[.ELION.]
La lluvia continuaba azotando Manhattan, sus gotas repiqueteaban contra los ventanales de mi apartamento con una cadencia hipnótica. La ciudad, sumida en un gris melancólico, reflejaba a la perfección la tormenta que ahora mismo se desataba dentro de mí.
James iba a casarse con otra mujer.
No con Blair.
El impacto de esa verdad seguía golpeándome con fuerza, como un eco incesante en mi mente. Durante semanas, había creído—no, había estado seguro—de que James en cualquier momento recapacitaría, que regresaría con Blair, que se daría cuenta de que ella era la única mujer con la que debía estar. Siempre había tenido la certeza de que, sin importar los obstáculos, ellos terminarían juntos. Que lo suyo era algo inquebrantable. Pero ahora, todo se derrumbaba en pedazos frente a mis ojos.
Blair...
Me pasé una mano por el rostro, sintiendo la tensión acumulada en mis sienes. Sabía cómo ella iba a recibir esta noticia. Sabía que James le partiría el corazón de la manera más cruel posible. ¿Cómo lo estaría tomando en este preciso instante? ¿Ya lo sabría? ¿Se habría enterado por James o lo descubriría como un golpe frío y despiadado?
Caminé hasta mi escritorio. No podía quedarme de brazos cruzados. No esta vez. Blair no merecía enfrentar esto sola.
Me senté y tomé el teléfono, pero mis dedos vacilaron sobre la pantalla.
¿Qué demonios debía decirle?
No podía simplemente soltarle: "Hey, Blair, James me acaba de decir que se casa con otra. ¿Cómo estás?" No, eso sería insensible, estúpido.
Suspiré, pasándome la lengua por los labios mientras pensaba en qué escribir. Algo de apoyo, algo que le dejara claro que estaba ahí para ella sin revelar demasiado. Pero, ¿hasta qué punto debía involucrarme?
Porque había una parte de mí, la parte que siempre había tratado de enterrar, que quería más que solo apoyarla. Quería protegerla, sí, pero también quería ser el hombre que la hiciera olvidar a James.
Y ahí estaba el dilema.
Ser el mejor amigo leal que James siempre había tenido o el hombre que llevaba años ocultando su amor por Blair.
Tragué en seco.
Podía seguir fingiendo que mi lealtad a James estaba por encima de todo. Podía seguir haciéndome el ciego, el sordo, el indiferente. O podía, por una vez en mi vida, dejar de esconder lo que sentía.
Mi mandíbula se tensó.
James había elegido.
Él había decidido seguir adelante.
¿Por qué no podía hacer lo mismo?
Mis dedos comenzaron a moverse con decisión sobre la pantalla, pero apenas había escrito su nombre cuando la pantalla se iluminó con una notificación.
Un mensaje de Blair.
Mi corazón se detuvo por un segundo antes de comenzar a latir con fuerza.
"¿Puedes venir a mí departamento? Por favor."
Y así estaba el asunto, solo siete palabras, siete palabras bastaron para hacerme olvidar todo lo demás.
Sin pensarlo dos veces, tomé mi chaqueta y salí de mi apartamento.
Esa noche, la tormenta no solo rugía sobre la ciudad. También lo hacía dentro de mí.
[.BLAIR.]
Estaba en mi departamento, acurrucada en el sofá de mi habitación, sintiendo cómo el peso de la traición se hundía en mi pecho como una daga helada. Las luces de la ciudad parpadeaban a través de la ventana, pero yo solo veía borrones a través de mis lágrimas. El aire era pesado, sofocante, como si la misma habitación estuviera absorbiendo mi angustia.
James iba a casarse con otra mujer.
Cada vez que repetía esa frase en mi mente, una nueva punzada de dolor me atravesaba, tan afilada que casi podía sentirla físicamente.
Mis sollozos rompían el silencio de la noche, resonando en las paredes como ecos de una herida que no tenía cura. El anillo de promesa que alguna vez él me había entregado pesaba como plomo en mi dedo. Habíamos hecho planes, habíamos soñado juntos, él me había jurado que algún día sería su esposa. Y ahora... ahora iba a caminar hacia el altar con otra mujer.
La puerta de mi habitación se abrió con un golpe seco y antes de que pudiera levantar la vista, sentí unos brazos envolviéndome con fuerza.
—¡Dios, Blair! —exclamó Penélope, su voz cargada de preocupación—. Te llamé mil veces, ¿por qué no contestaste?
Me aferré a su abrazo con desesperación, como si eso pudiera sostenerme en un mundo que se estaba derrumbando bajo mis pies. No pude contestar. Solo sollozaba contra su hombro.
Penélope, siempre tan rápida, tan decidida, se apartó lo justo para tomar mi rostro entre sus manos y examinarme. Sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de furia y tristeza.
—Esto es una locura... sabia que te pondrías así. Por eso vine —exclamó, su tono iba subiendo con indignación—. ¿Cómo pudiste aceptar organizar la boda de tu ex? ¡Es la peor idea que he oído en mi vida! Desde un inicio debí decirte que no. Y no traje el jodido pegamento...
Intenté responder, pero mi voz se quebró antes de que pudiera pronunciar una sola palabra.
—No, Blair —me interrumpió, sacudiendo la cabeza con frustración—. No puedes dejar que te hagan esto. James te está usando y tú no puedes permitirlo. ¡Es una humillación total!
Tragué en seco, intentando recuperar un poco de control sobre mi voz.
—Pensé que... —mi susurro quedó atrapado en un nuevo sollozo—. Pensé que tal vez, si paso tiempo con él, se daría cuenta del error que está cometiendo. Tal vez... tal vez podamos arreglar las cosas.
El rostro de Penélope se suavizó con compasión, pero la furia seguía ardiendo en sus ojos.
—Blair, lo entiendo —afirmó, tomando mis manos entre las suyas—. Sé que aún lo amas, pero tienes que pensar en ti. No puedes seguir lastimándote de esta manera. James ha tomado su decisión y, aunque te duela, tienes que aceptarlo.
Negué con la cabeza, sintiendo las lágrimas quemar mis mejillas.
Editado: 16.06.2025