Ataque a los androides - Segunda parte
Diario Digital El Androide Feliz, 7 de diciembre del año 178 de la Nueva Era.
A nuestros queridos lectores:
Se dirige a ustedes Leticia Howard, directora general del diario El Androide Feliz. Este 7 de diciembre se conmemoran los ciento setenta y ocho años desde el suceso más importante de la humanidad: la creación de los Androides Schroeder. Como todos los años, les compartiremos, tanto a los nuevos como antiguos lectores, la fantástica historia del origen de los androides Schroeder.
Todo comenzó en el año 2113 de la Antigua Era, cuando nació Michael Schroeder padre. Muchos prefieren datar los inicios en el nacimiento de sus hijos, o cuando se les ocurrió su gran idea, pero recordemos que nada de esto podría ser posible de no ser por el Gran Mecánico. Fue dado a luz en el hospital 45A de Berlín, en lo que antes llamaban Alemania. Sus padres eran Joan y Alfred Schroeder, dos pobres granjeros.
¡Momento de recuerdos! Los granjeros eran seres humanos que trabajaban en los campos, en el rubro de la ganadería y agricultura. Resguardaban a sus animales en grandes construcciones de madera llamadas granjas, de ahí su nombre.
Los dos apenas tenían el suficiente dinero para subsistir, por lo cual Michael padre apenas recibía educación en su escuela local, ya que en aquellos tiempos no existían los implantes de información. Contaban con un robot de trabajo suministrado por el gobierno, que les ayudaba con sus labores.
¡Momento de recuerdos! Los gobiernos eran organizaciones oficiales de la Antigua Era, y cada división (llamadas países) contaba con uno propio. Los humanos que lo conformaban tenían cargos muy diferentes y eran elegidos por los habitantes de cada división. ¿Se podrían imaginar el caos que era el mundo, en manos de humanos no educados?
A los dieciocho años, y después de terminar el colegio, Michael padre sufrió la pérdida de sus progenitores. En aquellos tiempos, los robots eran tan defectuosos y peligrosos como sus creadores. El de la familia Schroeder había activado sus funciones de corte por la noche, en la cocina, mientras Joan y Alfred cenaban. Por fortuna, Michael padre se sentía mal del estómago, así que se encontraba descansando en su habitación.
Con la muerte de sus padres y la inhabilitación del robot ayudante, la granja Schroeder ya no podía mantener al joven Michael padre. Juntando los ahorros de sus padres, se fue a vivir al centro de Berlín, su ciudad natal. Allí abrió el conocido taller mecánico Schroeder, valiéndose de sus conocimientos adquiridos en la escuela. Ese taller, creador de una nueva sociedad, todavía sigue en pie, abierto a visitas. Pero recuerden, queridos humanos, ¡solo los domingos!
En Berlín conoció a Hannah, quien años después se convertiría en su esposa. Se dice que Hannah Schroeder era tan hermosa que ningún hombre podía evitar enamorarse de ella, pero ya sabemos que los humanos creen en muchas cosas absurdas. Yo misma creí que, si deseaba obtener algo, solo debía imaginarlo.
Hannah y Michael padre tuvieron, a los veintiséis años, tres hijos: Oliver, Elias y Michael hijo. Los tres rubios, de estatura media y muy inteligentes, teniendo en cuenta sus cerebritos orgánicos. La infancia de los hermanos Schroeder transcurrió con muchos altos y bajos, puesto que su padre no ganaba demasiado en su trabajo; los ya anticuados autos comenzaron su transición a la era de las auto-reparaciones. Por su parte, Hannah no podía hacer trabajo alguno, ya que las secuelas de sus tres embarazos la dejaron incapacitada. Murió a los treinta y cuatro años, meses antes del octavo cumpleaños de Oliver.
A corta edad (Oliver, ocho; Elias, seis; Michael, cinco) los tres hermanos mostraron su gran inteligencia. Ayudaban con las tareas del hogar y se sacaban notas perfectas en el colegio, pero lo interesante de todo esto es que nunca estudiaban. Pasaban todo su tiempo leyendo libros de papel, con los cuales se nutrían de información.
¡Momento de recuerdos! Los libros de papel eran objetos físicos formados por hojas, cubiertos por tapas de un material más grueso. Contenían información escrita en su interior, ¿no suena eso muy loco? En la época de los Schroeder, los libros de papel estaban en extinción, pero muchas familias pobres los tenían, a falta de libros digitales. Estos eran lo mismo, pero en la nube. Debió ser muy aburrido y lento el proceso de leer tanto para estudiar cosas básicas.
Pronto, crearon su primer robot. Era pequeño y rápido, y lo usaban para destrozar autos ajenos, así sus dueños acudían a su padre para repararlos. Los tres pequeños no se conformaron con esa pequeña mejora en la economía hogareña, y siguieron trabajando. A los siete años, Michael ya había fabricado catorce robots pequeños, y desarrolló un software para hackear el sistema de su escuela. Con ello, pudo acceder a muchísima información adicional, que compartió con sus hermanos.
Creo que ya todos sabemos que el verdadero héroe de esta historia es Michael ¿no? Incluso con su gran inteligencia, le llevó ocho años desarrollar el programa que dio vida a la Nueva Era: el AndroTech. Un software absoluto, que todo lo sabía y todo lo podía. El AndroTech sigue con nosotros hasta el día de hoy, como bien saben. Bueno, en sus primeros días lo que hizo fue crearse un cuerpo. Imitó los diseños de androides de aquella época, con características antropomórficas e “inteligencia artificial” (la cual dejaba mucho que desear, comparada al AndroTech). Tomó prestados los mejores materiales, los encargó por la nube y los mandó a la casa del mecánico.