Déjame Amarte

Capítulo 5.

Me río a carcajadas. 

—No soy de nadie —digo y me voy, pero siento él agarra del brazo—. ¿Qué quiere? 

—Necesito que me hagas la cena. 

Me rio. 

—No soy su empleada, recuerde que mi prioridad son los mellizos, sus hijos. 

—¡Me importa un carajo esos niños! —frunzo el ceño. 

—¡Son sus hijos! No debería tratarlos así —este hombre solo me causa decepción.

—Prepárame la cena, y que sea rápido —ordena.

No sé que seria de los mellizos si los dejos a solas con él. 

—Suélteme, ya le haré su cena. 

Él me suelta y voy a la cocina. Abro la refrigeradora y saco la funda de filete de pechuga. Saco dos pedazos de filete y pongo el sartén a calentar mientras aliño los filetes. 

Yo no sé que comerá, pero no se me ocurre nada más para cocinarle. Generalmente, mi cena es muy sencilla, consiste en unas tostadas y un té. Con lo delicado que se ve no debe comer comida grasosa, por lo que procedo a hacer los filetes sudados con una poca cantidad de agua. 

Quisiera saber por qué no quiere a sus hijos. Él ni siquiera le da una mirada para saber si está bien, o necesitan algo. Él no se preocupa por nada relacionado con ellos. 

—¡Apúrate! 

Meneo mi cabeza y me asunto. Agarro una cuchara y le pongo sal al pollo. Mientras eso se cocina busco los panes, porque no hay muchas cosas que hacer, solo llevo tres días en esta casa y la refrigeradora está bastante vacía. 

KENAN.

Esa niñera vulgar es un fastidio, no la soporto. Mi celular suena y lo reviso, abro el chat y es Samanta que me ha enviado una foto de ella completamente desnuda. 

*¿No quieres tocarme?

Sonrío por su pregunta. Con ganas irme al departamento de Samanta, ya que no me agrada estar aquí, nada más lo hago por joderle la vida a la niñera. 

**Ven a mi nueva casa.

Espero su respuesta. Necesito relajarme un poco y buen sexo me servirá de mucho. 

*Mándame la dirección.

Le envío la dirección de la casa. La presencia de Samanta me hará menos desagradable estar aquí. 

*No demoro mucho, Kenan.

**Te espero.

Dejo mi celular a un lado, y comienzo a mover mi pie en señal de impaciencia. No he cenado y tengo hambre. 

—¡¡Muévete!! 

Ella trae mi cena que consiste en pechuga de pollo... Creo que yo que sudada o hervida, y pan. 

—¿Qué es esto? —pregunto fastidiado.

—Es lo único que hay, si quiere comer bien y si no también. 

Suelto un suspiro y me aguanto las ganas de insultarla. Agarro el tenedor y el cuchillo, procedo a cortar el pedazo de pollo y lo llevo a mi boca. Escupo lo que he comido al suelo. 

—¡¿Qué es está porquería incomible?! 

—¡¿Qué le pasa?! 

—La cosa asquerosa que me preparaste está salada. ¡¿Quieres que se me pudra un riñón por la cantidad de sal que tiene?! 

Ella se acerca al plato y procede a comer la pechuga y su cara se deforma. 

—Lo siento, se me paso la mano de sal. 

—Seguro lo hiciste al propósito. Llévate esa asquerosidad a otro lado, que ni un perro se lo ha de querer comer. 

Furioso voy a la sala. Esa niñera no sirve para nada, solo para cuidar a esos mocosos. Me siento en el mueble y cierro los ojos para apaciguar el coraje que siento. 

El timbre suena por lo que procedo a ponerme  de pie y voy a abrir la puerta. 

—Buenas noches, Kenan. 

—Buenas noches. 

Ella ingresa a la casa y la recorre con la mirada. 

—Es muy linda. 

—No le preste atención a banalidades, vamos a la habitación. 

Ella se acerca, rodea mi cuello y me besa apasionadamente. Un leve carraspeo hace que nos separamos. 

—Buenas noches —saluda la niñera. 

—Buenas noches —Samanta le da una amigable sonrisa—. No te había visto antes. 

—Soy la niñera de sus hijos. 

Dame paciencia, Dios mío.

Samanta ríe con nerviosismo y me mira. 

—No le hagas caso. Vamos. 

Pongo mi mano en su cintura y caminamos hacia la habitación ignorando a la tonta niñera. Me detengo al percatarme que no sé a donde diablos voy a dormir. 

—Oye. 

—Dígame señor. 

—¿Cuál es mi habitación? 

—... En la parte de arriba hay una cama, en la segunda habitación. 

—¿Está arreglada? 

—Sí—sigo mi camino hasta llegar a la habitación. 

La habitación está completamente vacía, no tiene nada, solo está una cama media arreglada. 

—Eh —me da una sonrisa. 

—Discul... 

—No pasa nada. Mejor vamos a lo que ambos queremos. 

Ella se quita la gabardina quedando totalmente desnuda. 

—Hazme tuya, Kenan. 

Me acerco a ella y la tiro a la cama. Quito mi ropa quedando desnudo y ella abre sus piernas dando la bienvenida de nuevo. Me introduzco en ella haciéndola gemir, y comienzo a embestirla para calmar el coraje hacia la tonta niñera. 

MAIA.

Nunca me habían tratado tan mal. Ese hombre me dejó un sabor amargo en mi boca. No fue mi intención que la comida quedara salada, yo no me percate que los condimentos tenían sal. Él menospreció tan feo mi comida, que mi corazón se estrujó. 

Algo que me tiene toda pensativa es la presencia de esa mujer en esta casa, yo pensé que era la mamá de los mellizos, por como reaccionó él y ella me di cuenta de que estaba equivocada y la había embarrado diciendo lo que no debía decir. 

Cada día minutos crece más mis dudas por la madre de los niños. Aunque hay algo que me molesta... Ese hombre es un infiel, trae a otras mujeres cuando tiene esposa e hijos. Él, es una basura de hombre. 

Me termino de lavar mis dientes, y salgo del baño. Miro a los bebés y mi corazón se llena de un sentimiento extraño, pero bonito. Me acerco a Emma y le doy un beso en su cabecita y hago mismo con Elías. Con una sonrisa en mi rostro me dejo caer en mi cama y cierro mis ojos. 

[***] 

El llanto me despierta, y lo primero que hago es tratar de calmarlos, y seguido preparo su leche. 




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