Déjame Amarte

Capítulo 1.

KENAN.

—Te amo —tomo el rostro de mi mujer y la beso—. Gracias por hacerme tan feliz, sobre todo gracias por darme la dicha de convertirme en padre.  

—Nuestros hijos tendrán al el mejor papá.  

—Te amo, te amo, te amo.  

—Y yo a ti.  

—No quiero ir a esa cena. Quiero quedarme junto a ti —manifiesto muy cariñoso.

—Yo también, pero tienes que ir, amor.  

—Vendré lo más temprano posible.  

—Me despiertas cuando llegues.  

—Ok —la agarro de la cintura, la acerco a mí lo más que se pueda, ya que su linda barriga no me deja —. Te amo —la beso.  

Susan es la mujer perfecta, cariñosa, amorosa y va a ser una gran madre para Elías y Emma. Corto el beso con mi mujer y me voy.  

No quiero dejar sola a Susan, tiene 7 meses de embarazo y como es primeriza y son dos se le puede adelantar. Pero este negocio es importante y, por el futuro de ella y de mis hijos, tengo que hacer el sacrificio de ir.

Salgo de mi casa e ingreso al auto, lo enciendo y me voy, no me gusta hacer esperar a nadie.  

NARRADOR.

Susan abrió la puerta y Octavio ingresó furioso.  

—¿Qué haces aquí? —preguntó.  

—Tú decides Susan, ¿te vas conmigo o le digo a Kenan la verdad? —la amenazó.  

—Yo no puedo dejarlo, yo lo quiero —trataba de manejar la situación haciéndose la víctima.  

—No seas mentirosa, tú no quieres a nadie, ¿te hago acuerdo del porqué te casaste con Kenan?  

—Octavio, te lo pido, déjame en paz —Octavio no la iba a dejar en paz, él no iba a permitir que le siguiera mintiendo a su hermano.  

—Ve a buscar tus cosas porque nos vamos. Yo seré quien críe a mis hijos.  

—Octavio, por favor.  

—Tienes todas las de perder, porque si le digo la verdad a Kenan, él no querrá verte y yo te quitaré a los niños. No los volverás a ver nunca, aunque no creo que te importe.  

—Claro que me importa, son mis hijos.  

—Entonces ve a ver las cosas más importantes que nos vamos —le dio una mirada asesina.

—Está bien, Octavio. 

Susan fue a buscar sus pertenecía y Octavio aprovechó para dejar escondida una carta explicándole toda la verdad sobre lo ocurrido y quien era realmente Susan.  

—Octavio.  

—Vámonos Susan.  

Él la agarró de la mano y caminaron a pasos rápidos hasta llegar al auto, ambos ingresaron y rápidamente se fueron.  

Octavio iba en completo silencio y eso preocupaba a Susan, ya que Octavio era la versión torcida de Kenan. Ella comenzó a interrogarlo, y al oír la respuesta de él se alteró.  

—¡¡Detén el auto, Octavio!! —exclamó llena de miedo ante la risa malvada del padre de sus hijos.  

—No lo haré, ya engañaste a todos maldita mentirosa —expresó con odio.

—¡¡Detente!! —ella intentó abrir la puerta, pero estaba asegurada.  

Susan intentó detenerlo, agarró el volante y comenzó a forcejear. Octavio luchó para apartarla, pero una luz encandiló sus ojos y por más que trato de esquivar el tráiler no pudo. Absolutamente, todo se volvió un caos.    

KENAN.

Mi celular suena y el matrimonio Casanova se queda en silencio. Cuelgo la llamada, ya que es número desconocido.  

—Como le de...  

Mi celular vuelve a sonar.  

—Si me disculpa, voy a contestar —ellos asiente.  

Contesto la llamada. Mi corazón se detiene y vuelve a latir muy rápido por la preocupación. Salgo corriendo del restaurante y voy al hospital.  

No sé que está pasando, no sé que hacia Susan en la calle a esta hora de la noche. Espero que ella y los bebés estén bien.  

Llego al hospital y me comunican lo ocurrido. Mi corazón se parte al oír que la mujer que amo está estado de coma.  

—Los niños están vivo —no sé si me siento feliz o triste, la verdad no lo sé—, pero no puedo decir lo mismo del hombre que venía con ella —siento que mi corazón bombea la sangre de una manera lenta.  

—¿Qué hombre? —pregunto incrédulo.  

—El acompañante de la señora, él lamentablemente murió apenas llegó al hospital.  

Mi mente está comenzando a crear una novela y espero que no sea cierta. Yo me niego a creer que ella me estuviera engañando.  

—¿Puedo verlo?  

—Sígame.  

Con cada paso que doy siento que el corazón se me sale, espero que sea el chófer de Susan o el jardinero quien la acompañaba.  

El doctor abre la puerta de la morgue y me enseña el cadáver que está cubierto con una sabana blanca, lentamente quito la sabana y siento que muero al ver a mi hermano muerto.  

—Octavio —susurro entre lágrimas.  

—¿Lo conoce? —estallo en lágrimas.  

—Él, es mi hermano —me abalanzo a su cuerpo y lo abrazo.  

Mi hermano, mi hermanito ha muerto.  

—¡¡Octavio, no!! ¡¡Tú no puedes estar muerto, no puedes!!  

Desde la muerte de papá y mama yo prometí cuidar bien de él, y está aquí, en la mesa de una morgue.  

—¡¡¡Octavio!!! —grito lleno de dolor, mi hermanito menor esta... ¡¡muerto!! ... ¡¡muerto!!  

Lloro hasta no más poder, lloro porque ya no lo volveré a ver, lloro porque no volverá a llamarme «hermano» nunca más.  

NARRADOR.

El dolor de Kenan era muy grande, él nunca imaginó ver a su hermano muerto tan joven. Octavio solo tenía 20 años.  

La única tía de Kenan llegó al hospital. Carmen fue comunicada de la noticia de Octavio. Ella acompañó a su sobrino en su dolor, lo abrazó mientras él abrazaba el cuerpo de Octavio en un mar de lágrimas.  

Pasaron los minutos y Kenan no dejaba el cuerpo de su hermano, él se rehusaba a la idea haberlo perdido. 

—Hijo, ve a ver a tu mujer, ella te necesita —dijo Carmen.  

—Tía, ella está en coma —comunicó con amargura y soledad, porque eso era lo que sentía.  

—Ve a verla, yo me encargaré de tu hermano.  

Con el dolor de su alma, Kenan dejó a su hermano por unos minutos. Él le dio un beso en la frente al el cuerpo sin vida de Octavio. A pasos lentos fue a ver a su mujer mientras su mente se inundaba de los recuerdos que tenía junto a su hermano menor.  




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