Decir te quiero, sin querer, queriendo.

CAPITULO 5

Sorprendida ante sus propias palabras Vanesa trata de asimilar todo lo que le ha pasado, intenta borrar aquellos pensamientos que la conducen a imaginar lo que hubiera sucedido si este joven que tiene al frente no hubiera aparecido, le ha invitado  a quedarse aunque le cuesta aceptar que tiene miedo, no por él, aunque nunca le ha visto puede notar que no es una persona que le podría hacer daño, tiene miedo al fantasma del taxista, a esa imagen horrible que trata de borrar, por suerte, Daniel ha estado en el momento indicado para salvarla, ¿debería llamar a su padre y explicarle? Vanesa no sabe exactamente como explicarlo, piensa que es mejor esperar a mañana y actuar como si nada hubiera pasado.

Están frente a la entrada de la hacienda, pero, a petición de ella toman otra dirección, Vanesa se disculpa varias veces por las molestias que ha causado, pero al joven parece no disgustarle, él dice que en su casa tampoco lo esperan y que no se darán cuenta de su llegada, quizá ha notado su nerviosismo por lo que se ha ofrecido a llevarla a su casa y pasar la noche ahí. Pronto llegan, el lugar donde vive Daniel es bastante sencillo, Vanesa observa disimuladamente por la ventana del auto.

—Entonces, aquí vivo— dice Daniel, ninguno de los dos se ha movido, permanecen sentados dentro de auto.

—Muchas gracias— dice Vanesa pausadamente, de repente ha empezado a sentirse nerviosa, Daniel la invita a entrar, pero ella le dice que no — No quiero importunar a tus padres— le dice y Daniel acepta, acomodándose un poco más en el asiento del auto.

—Perfecto — dice mientras reclina un poco el asiento— pasaremos el resto de la noche aquí — dice y sonríe, ¿Cómo puede sonreír de esa forma? Se pregunta, hace unos minutos casi mata a golpes a un hombre y ahora se ve tan despreocupado, quisiera ella olvidarlo así de fácil.

—Nunca había venido por acá— dice Vanesa intentando acomodarse un poco en el asiento— es de noche y aunque casi no se ve, parecen ser muy lindas estas tierras.

—Lo son, deberías venir de día.

—¿Y que cultivan? — pregunta, haciendo caso omiso a la invitación.

—Solo naranjas, por ahora— responde Daniel— Mi padre con mucho esfuerzo trabaja estás tierras, yo le ayudo, aunque no tanto como quisiera.

—¿Por qué? — pregunta Vanesa algo curiosa.

—Paso la mayor parte del tiempo en la universidad.

—¿Y qué estudias? — otra vez se sorprende ante sus pensamientos curiosos, no recuerda la última vez que se había sentido tan curiosa por otras personas, primero en el avión con aquel hombre de Tinder y ahora con Daniel, quizá esas sesiones con su terapeuta sean las causantes de eso.

—Medicina— responde Daniel.

—Que bien— dice Vanesa mirando por la ventana, a simple vista la finca de Daniel no parece que produzca mucho dinero, no se ve mucha inversión, pero si estudia medicina quizá produzca lo suficiente como para pagarse una carrera como esa— Mi papá quería que estudiara medicina, pero nunca me llamó tanto la atención.

—¿y qué carrera eligió?

—Periodismo.

—¿Bogotá?

—Paris— responde, Vanesa observa una ligera expresión de asombro en la mirada de Daniel— el año entrante me gradúo— añade.

—Yo también, aunque bueno, luego tendré que hacer el año rural.

—Es bastante larga esa carrera.

—Lo es, ya me urge terminar y empezar a trabajar para pagar mis deudas— dice Daniel despreocupado, se nota algo incomodo dentro del auto y Vanesa se siente culpable por pedirle quedarse.

—¿Deudas? — Vanesa ríe —¿cuántos años tienes? — le pregunta.

—24— responde Daniel sonriendo— ¿qué te causa gracia?

—¿y qué deudas puede tener alguien de 24 años? —  dice Vanesa sonriendo algo incrédula.

—Para empezar, las deudas del crédito educativo, entre otras— Daniel le devuelve la sonrisa y Vanesa borra la suya.

—Ahh…—exclama alargando un poco la frase, pero ¡qué tonta! Piensa.

Daniel es un chico muy atractivo, tienes los ojos color miel y cuando sonríe un pequeño hoyuelo sobresale en su mejilla derecha, es alto y aunque le cuesta aceptarlo, físicamente es precisamente su tipo, Vanesa vuelve a mirar por la ventana, observa el hogar de Daniel, todo esto es de él, piensa, que injustas son las casualidades, si Daniel tuviera mucho más de lo que tiene sería el chico perfecto, ¿Cuándo encontraría a su persona ideal?

—¿segura que no quieres entrar? — le vuelve a preguntar, Vanesa niega y es verdad, no le apetece entrar, la lluvia empieza a cesar, sus parpados se vuelven pesados y aunque lucha por no hacerlo, terminar por caer en un profundo sueño del que solo despierta tras escuchar unos pequeños golpes sobre el cristal del auto.

—¡Dani! — habla una chica por fuera del auto, Vanesa observa a Daniel, este duerme tan profundamente que ni siquiera escucha los golpes sobre el cristal, la chica al ver que Vanesa despierta deja de tocar.

Vanesa se dedica en despertar a Daniel moviéndolo de un lado a otro, este pesadamente abre los ojos algo confundido.

—¿Qué hora es? — pregunta mirando el reloj —¡casi las cinco! — dice y luego mira a su lado, la joven sigue de pie al lado del auto, Daniel se disculpa con Vanesa y le pide que lo espere unos minutos.



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En el texto hay: romance, amor romántico

Editado: 08.07.2021

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