Delayed

Capítulo 5

Atara

Logro verlo y mi corazón empieza a palpitar como la primera vez que lo vi, tiene unos pantalones negros que resaltan su figura y es que el sacrificio que hace de entrenar todos los días muestra los resultados. Una camisa roja recogida hasta la altura de los codos y los tres primeros botones abiertos me dejan sospechar qué tan difícil estuvo su día.

Lo veo reír y hablar frente al taller de Runar el padre de Issa, en la posición que se encuentre no puede verme de inmediato sin embargo, bastan tres segundos para que fije su mirada en mí. El corazón se me oprime al recordar cómo están las cosas entre los dos, tengo miedo de lo que mis decisiones puedan causar. Por primera vez en todo el tiempo que llevo de conocerlo y los dos años de casados que hemos compartido, temo por lo que pueda ocurrir entre nosotros.

Me acerco al Lexus negro que está utilizando hoy mientras lo veo despedirse de Runar del cual me despido con un movimiento de mano. Lo veo acercarse mientras alza la llave del vehículo para abrir mi puerta, me adentro al auto y mientras me coloco el cinturón de seguridad lo escucho entrar. El ambiente se siente pesado entre los dos por lo que tomo una respiración larga intentando tranquilizar el cosquilleo nervioso que pulsa en mi cuerpo. Él termina de colocarse el cinturón y voltea a mirarme, no giro para observarlo sin embargo eso no lo detiene. Elliott siempre va por lo que busca sin rodeo ni dramas, odia los dramas y escándalos.

Se acerca a mi rostro para dejar un beso en mis labios pero sin tener la intención giro el rostro logrando que toque solo mi mejilla.

—Lo siento mi reina pero esto no somos nosotros y nunca lo hemos sido.

—No puedo fingir.

—Ni deseo que lo hagas pero sabes como son las cosas entre nosotros, lo hablamos y buscamos una solución. No permitimos que un asunto nos haga perder el tiempo en peleas y demás —me recuerda tomando mi rostro entre sus manos, transmitiéndome esa paz que siempre lo a rodeado.

Me deleito observando sus preciosos ojos y sin poder resistirme más lo beso. Él me recibe con el mismo anhelo de siempre hasta quitarme el aliento.

—Perdón —digo apenada y sonríe.

—Sé que estás enojada y lo respetaré pero no podemos cederle el control a la situación. Al llegar a casa lo hablaremos.

—Bien.

Deja un beso en mis manos y pone el auto en marcha, al llegar a casa decide ser el primero en tomar un baño mientras yo me quedo en la cocina organizando lo de la cena. A sido un día de mucho trabajo y aunque lo más que deseo es irme a la cama debo ponerme hacer la cena, Elliott a contratado a una señora que nos ayuda con la limpieza y demás pero de la cena nos encargamos nosotros. Así lo hemos decidido ambos.

—Ve a ducharte yo lo hago —me dice al llegar a la cocina desprendiendo ese rico olor a jabón masculino. Viene con unos pantalones largos de dormir y una camiseta media holgada sin manga, sus brazos lucen más fuertes que la última vez lo que me hace admirarlo por más tiempo. Amo el contraste de la tinta sobre su piel.

—Apuesto que estás más agotado que yo, gracias pero ya lo termino.

—¿Hasta de eso me vas a privar? De hacernos la cena y consentirte —el tono en que lo dice es serio lo que provoca que me gire a verlo. Es extraño verlo serio cuando platicamos aunque no es el tipo de persona que sonríe todo el tiempo siempre tiene un aura relajada que te hace sentir bien y justo ahora no estoy sintiendo.

—Bien, te dejo a cargo —es todo lo que respondo para abandonar el lugar e irme a dar una ducha.

Mientras desnudo mi cuerpo muerdo mi labio inferior para no llorar, tengo miedo. Mucho miedo en realidad y temo que él no lo sepa entender y apoyarme como siempre lo a hecho, temo que el miedo por ello llegue afectar mi relación y la paz de la que gozo. Elliott es todo lo que tengo en la vida en el sentido literal y figurativo. No tengo padre, madre, hermanos, primos, abuelos ni nada por el estilo. Desde que tengo uso de razón me crié en un orfanato, nunca nadie me reclamo. Mi mayor sueño era que un buen día alguien entrara por la puerta de aquel lugar y dijera que había venido a llevarme.

No hubo un día en que no lo deseara pero nunca ocurrió. Allí habían gente buena pero también no tan buena, no es necesario detallar a fondo todo el sufrimiento mental y en ocasiones físico que sufre un niño desamparado. Nunca supe que pasó con mi madre, la razón de pertenecer a ese lugar. Lo único bueno de todo fue que se encargaron de mi educación y me soltaron al mundo siendo mayor de edad, con un empleo de medio tiempo y mis estudios avanzados. Entonces luego lo conozco a él, Elliott Grimaldi.

Recuerdo que esa noche era lluviosa y salí del trabajo que tenía en aquel entonces, un restaurante de comida rápida. Era más de la media noche y el miedo de que alguien fuera hacerme daño más el hecho de ir empapada por la lluvia me hizo cruzar la calle sin asesorarme muy bien que digamos, les juro que apesar de la fuerte lluvia vi todo claro y propio para cruzar al otro lado de la calle. Elliott aún aboga que fue mi culpa pero creo que era la forma en que el destino tenía de presentarnos. Al cruzar casi me atropella, frenó de golpe prácticamente en mis pies y recuerdo que temía abrir lo ojos y ver que tan grave había quedado.

Él se salió del vehículo convertido en una furia humana, nunca lo he visto tan enojado como en esa ocasión. Recuerdo que me grito si había perdido la mente o estaba siega. Luego de recomponerme y ver que no tenía ningún golpe empecé alegar que sí me había fijado y que el loco imprudente había sido él. Nos enfrascamos en una discusión de minutos hasta darnos cuenta que no tenía sentido y lo importante había sido que ambos estábamos bien. Esa noche me llevo a casa y ahí comenzó nuestra historia.




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