Trataba de mirar hacia otro lado para no desconcentrarme, no quería que mis nervios me fallaran o me hiciera cometer una estupidez.
—Creo que te he visto por Greenmoon —me comentó. Mis ojos se abrieron aún más—. Y tus ojos lucen aún más de cerca.
Era algo obvio que me había visto antes con tan sólo mencionar; «que mis ojos luces más de cerca» eso quería decir que me había visto, al parecer era cierto conocía Greenmoon. Pero preferí no decir nada.
—Gracias —le agradecí.
Justo en ese momento escuché el sonido de una llamada entrante en mi móvil, miré mi móvil y vi que era Max, lo ignoré pero el muy tarado de Max volvió a llamar. Resoplé fastidiada. El chico se despidió tendiéndome su mano. Y tomé la llamada.
—¿Qué te sucede Max? ¿Acaso crees que yo...? —me interrumpió.
—No me importa lo que pienses, sólo quiero recuperarte Denis, te extraño cariño por favor—me suplicó. En ese momento me sentí devil pero me armé de valor para no desvanecerme.
—No quiero hablar contigo —le protesté duramente. Corté la llamada, configuré el móvil a modo de vuelo, así no recibiría por el momento llamadas de él. Procedí a sumergirme en el minibus.
Me imaginé las chispas que debió de haber salido de él, ignoré el incidente y proseguí a colocarme los audífonos.
Esperé a las chicas pero decidieron quedarse otro tiempo más. Después me acordé del joven y regresé al lugar donde estuve, seguí caminando pero me tomó por sorpresa cuando vi al joven que había visto hace rato convertirse en lobo, abrí los ojos como platos, temblé y salí despavorida.
Cuando regresé al minibus las chicas estaban ahí, sentí un alivio porque quería irme y puse el minibus en marcha.
—¿Cuándo retornaremos chicas? —pregunté.
—Todos los días —respondió Ana, luego se rio.
—Ahoramismo —alegó Lora. Pude percibir que estaba ya un poco mareada por el alcohol, no quise tomar mucho porque yo era la que tomaba el volante, no podía conducir ebria.
—Vamos a traer hombres también para la próxima —comentó Sofía.
—¿Y cómo diablos si vinimos sin ellos? —cuestionó Lora.
—Lo buscamos —bromeó Ana.
—Podemos llamarlos. ¿Qué dicen? —soltó Sofía.
—Sería buena idea — mencionó Coreen.
—Vamos a conocer los chicos de todas. ¡Traiganlos! — pronunció Ana.
—Me imagino que harán ustedes en el río —dije.
—¿Ah, no me digas que no vas a traer a nadie? Yo me encargaré de que no sea así, traeré uno para ti —pronunció Lora.
—Lo que quieran chicas, lo que quieran —contesté.
Llegamos a la casa y todo estaba bien mis padres estaban preparando la cena y tuvimos visita. Una señora estaba ahí era como de 50 años, había comentado algo extraño cuando llegamos, decidí ignorar aquel hecho.
Arriba en el pasillo Coreen se me tumbó encima.
—Me vas a derribar con tu peso —protesté.
Se rio.
—¿Quién es esa señora, que está abajo? —cuestionó Coreen.
—No lo sé, ve y preguntáselo —le respondí.
—¿Qué hacías sola caminando alrededor del río? —preguntó.
—¿Me viste haciendo algo? ¿Cuál es tu curiosidad? —cuestioné.
—Nada sólo que... —abrió la puerta de una habitación —. Curiosidad.
—Ve entra y deja tu curiosidad a un lado —le dije empujándola a entrar.
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Editado: 29.05.2024