Déjame decirte... amor

Sinopsis

Sinopsis

Déjenme ponerlos en contexto.

Llevó obsesionada con mi jefe desde que entré a trabajar a su empresa como una simple asistente ejecutiva. Una más del montón que se encargaba de archivar papeles y servir café con una sonrisa complaciente en reuniones tediosas y llenas de testosterona. Con el paso de los años, siete para ser exacta, escalé posiciones gracias a mis capacidades y dedicación…. Bueno, que mi actitud sumisa y lambiscona había sumado también.

Y no, no tengo porque sentirme ofendida de haber moldeado mi carácter a uno que produjera contento a mis superiores.

No me malentiendan. No soy un títere lambiscón, según mi abuela soy brava como un toro salvaje, sino que con el tiempo aprendí a mantener mi boca cerrada, la cabeza gacha y una sonrisa disimulada para con las personas de más alto rango en la empresa.

Es resultado de todo ese esfuerzo fue lo que me llevó a ser la secretaria ejecutiva del CEO de la compañía. En un golpe de suerte, y por que no, insistentes llamadas al área de recursos humanos, el puesto fue mío y desde entonces, cuatro años, llevo siendo la asistente del señor Benjamín Cameron.

¿Qué puedo decir sobre mi trabajo?

No es el que soñaba siendo una niña, pero no puedo quejarme. Me permite llegar bien a fin de mes con mis deudas y mantener un modesto estilo de vida. Lo contrario a lo que estaba acostumbrada.

El señor Cameron es exigente y algunas veces odioso. Y lo comprendo, hasta cierto punto. El hombre esta acostumbrado a que su palabra es la ley y que el mundo se inclina a sus pies. ¿Qué se supone que demás mortales podemos decir a eso?

Como dicen, la vida es retorcida y la mía estaba comenzando a parecer un jodido ovillo de lana con el que algún gato travieso había jugado.

Esa noche que lo descubrí ebrio hasta la medula tuvo la desfachatez de proponerme, como quien habla del oxígeno, que tuviésemos un hijo.

Él que se sabía enfermo y solo deseaba marcharse en paz con su familia, tuvo el descaro de llevar mis ilusiones hasta la estratosfera…

Y es que claro, ¿Qué mejor que darle la nuera de sus sueños a su madre y la peor pesadilla a su abuelo antes de marcharse?

 

 

 




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