Déjame Amarte

Capítulo 2.

La noticia de la muerte de Octavio Montenegro llegó a los oídos de sus amigos, su novia y personas cercanas a la familia y a él cuando vivía. Todos estaban conmocionados por la triste noticia.  

Carmen se encargó del sepelio de su sobrino, ya que Kenan no había hecho acto de presencia. Se le dio la cristiana sepultura a Octavio, por el hecho de que el padre tenía que irse, y no podía esperar a que Kenan llegara, pero él nunca lo hizo.  

Carmen se estaba haciendo cargo de Susan y de los niños hasta que se recuperaran, puesto que Kenan había desaparecido. 

Un mes y medio después. 

KENAN.

Un mes y medio sumido en la amargura y bebiendo como un maldito alcohólico. Me sirvo otra copa y me tomo de un solo. Ya he tomado una decisión, me largaré lejos. Llamo a Bruno para que me compre un boleto al primer avión que salga en media hora.  

Me pongo de pie y voy a la habitación, comienzo a empacar mi ropa, tengo que largarme lo más rápido posible del país. Camino hacia el baño para darme una ducha, no puedo permitir que me vean todo desaliñado, un hombre de buen prestigio como yo no debe verse mal.  

Me termino de duchar y me alisto rápido, ya que no tengo mucho tiempo. Me miró frente al espejo y del Kenan de hace dos meses no queda nada, no me he cortado mi cabello, no me he afeitado la barba y sobre todo no he dormido bien porque me atormenta los sueño de Octavio junto a Susan en la misma cama. Suelto un suspiro, agarro mi maleta, camino hacia la puerta y justamente suena el timbre.  

Abro la puerta y mi tía me ve decepcionada. Desde lo ocurrido dejé mi casa, me desconecté del mundo encerrándome en la habitación de un hotel y dejando todo a cargo de Bruno.  

—Hasta que por fin te encuentro —dice furiosa.  

La recorro con la mirada y me detengo en el coche.  

—Me tengo que ir tía, mi vuelo saldrá en unos minutos.  

Su rostro se deforma por lo que acabo de decir.  

—¿Cómo que te vas? Kenan, tus hijos te necesitan. Ha pasado un mes y medio y tú ni siquiera los fuiste a ver. No has ido a visitar a Susan y lo peor es que no asististe al entierro de tu hermano. ¿Qué te pasa? Te pierdes por un tiempo y cuando te encuentro me comunicas que te vas.  

Ella no sabe nada de lo ocurrido, por eso esta así de alterada.  

—Nada me detiene a quedarme, si no tienes nada más que decirme me voy.  

—¡¡Kenan!! ¿Qué te pasó? No eres el mismo Kenan de antes.  

—¿Quieres saber que me paso?  —pregunto con los dientes apretados de la rabia.

—Dame un buen motivo para no juzgar tu desaparición —me mira atenta.  

—Eso dos niños que te acompañan no son mis hijos, son hijos de Octavio, por la tanto no me corresponde hacerme cargo de ellos. Ya lo sabes, ahora me voy.  

Ella queda en shock y aprovecho para irme, pero me agarra el brazo y me retiene.  

—Octavio jamás te haría eso, él te adoraba.  

—Lo hizo y ni siquiera puedo reclamarle porque está muerto.  

—Kenan, son tus sobrinos.  

—No los quiero y no me pienso hacer cargo de ellos. Si tanto los quiere quédate con ellos, tía, porque a mí no me interesan en los más mínimos lo que les pase.  

—Si yo pudiera hacerme cargo ya me hubiera ido con ellos, pero lamentablemente no puedo.  

—Entonces llévalos a un orfanato, pero no los quiero cerca.  

—Kenan, no deje que el odio te ciegue, ellos son los más inocentes y son lo único que te quedan de Octavio.  

—Para qué quiero algo que me recuerda la traición, no quiero a esos niños y no me haré cargo de algo que no es mío.  

—Te harás cargo, porque ante todos ellos son tus hijos.  

—Existen prueba de ADN que demuestran que no lo son.  

—Pero demuestran que son tus sobrinos y no querrás quedar con el gran cachudo delante de todo tus amistades... ¿Sabes que es lo peor Kenan? Que te verán como una mala persona al no querer hacerte cargo de ellos sabiendo que son hijos de Octavio. ¿Crees que las personas querrán hacer negocio contigo? ¿Consideras que tu actitud con lo niño no afectará tu estatus social?  

—¿Me estás amenazando?  

—Tómalo como tú quieras. Necesito que te hagas cargo de los niños.  

No pienso perder todo lo que tengo por culpa de esos niños. No pienso arruinar mi reputación, ni ser el hazmerreír de todo al ser traicionado en mi propia cara, y lo peor, no pienso perjudicar mi futuro.  

—Lo haré, me haré cargo de ellos, pero te digo de una vez que: apenas crezcan, se largaran a un internado, no quiero tenerlos cerca de mí por mucho tiempo, y de paso contrata una niñera para que se haga cargo de ellos, ya no me responsabilizo en cuidarlo.  

Dejo mi maleta y me largo, la presencia de esos niños no me trae gratos recuerdo.  

—¡¿Dónde vas?! —grita, pero la ignoro.  

Tendré que comprar una casa, ya que no quiero estar muy cerca de esos niños, y si me quedo en el hotel lo estaré. Compraré una casa muy grande y de dos plantas para mantenerlos muy lejos de mí.  

MAIA.

"Se necesita mesera a tiempo completo, que sea mayor de edad y sobre todo que, tenga buena apariencia"

Agarro el pequeño espejo y veo mi cara... no cumplo con el requisito más importarte. Suelto un tedioso suspiro y dejo ese periódico a un lado.  

Debería de amarrarme la lengua para no hablar más de la cuenta, este es el décimo trabajo del cual me botan por meter la lengua donde no debo.  

—Maia —me llamo esa angelical voz.  

—Alejandro —digo casi en suspiro.  

Alejandro es mi mejor amigo y a la vez el chico que me gusta. Aunque, ya tiene novia, pero no pierdo las esperanza de que terminen y se fije en mí.  

Llevas once años esperando a que te mire con ojos de amor.

Ignoro a mi subconsciente, y miro a Alejandro. Él es muy bello, es un ángel que vino a la tierra a sacar suspiro.  

—Maia, escuché que el señor Fausto te amenazó con botarte si no le pagabas la renta este mes.  




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