Alvaro sólo me miraba, y me miraba, parecíamos dos desconocidos en ese momento hasta que decidí romper el hielo. Ya estaba cansada de tanto silencio, él parecía no encontrar las palabras adecuadas para dirigirse a mí.
—¿Por qué me miras tanto? — le pregunté.
—Eres muy hermosa, tus ojos son del mismo color que los míos, tu color de piel, tu tamaño, calzados, muchas cosas en común —recalcó —. No diría que podríamos ser familiar porque lo dudo mucho. Conozco perfectamente mis orígenes.
—Sí, así es pero eso no quiere decir que somos compatibles en sí —le comenté —. Mira hay actitudes que varían y gusto. A ti te puede gustar el bizcocho, a mí no, y sucesivamente.
—Para mí eres perfecta —pronunció —. Por lo que me haz contado necesitas nuevos aires y tienes razón.
Recordé lo que le había confesado de que yo quería mudarme a otro lugar. Cambiar de ambiente, yo estaba cansada de lo mismo.
— Sí, pero... No sé, si mi hermana querrá venirse conmigo a Greenmoon. Por mis padres no hay problemas, soy mayor de edad. A mi hermana sólo le faltan 2 años —le expliqué —. Pero es muy rebelde, comete muchas locuras.
Coreen era muy rebelde, y ciertamente en ese preciso momento lo estaba pensando.
«¿Vivir con Coreen?».
Recordaba las noches de desvelo que yo padecía por ella. Solía ser muy callejera, y ni siquiera yo conocía bien a sus amistades, me imaginaba la clase de amigos que ella podría tener.
—No querrás vivir sola, tal vez la costumbre te lo impediría, toma la mejor decisión que puedas tomar —me animó y sonrió —. Si quieres ser totalmente independiente, no tienes por qué preocuparte por nada, al principio podría ser duro pero después verás de que ya no te afectará. Si tú no estás muy seguro de serlo, mejor continúa como estás ahora, y no te ahogue en un vaso de agua.
Pensé por unos segundos sus palabras. Tenía razón. No podría haber mejor consejo que el que Alvaro me había dado en ese momento. Tenía que tomar una decisión de una vez por todas.
—Me gustaría volver a Verlmont, todavía recuerdo el aroma de allí, lamentablemente hoy tuvimos que partir de allí —comenté mirando hacia el piso —. No sé que rayos sucedió con mi papá, y aunque yo le pidiera a él que nos quedaríamos, él no nos iba a dejar, ya que no deja a nadie allá sin que él esté. Es muy estricto con su casa.
—Y puedo apostar que por tus padres no te quedaste —aseguró —. Te preocupa su situación, pudiste haber tomado otra ruta y te regresaste con ellos.
Alcé mi mirada porque percibí como que me leía la mente, era justo lo que yo estaba pensando, y lo miré fijamente, luego contesté.
—Sí, así es, no sé que tipo de problemas es que tienen, por eso decidí dejarlos que lleguen a casa sólos, después mi hermana y yo regresaremos —le dije en modo de consuelo conmigo mismo y con él —. Veremos que hotel escoger allá o una casa de alquiler. Quizás no invite a mi hermana, sino a mis amigas.
—¿Pero dónde está tu hermana? —me preguntó curiosamente.
—La dejé en un centro comercial —le respondí —. Me sentí un poco molesta con ella porque le planteé un tema y ni siquiera me contestó. Deduje de que le molestó mi plática.
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Editado: 29.05.2024