Issa
Me despido de papá apurándome en salir para no hacerme esperar más solo que al abrir la puerta me encuentro con la misma escena de estos últimos cuatro días, suspirando cansada lo tomo de enfrente de la puerta llevándolo a la cocina. El empaque me da curiosidad porque se mira como algo delicado y costoso y sin poder soportar me apuro en ver de qué se trata. Al mirar lo que me ha enviado me sorprende y enoja al mismo tiempo, esta vez no se trata de chocolate, un arreglo florar, una bandeja de desayuno, una simple nota o globos.
Esta vez se trata de un juego de bisutería precioso, reviso para ver si hay alguna nota pero es todo lo que hay junto a una tarjeta con su número personal como ha estado enviando todos estos días. Es una atribución que no le corresponde y creo que tendré que ponerle el alto que merece. Sintiéndome molesta y tras escuchar el claxon del transporte que me lleva al trabajo recuerdo que debo marcharme, guardo todo en mi bolso y me apresuro en salir.
—Buenos días chicos —digo al entrar tomando asiento en el lugar acostumbrado.
—Tu cara me dice que no son tan buenos —comenta Atara al lado de mí —. Haber, ¿qué te ha enviado esta vez?
Pregunta y su sonrisa de lado me hace bufar. Está al tanto de toda la situación con Vikram. Desde que apareció en mi vida nada a sido igual, los problemas llegan como si fueran por órdenes.
—Un juego de joyas lujosas —digo cansada.
—Nooo ¿en serio? Quiero verla —su emoción me hace arrugar el rostro al observarla.
—Más tarde te la muestro —respondo y agradezco que no insista. Apuesto que más de uno dentro del bus está escuchando atentamente lo que decimos y no me agradaría que empezarán a rumorar mis cosas personales.
—Vale.
El trabajo me ayuda a no pensar en Vikram y todo lo que me está ocurriendo, me envuelvo en asistir a los pasajeros y platicar con ellos en el proceso del check-in hasta el punto de disfrutarlo. Creo que la sensación de llegar a extrañar esto es lo que aún me sujeta a estar aquí. Aunque en ocasiones nos enfrentamos a ciertos desafíos que me hacen desear desaparecer me gusta servirle a la gente, me gusta mi trabajo aunque no es mi pasión.
Asisto una señora más antes de irme a tomar mi hora de descanso, al retornar debo ir a los vuelos pero antes prepararé mi estómago para ello. Casi siempre al entrar a los gates salgo más tarde o pocos minutos antes de la hora de mi salida. Le escribo a Atara y me confirma que ya espera por mi en el área general para almorzar, me recuerda que solo tenemos veinte minutos antes de que salga su vuelo.
Me apresuro en calentar el almuerzo que he traído de casa en la oficina y en el proceso busco el dichoso obsequio, es de una pedrería hermosa e incluso de mi gusto lástima que no lo aceptaré.
Ubico a Atara quien teclea concentrada en su celular y solo me nota al sentarme enfrente.
—¿Todo bien?
—Eh si ¿y tú? ¿Qué tal el día hasta ahora? —dice devuelta dejando el móvil a un lado para prestarme atención.
—Bien —empiezo a colocar todo en la mesa para comer.
—¿Ahora si me dejarás ver el obsequio señorita secreto? —dice sonriendo.
—No entiendo tu emoción pero tampoco me sorprende —se lo extiendo y no pierde un segundo para analizarlo.
—Wow esto está monísimo —chilla encantada.
—Lo está lástima que no lo utilizaré.
—Ya lo imaginaba e igual el por qué.
—Exacto.
—Pero creo que deberían hablar, él se a esforzado mucho y por el bien de él y el descanso tuyo deberían aclarar las cosas y así ambos estarán tranquilos.
—Estoy contigo aunque solo le diré lo que ya sabe. No quiero nada con nadie, que siga su camino —declaro y no entiendo la opresión en mi pecho al decirlo.
—Es tú decisión y la respeto al igual que tu padre pero soy tu amiga y hermana por lo tanto no me cansaré de repetirte que no me parece correcto, por lo menos dale la oportunidad de conocerse. Sino te arriesga nunca sabrás si ya estás lista Issa, presiento que sí funcionará.
Me habla con sinceridad y escucharlo tanto de ella como de mi padre me están poniendo a dudar de mi decisión.
—Gracias una vez más por el consejo pero ya sabes mi respuesta.
—Bien —dice recostando su espalda al respaldo del asiento —. ¿Cuándo se lo entregará?
—Hoy mismo, pienso reunirlo justo aquí —contesto sonriendo y rueda los ojos. Imaginé que no le gustaría.
—Se más madura y valiente. Este no es el mejor lugar Issa.
—No es cobardía, se llama precaución. El tipo es demasiado astuto y no puedo darle oportunidad. Además, no me llevará más de dos minutos aclararle una vez más lo que desde el principio llevo diciéndole.
—¿No lograré nada intentando convencerte?
—No
—Pues buena suerte, ya debo irme pero espera mi llamada en la noche pidiendo detalles.
—La extrañaría sino —digo y ambas sonreímos. Deja un beso en mi mejilla y se marcha.
Decido terminar de almorzar antes de llamarle, me queda más de media hora así que aún tengo tiempo. Me siento ansiosa sin entender el por qué, me repito que aunque las personas que más amo me dicen lo contrario es lo mejor que puedo hacer. Nadie siente más que yo el miedo y la incertidumbre que me abrazan de solo pensarlo. es más fuerte que mi temor a nunca ser feliz y encontrar el amor.