Dejame ser tuya(precuela Durmiendo con el enemigo")

4. La fiesta prohibida.

Con las pocas fuerzas que me quedaban en mi cuerpo hice lo que pude para salir de mi escondite secreto también conocido como mi cama.

¿Pero quien podía juzgarme? Era una chica con el corazón roto y demasiada ira acumulada dentro de mí. Tanta que sería capaz de darle un puñetazo en la nariz a la próxima persona que se me acercara y me preguntara por qué tenía esa cara siendo una niña tan linda.

Razón por la cual había estado evitado a toda mi familia.

Igual no malinterpreten, no me gusta eso de verdad. Mi ira no iba dirigida en particular a esas personas que preguntaban aquello, ni siquiera la sentía para con Lewis, en realidad estaba enojada conmigo misma, por muchas razón es.

Por haber sido tan ingenua, por haber creído que tendría una oportunidad de que él se fijara en mí, de pensar que por una vez en mi vida podría tener lo que siempre había querido.

Pero la vida no se desarrollaba como lo hacía en mis libros favoritos, donde la protagonista pasaba por un montón de penurias pero al final de la historia conseguía ganarse el corazón de su enamorado.

Tampoco se parecía a las historias que yo misma me inventaba en mi cabeza, donde debo reconocer a mí pesar que en todas Lewis me declaraba su amor y vivíamos felices para siempre...

—Como si eso fuese a pasar— mascullé mientras caminaba hacia el ropero para buscar algo decente que vestir.

Sabía que este almuerzo no se trataba de mí, se trataba de Lottie y su nueva aventura. A veces deseaba con todas mis fuerzas ser como ella, que chasqueaba los dedos y tenía a miles de chicos de rodillas ante ella.

Yo tenía suerte si uno o dos se fijaba en mí. Y por lo general, ninguno me llamaba la atención o lo consideraba lo suficientemente bueno. Pero una vez más, ¿quién puede juzgar mi estándar tan alto si lo único que hacía era compararlos una y otra vez con Lewis?

Tomé una remera verde militar, mis jeans favoritos y mis botas negras. Até mi cabello en una cola alta y coloqué un poco de maquillaje sobre las ojeras que estaban debajo de mis ojos.

No estaba de humor para explicarle a Lottie porque lucia así.

Bajé las escaleras y suspiré aliviada al ver que no había nadie allí. Al parecer el haberlos ignorado había servido.

Tome un pequeño papel y escribí una nota en él.

"Iré de compras con Lottie, no me esperen. Seguro me quedo a dormir en su casa".

Pegué el papel en el espejo y salí de casa.

Decidí caminar hasta el shopping ya que no demoraría tanto y supongo que un tiempo a solas con mis pensamientos me haría bien.

Media hora más tarde estaba ante el gran Plaza shopping y antes de entrar coloqué una gran sonrisa falsa en mi rostro. Necesitaba engañar a Charlotte como fuera y camuflar mis sentimientos.

Caminé en silencio hasta el patio de comida donde fui alertado por su agudo grito el lugar en el que se encontraba.

No importaba que el lugar estuviese concurrido, siempre sabrías donde se encontraba Charlotte.

—Aquí aquí— gritó ondeando su largo brazo perfectamente bronceado por sobre su cabeza.

La gente a su alrededor la miraba sin saber que pasaba.

Fui a su encuentro y me llevé la horrible sorpresa de que ella ya había ordenado por las dos. Dos hamburguesas jumbo, rebosantes de aceite y... Calorías.

— ¿Ordenaste por mí? — inquirí.

—Por supuesto— me miro anonadada ante mi pregunta— ¿Hice mal?

Negué con la cabeza.

—No, por supuesto, ¿pero te molesta si cambio la orden? Me gustaría una ensalada... Ya sabes por lo de mi dieta— dije avergonzada al hablar del patético estilo de vida que había adoptado tan solo para bajar algo de peso.

Lottie enarcó una ceja al oír eso.

— ¿Puedes relajarte un poco mujer?— colocó una mano en mi hombro y lo sacudió— Vive un poco. Eres hermosa y no necesitas llevar este estilo de vida para impresionar a nadie. Salvo que...

—Salvo que...

—Que te guste alguien y quieras verte hermosa para él— chilló— Cuéntame todo, dime quien es tu Romeo— soltó excitada, incapaz de retener su emoción.

—Un chico de por ahí— dije al pasar.

— ¿Solo eso? ¿Un chico de por ahí? ¿Eso es todo lo que le dirás a tu mejor amiga?

—No es nada lo juro— le aseguré— No quiero decir nada hasta que sea algo seguro.

—Promete que lo harás—acercó su dedo meñique al mío.

—Lo prometo— lo entrelacé y al hacerlo me sentí increíblemente culpable. ¿Cómo le decía que ese chico era ni más ni menos que su hermano?

Lottie comenzó a engullir su comida sin preocuparse por cuantas calorías estaba metiendo en su cuerpo. Otra cosa que envidiaba de ella.

—Pero eso no importa ahora, al final de cuentas estamos aquí para hablar de ti— le sonreí.

Ella se limpió la boca con su servilleta y bebió un poco de su gaseosa antes de mirarme con ojos brillantes.

— ¿Recuerdas el juego de ayer?— preguntó animada.

—Como no hacerlo. Tu hermano me regañó por el estado en que te vi. Gracias por eso— solté incapaz de ocultar el enojo al recordar aquello.

Necesitaba sumar puntos con Lewis... No restarlos.

—Por favor, no me sermonees tú también— dijo— Ahora dime, ¿recuerdas o no?

Asentí.

—En mi defensa debo decir que volví así porque conocí a uno de los chicos más maravillosos del mundo en ese lugar. Casi lo hicimos en el vestuario— ahogó una risita tonta mientras volvía a beber.

— ¿Me estás diciendo que te metiste al vestuario de los chicos? ¿Dónde andan desnudos?

Me llevé las manos a los odios ya que no quería escuchar más de eso.

—No, Emma. Me metí al de las chicas para comparar mis medidas con las suyas. Por supuesto que entre al de los chicos— río ante mi inocencia.

Ella se creía una chica de mundo. Que se las sabía todas y a veces eso le jugaba en contra.

— ¿Y cómo se supone que se llama? ¿Quién es el Casanova que te lleva a los confines de la tierra para querer aprovecharse de ti?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.