Al día siguiente, después del desayuno, recordé a la señora Helen, tenía ganas y ansiedad de querer conversar con ella, de un momento a otro, me vino pensamientos sobre ella, y me dio curiosidad de saber de ella. Coreen no se había levando aún, pero eso no importaba. Solía despertarse tarde. Aveces porque veía mucha TV, o porque salía a andar constantemente en las calles de noche, ese era un tema que me preocupaba.
—Mamá —la llamé, en seguida me observó —. ¿Podrías darme una información dónde yo podría encontrar a Helen? Por favor.
Mi madre me miró confusa.
—¿Qué quieres con ella? —cuestionó —. Si quieres te facilito su dirección de residencia.
Asentí.
Me dijo la ubicación exacta de la residencia de Helen, y en seguida abandoné mi casa. Me dirigí hacia su casa y ahí estaba. La señora se sorprendió al verme.
—Ven entra Denis, es un placer tenerte en mi casa —me dijo con muestras de cariño —. ¿Cómo está la familia? ¿Qué se te apetece?
—Gracias señora, toda la familia está bien —le respondí amablemente —. ¿Y cómo ha estado usted?
—He estado bien gracias —me respondió alegremente —. Me da mucho gusto de que todos estén bien.
Miré fijamente a Helen, y ella también. Entré a la casa, y me acomodé a unos de los muebles.
—Helen conocí recientemente a un hombre lobo —su rostro cambió rápidamente a un tono serio —. Vine aquí porque sé que ustede es la única que me entenderá.
«Ojalá no se asuste».
De hecho no conocía a nadie me pudiera escuchar, los temas sobres hombres lobos solían ser muy reducidos entre la gente. Pareciera como si no existiera.
—¿Denis estás segura? En ese caso... ¿No tienes miedo? —me cuestionó —. ¿Ha ocurrido algo en especial? Dime todo Denis. Confía en mí.
—No tengo miedo y lo peor... —pausé por unos segundos —. Lo peor es que creo que ese joven me gusta. Al parecer se nota que es un buen chico por ahora.
Helen abrió su boca y se la tapó. Le había dicho la realidad de lo que estaba sintiendo. Alvaro me atraía mucho, pero yo de vez en cuando evadía esos sentimientos.
—Denis —pronunció —. Nunca te jugaría, pero si te podría aconsejar.
—Pensarás que es una locura pero... No se podría juzgar a todo el mundo igual —comenté seriamente —. Es como siempre he dicho, no se puede juzgar un producto sin haberlo usado.
Puso sus manos sobre las mías, mientras las acariciaba. Esa actitud era de una amiga a otra, dándome su consuelo y que podía confiar en ella mientras se pueda.
—Yo te ayudaré en lo que sea necesario —me dijo alegremente —. Podemos charlar más a menudo cuando tú quisieras y donde tú quisieras. Tus padres me han dicho de que haz sido una muy buena hija. Coreen es otro asunto, ella está viviendo la etapa del conocimiento de los sentimientos y la personalidad.
Helen era muy amable, podía visualizar en ella una persona bien educada y honesta.
—Este será nuestro secreto, pero él no sabe que yo sé lo que es él —le aclaré —. Prefiero dejarlo así, como un secreto hasta que él quisiera confesarme lo que yo sé. No pienso forzarlo a nada. Lo más importante es que nos llevamos bien.
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Editado: 29.05.2024