Decidí perderte (corrigiendo)

Capítulo 36: Perdón

Reencontrame con Lena sirvió para apidarme de ella. Al verla tirada sobre el cuerpo de mi hija, me hizo recordar los buenos momentos juntas y mientras yo fungia como una simple espectadora, Doran se unió al llanto que mantenía con vida  la voz de Lena.

No pude ver el cuerpo de Blake más que con tristeza e incredulidad, mi subcociente parecía ser incapaz de asimilar la situación. Por lo que, con paso tardado, me acerqué a Lena y a Doran.

Al sentir mi presencia, ambos cruzaron miradas culpables; pero, al no escuchar mi voz, decidieron callar todos sus reproches.

Intenté colocarme al mismo nivel que ellos, pero la molestia de mis pies lo impedía. Por ello, lo hice despacio y recorría el cuerpo de Blake. Nunca antes la había visto tan tranquila.

Los oficiales, que desconocían toda nuestra situación, observaban la melancólica escena con tristeza y, con mucho respeto, permitían que los tres nos desahogaramos sin interrumpir la escena.

Los golpes en la espalda desnuda de Lena revelaron el maltrato que había sufrido por parte de la pandilla de Blake.

Los sentimientos de Lena, que no podían seguir ignorando mi presencia, la orillaron a disculparse con palabras desacertadas y una serie de titubeos que la hacían lucir patética.

Muy temerosa, ella se acercó a mí y acortó distancia entre nuestros cuerpos, mientras que marcaba la distancia entre ella y Doran.

—Holly... —dijo con un hilo de voz que solo le permitía pronunciar mi nombre con claridad —, lo siento tanto —Ella apretó sus manos en la tela que le quedaba de su vestido.

Lena pudo derrotar mi desden y, sintiendo compasión por ella, la ayudé a levantarse y, a la vez, asumí parte de culpa de lo que había sucedido.

—Lena, creo que no es el mejor momento para hablar de esto.

Miré el cuerpo de Blake, mis ojos renegaba de lamentarse por ella y solo podían observar el desconsuelo sin medida de Doran.

Mis perspicaces ojos notaron la conexión que Lena y Doran tenían en común y, desde ahí, supe cual era mi lugar. Por ello, no reclamé fidelidad.

—Holly... Si ni lo hago ahora, entonces... ¿cuándo lo haré?

Para mantenerse de pie, mientras sus lágrimas intentaban derrumbarla, se apoyó en mis hombros y hundió su cabeza en la curva de mi hombro. Pero yo no pude recibirla con la misma emotividad.

Con una palmada fría en su espalda le indiqué que la había disculpado.

—No tienes qué hacer todo esto. Comprendo lo que ha sucedido, creo que es momento de centrarnos en Blake —la nostalgia atrapó a mi garganta en la inexpresividad y cuando deseaba liberarme, me detenía.

Sin embargo, la insistencia de Lena no se conformó con un frío perdón de mi parte. Ella intentaba encontrar a la Holly alegre y dispuesta para ella. Pero, en su lugar, se encontró con el sentimiento de resignación que mantenía al margen nuestra amistad.

—Claro, que debo hacerlo —mencionó sin importar que los oficiales escucharan parte de nuestra conversación —, conocí a las niñas cuando tenían doce años —explicó con un poco de hipo.  El oxígeno le ayudó a liberar más palabras —, eran las únicas niñas que tenían ausencia materna del grado. Yo me centré en ellas, sabía que tenían problemas, desde ese momento, quise ser una figura materna para ellas. Puedo decir que nuestra unión se transformó en amor familiar. Pero... —mencionó con un poco de terror. Sus dilatadas pupilas intentaban expresar lo que sus labios no podían. Me volvió  a abrazar y, sin ser capaz de mantener la mirada, volvió a hundie su rostro en mí —, no estuve con Doran hasta el cuarto año de las niñas. No puedo explicarte cómo pasó todo, él no tenía apoyo y yo no tenía una familia. Ambos nos complementamos, intenté ayudarlo con las niñas. Me tomé muy en serio el papel de mamá y las quise, quise a Olivia y quise a Blake. Puedo decir que hasta hoy y hasta siempre eso será así. Pero mi soledad no pudo predecir este final para todos.  Quiero decirte que te considero  mi amiga y me acerqué a ti sin ningún interés, no tenía idea de que eras la esposa de Doran o la madre de las niñas, solo supe que te habías convertido en mi amiga y que por ti sería capaz de entregar mi vida. No sé si me perdonarás ahora o si algún día tu corazón esté dispuesto a recibirme, pero prometo estar para ti cuando más lo necesites y hacer lo posible para que te encuentres bien siempre.

Las palabras de Lena liberaron todo mi sentimentalismo y, sin poder detener las lágrimas, me apoyé en su hombro. Con mis ojos cristalizados observé a Doran, que se mantenía distante ante nosotros.

Lena, al saber que la había disculpado, intentó limpiar las lágrimas. Sin embargo, la sangre de Blake llegó hasta mis parpados.

—Todos nos equivocamos. Abandoné a mis hijas por muchos años, abandoné a mi esposo. No fui precisamente la mejor madre y tampoco la mejor esposa. Yo te comprendo, Lena, puedo comprender a Doran.

Solté una sonrisa amarga y Doran, que se sentía más listo para acercarse a nosotras, se levantó y caminó hasta Lena.

—Isabel... —la llamó por su otro nombre.

Sin embargo, Lena, que se sentía apenada por la situación, se mantuvo inmovil hasta que, con una mirada aprobatoria, le indiqué que podía hablar con Doran.

—Sí... —respondió indecisa.

Las miradas temerosas que compartían entre ambos los hizo entrar un poco en confianza.

—Me gustaría pedirte disculpas, frente a Holly.  Yo... —él se detuvo, parecía pensar más en las palabras —, lo siento. No debí estar contigo y mucho menos dejar en tus hombros la responsabilidad de cuidar a las niñas. Debí enfrentar mi indecisión y mi soledad con valentía. Estoy agradecido contigo, porque hiciste lo que pudiste. Cuidaste a mis hijas como tuyas y las amaste como tal. Lo siento por mis indecisiones, lo siento por ocultarte detalles de las niñas. No sabía qué hacer en realidad...

Las disculpas liberaron nuestra felicidad y tristeza. Así que, sin temor a ser recriminados por las miradas ajenas, nuestras risas se unificaron para encontrar la paz y nuestras lágrimas nos hicieron tocar un poco de realidad.




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