras que él, con un movimiento de mano, se adueñó de mis caderas.

Los chillidos de Lena amenazaron con romper nuestro momento de intimidad. Sin embargo, con mis palabras logré mantener su atención en mí.

—Mírame —ordené y Arthur se tensó.  Él esperaba una aproximación

—¿No te importa que haya mandado a violar a tu madre?

Su pregunta me hizo flaquear, pero, apoyando mis manos en su cuerpo, me mantuve firme en mi decisión.

Arthur esperó una respuesta.

—No me importa —mencioné con la fluidez que mis sentimientos me permitían.

—¿Qué pasa con tus pupilas?

Mis pupilas estuvieron cerca de delatarme. Pero, al final, el adjudicó esla alteración a la emoción del momento.

—Yo también quiero divertirme.

Mis revelaciones no le permitían cuestionarse nada. Así que, sintenegar de mi propuesta, me guió hacianotro remolque.

Por sí solo y por parte de mi iniciativa, Arthur consideró que las armas estorbaba para liberar toda nuestra pasión, así que las dejó a un lado del auto.

Mientras intentaba confundir a Arthur, escuché como la resistencia de Lena causaba la agresividad de los hombres

—Siempre me has atraído, Wayne —susurró en mi oído, mientras que con dificultad me deslugaba de las prendas que se interponía en muestra piel.

A diferencia de Olivia, yo no disfrutaba yo no disfrutaba tanto del sexo. Sin embargo, si recurría a él en momento s de estrés, ansiedad o cuando lo necesitaba.

Y mientras Arthur cerraba susnojos y se entregaba a mí, con mi mano disponible y a espadas de él, envié un mensaje de socorro a la policía, junto a la dirección de los remolques.

Mis ojos, que no podían contener más mi sentimientos, se cristalizaron. Pero?no fingiendo nula tolerancia hacia la luz y con la sombra que causaban los movimientos de Arthur, cerré los ojos y pude deshacerme de cualquier sospecha.

Las caricias de Arthur no lograron calmar mi tensión, por lo que, él ya había gozado todos sus recursos, se sentó y decidió enfrentar mi mirada cristalizada.

—¿Qué te sucede, Wayne? —Arthur empezó a abotonarse su camisa —, llevo más de veinte minutos tratando de excitarte.

No obstante, para no perder el control sobre él, me abalancé con pasión Y así hacerle olvidar todas sus dudas.

—No le.pasa nada. Digo... —intenté actuar con normalidad  —, hasta cierto punto es entendible que me preocupe pro mi madre.




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