—Mi tía es Mónica... —me respondió, pensé por unos segundos, no recordaba quién era —. Me llamo Lester. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?
—Mucho gusto, me llamó Denis —me presenté —. ¿Qué hacías tú por la cabaña la noche que nos encontramos?
No era difícil no poder reconocerlo, de cerca era más hermoso y más porque era de día. Ese mismo era el muchacho que vi cerca de la casa de campo, su voz me lo acabó de confirmar.
Lester me miró y me miró sin decir nada, parecía una persona misteriosa, sus ojos lucían como una persona misteriosa y encantadora, podía envolver a cualquier fémina con su misterio, caminó hacia una ventana con las manos metidas en su bolsillo y luego respondió. Yo lo observaba sin apartar mi mirada de él, era alto, tenía los ojos negros y penetrante, su cuerpo voluptuoso y se veía que asistía a gimnasio.
—Al parecer no lo recuerdas, te había dicho que se había dañado la moto de un amigo y él pudo encontrar ayuda, me quedé a esperar a que regresara por mí y así lo hizo —me respondió mirando a través de una ventana —. No tienes que temer de mí, soy respetuoso y sincero.
Resoplé. No recordaba lo que me había dicho. En mi mente intenté poder recordar algo pero no me llegaba nada.
—Espero poder llevarnos bien, bienvenido a casa. Y ojalá pudieras tener aunque sea un poco de paciencia por mi hermana menor —pronuncié mientras me giraba para abandonar la habitación —. Me imagino que mis padres te han hablado de ella.
—Ya me han hablado de ella, tengo toda la paciencia del mundo.
—Me retiro nos vemos luego —salí de la habitación y me dirigí hacia donde se ubicaba mi madre.
Mi madre estaba leyendo una revista, de esas que hablan de cosas de madres.
«Me imagino la paciencia que tiene sobre su segunda hija».
Me acerqué a ella y la interrumpí sentándome en un mueble. Giró sus ojos hacia mí esperando a que yo dijera algo.
—Mamá —pronuncié, ella colocó la revista hacia un lado y me miró para escucharme —. ¿Quién es Mónica? Una tía de Lester. Nunca to había escuchar de ella.
—Mónica es Estela —me respondió —. ¿Qué? No sabía que se llamaba así. ¿Es su segundo nombre? ¿Apodo? Estoy confundida.
—Interrogaste al chico verdad —inquirió.
Me miró con sus ojos desafiantes.
—E e e... —balbucié —. Sí. Pero era por saber. No sé por qué no nos dijiste nada.
—¿Entonces? —espetó, abrí mi boca sin poder hablar.
«¿Pero por qué le molestó?».
Mi madre así como mi padre eran personas complicadas, difíciles de llevar, pero mi madre era más suave de llevar.
—Nada mamá, nada.
Me levanté en seguida y me dirigí hacia mi habitación. Tomé mi móvil que estaba arriba de mi cama y visualicé un mensaje de Alvaro que me hizo sonrojar y me hizo suspirar.
«¿Estoy enamorada?».
Verdaderamente no lo quería reconocer, pero sus palabras cada día hacía que penetrar en mi corazón creando una duda en mí. Por el momento no quería tener ningún tipo de relación con nadie, quería seguir viviendo la vida así como yo lo vivía hasta que me sintiera plena para estar con alguien más.
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Editado: 29.05.2024