Unos ojos marrones me miran con odio, y de pronto siento golpes por todo mi cuerpo, oigo un disparo, pero las balas me impactan a mí. Todo es tan confuso y rápido que no me da tiempo si quiera de luchar por defenderme.
_Te lo dije, no serás para nadie.
Estoy tendida en el suelo, respirando con dificultad, todo mi cuerpo duele y el moverme se hace un calvario difícil de padecer, puedo ver mientras intento moverme que estoy en un charco de sangre, mi sangre.
Sus pasos son seguros y calmados mientras camina tranquilamente alrededor de mi analizando la mejor posición. se detiene y una sonrisa tranquila ilumina su rostro, solo logro mirarlo fijamente mientras apunta con el arma a mi cabeza.
Cierro los ojos y respiro...
Un latido de corazón...
Dos latidos de mi corazón...
Oigo el sonido del disparo...
Me levanto en medio de lágrimas y gritos, mientras mis brazos están tapándome la cabeza.
《A sido un sueño, es solo un sueño, un mal sueño. Me repito una y otra vez.
Pero se sintió tan real...》
Toco mi pecho y siento los latidos acelerados de mi corazón, ¡cálmate All cálmate! Me reprendo a mí misma, y veo la hora en mi celular que está en la mesa de noche a lado de mi cama.
son las 4:00 A.M. y sé que ya no poder dormir. Me levanto de mi cama y me encamino al baño, me desvisto de mi pijama de winnie the Pooh (si tan grande y usando pijamas de niñas) pero no me importa al final me calientan y eso es lo importante.
Me meto en el baño y enciendo la ducha, al principio está muy caliente pero no me importa, poco a poco el agua borra los malos recuerdos de mi cuerpo, borra por el momento mis miedos y la pesadilla que nuevamente me ha hecho despertarme tan temprano, la esponja junto con el jabón logra borrar un poco más de mi piel sus manos y su recuerdo, aunque no como yo quisiera. No del todo aun su fantasma me acosa aun en los sueños.
Tengo 25 años y siento que he vivido una vida entera, una vida donde al principio mi realidad era hermosa, casi un como un cuento de hadas, pero como esta es la vida real y ella siempre se empeña en enseñarte su peor cara me tocó vivir aún muy joven la peor pesadilla de cualquiera.
Soy panameña de ascendencia egipcia-italiana radicada desde hace tres años en Toronto Canadá, trabajo en un banco como asistente de Vicepresidencia de Cuentas Internacionales.
Poco después salgo del baño y me tiro en la cama a pensar un rato en la inmortalidad del camaleón y como casi siempre que tengo una pesadilla termino recordando el porqué de mi estadía aquí en Canadá.
Comparto un piso con mi mejor amiga Camila y su novio Arturo. Somos amigos desde que llegue, casi de inmediato congeniamos y nos volvimos amigos. Ellos saben casi toda mi historia, salvo un pequeño detalle y el más importante para mí, por lo demás ellos saben todo. Saben del porque mi decisión de mudarme tan lejos de mi país, y no me juzgan; todo lo contrario, me apoyan y comparten mi opinión.
Es duro dejar todo atrás, duro dejar a tu familia y saber que pueda que no vuelvas en mucho tiempo o quizás jamás, es duro huir de un lugar para tratar de sanar tus heridas y en el proceso dejar tantas personas que amas. Lo sé, sé que soy una cobarde que dejo todo atrás, pero ¿Quién puede juzgarme? Nadie. Salvo el que haya estado en mis zapatos y ni ellos a veces han podido escapar de su tormento.
Toco distraídamente mi lunar en el abdomen, ese que está un poco más arriba del ombligo y que me salió a los quince años. Tiene una forma peculiar, es como un pequeño diamante, pero salen pequeñas rayitas de él, dos arriba y dos de cada lado, arriba tiene un pequeño círculo más pequeño. Recuerdo perfectamente lo asustada que estuvo mi mamá cuando me salió, me llevaron al dermatólogo y después de unos cuantos estudios llegaron a la conclusión de que no era nada malo, peculiar sí, con una forma muy poco común también pero no malo.
A mi mente llega toda la agenda que tengo para hoy, estoy cerrando el mes de noviembre y las cosas en el trabajo se ponen un poco estresantes y para colmo mi jefe esta de luna de miel, ¡perfecto! El muy bobo se casó hace una semana y se va por todo un mes, dejándome a mí a cargo del departamento, ya que soy su mano derecha y confía plenamente en mis capacidades.
Mi jefe Marco es un genio en lo que hace, poco a poco ha logrado posicionar a nuestro departamento de Cuentas internacionales entre los mejores departamentos del banco y dándole al banco mejores entradas desde nuestra área, ofreciendo mejores tasas de interés y mayor agilidad en menor tiempo en atención al cliente, gracias a su influencia contamos con una cartera envidiable, muchos bancos de la localidad quisieran tener una cartera como nosotros.