Dejando Ir Al Amor De Mi Vida

1.- El desencuentro

"El corazón humano es el primer órgano que comienza a latir, y el último en detenerse."
— Aristóteles (en sus estudios sobre la anatomía).

[.BLAIR.]

Sentada en nuestro restaurante favorito, Coffee House, observé cada detalle a mi alrededor con una nostalgia que me oprimía el pecho. Las velas titilaban sobre las mesas, arrojando destellos dorados sobre la vajilla impoluta. El murmullo de conversaciones ajenas flotaba en el aire, mezclándose con el aroma inconfundible de la cocina italiana que tantas veces nos había acompañado. Este lugar había sido testigo de incontables cenas, risas y promesas entre James y yo. Y ahora, después de un mes y medio de haber terminado nuestra relación de tres años, estaba aquí, esperando que esta reunión fuera el inicio de algo nuevo. Tal vez una reconciliación, tal vez una segunda oportunidad.

Me miré en el espejo que decoraba una de las paredes del restaurante y, con dedos temblorosos, acomodé un mechón de mi cabello oscuro detrás de la oreja. Había elegido con cuidado mi atuendo: una blusa azul que sabía que le encantaba y los jeans que tantas veces había elogiado. No podía negar que quería impresionarlo, que quería que me viera y recordara lo que habíamos sido.

Cada vez que la puerta del restaurante se abría, mi corazón se aceleraba. Y entonces, lo vi.

James Thorne entró con esa elegancia innata que siempre lo había caracterizado. Su traje oscuro estaba impecablemente ajustado a su atlética figura, y su cabello castaño, perfectamente peinado, reflejaba el brillo tenue de las lámparas. Caminó con esa confianza arrolladora que siempre me había fascinado, y cuando sus ojos azul profundo se encontraron con los míos, sentí que el aire me faltaba.

Se acercó a la mesa con una sonrisa que desató un torbellino de emociones en mi interior.

—Hola, Blair.

Su voz, cálida y familiar, me envolvió como un eco de los recuerdos que aún no había logrado enterrar.

—Hola, James. —Mi tono fue más suave de lo que pretendía, traicionándome. Respiré hondo y forcé una sonrisa—. ¿Cómo has estado?

—Bien, ocupado como siempre con el trabajo. —Sus labios se curvaron, pero sus ojos no reflejaban la misma emoción—. ¿Y tú? ¿Cómo te ha ido?

—Bien... También ocupada. Me graduaré de Finanzas en Yale, finalmente.

Su rostro se iluminó genuinamente sorprendido.

—¡Blair, eso es increíble! Felicidades. Siempre supe que lo lograrías.

Asentí, sintiendo un calor reconfortante ante su entusiasmo. Tal vez, después de todo, aún le importaba.

La conversación fluyó con facilidad. James habló de su empresa, de los nuevos proyectos y de cómo, después de mucho esfuerzo, había encontrado un socio que lo ayudaría a expandir Thorne Constructions. Lo escuché atentamente, sintiéndome orgullosa de sus logros, aunque una parte de mí seguía buscando señales, pequeños indicios de que tal vez aún quedaba algo entre nosotros.

Pero entonces, noté un cambio en su expresión. Sus facciones se endurecieron, sus ojos se tornaron serios y su mandíbula se tensó levemente.

—Blair, hay una razón en particular por la que te pedí que nos viéramos hoy.

Mi estómago se encogió. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Me incliné ligeramente hacia adelante, esperando... anhelando escuchar lo que tanto había deseado.

Pero sus siguientes palabras me desgarraron.

—Voy a casarme.

El mundo pareció volcarse sobre sí mismo. Sentí como si el aire hubiera sido arrancado de mis pulmones.

—¿Qué...? —Apenas fue un susurro.

James mantuvo su mirada fija en la mía, como si supiera que su siguiente frase sería el golpe final.

—Voy a casarme con Camille. Camille Dupont. Te hablé de ella cuando...

Su voz se difuminó en el fondo mientras mi mente repetía una y otra vez esas palabras. Voy a casarme.

Mi garganta se cerró y el dolor se instaló en mi pecho como una daga ardiente. Me obligué a tragar saliva, a recomponerme, aunque cada fibra de mi ser gritaba por salir corriendo de allí.

—Camille Dupont... —pronuncié su nombre con dificultad—. Ella... ella es la razón por la que terminamos, ¿verdad?

James entrecerró los ojos, su expresión se volvió tensa.

—Blair, yo...

—No, es cierto... —Lo interrumpí, sintiendo cómo la furia comenzaba a arder en mi interior—. No lo "dejamos". Tú me dejaste.

El silencio se instaló entre nosotros. James apartó la mirada por un instante, como si las palabras le pesaran demasiado.

—Lo sé. —Su tono fue bajo, cargado de algo que no pude identificar—. Pero yo...quería, bueno, quiero pedirte algo... algo importante.

Reprimí la risa amarga que amenazó con escapar de mis labios.

—¿Más importante que decirme que vas a casarte con otra mujer?

James pasó una mano por su cabello, como si intentara encontrar la manera correcta de hablar. Luego, con un tono casi suplicante, continuó:

—Quiero que nuestra boda sea en el castillo de tu familia.

Sentí un golpe seco en el estómago.

—¿Qué? —Mi voz se quebró.

—Sé que es mucho pedir, pero ese lugar significa mucho para mí. He pasado años allí, tengo recuerdos imborrables... pensé que también sería significativo para Camille.

Cada palabra suya era una cuchillada.

—También tengo recuerdos en ese castillo, James. Contigo. —Mi voz se tornó áspera, contenida.

Él suspiró y, entonces, hizo algo que me desarmó por completo: extendió su mano sobre la mesa y tomó la mía.

El calor de su piel contra la mía envió un escalofrío por todo mi cuerpo. Cerré los ojos un segundo, maldiciéndome por lo fácil que aún podía afectar mi corazón.

—Blair, por favor, piénsalo.

Abrí los ojos y, con un esfuerzo titánico, retiré mi mano.

—¿Qué opina Camille de que tu ex sea quien organice su boda?

James sonrió levemente, como si encontrara la pregunta curiosa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.